domingo, 23 de febrero de 2020

"Todos somos humanos" o la extraña pareja Carrascal-Sardà


El 2 de enero de 1996 a las 23.30 (cuarto de hora arriba, cuarto de hora abajo) Antena 3 emitía un especial en el que se recogían tomas falsas, pifias en directo y alguna cámara oculta de programas de la propia cadena pero, sobre todo, de las norteamericanas. "Todos somos humanos" formaba parte de la parrilla navideña, se planteaba como un programa único en el que se podría ver todo aquello que formaba parte de los secretos de la tele, eso que no debería salir al aire. Quizás por eso se unió a dos profesionales que, a priori, no pegaban nada entre sí, José María Carrascal y Xavier Sardà. Presentador del informativo de medianoche uno, del magazine vespertino "La ventana" de la SER el otro, sus trayectorias eran tan distintas como su manera de comunicar. Esa combinación tan peculiar funcionó porque lo que estaban ofreciendo era muy distinto, se reían de sí mismos y de la televisión desde el propio medio y el televidente se sentía cómplice de un secreto, el de los (hasta ese momento) disimulados errores ante la cámara. El programa fue un exitazo, posiblemente inesperado, así la cadena improvisó otros dos especiales más y los programó en prime-time. La audiencia llegó a los 6 millones pero no tenían más material disponible así que durante algunas semanas repitieron y remontaron esas primeras emisiones para ir tirando hasta que pudieran grabar nuevos episodios. En realidad sólo tenían que comprar los derechos de "TV's Bloopers and Practical Jokes" presentado y producido por Dick Clark en la NBC primero y la ABC después que llevaba recopilando errores desde 1984, no sólo de EE.UU. sino de otros países tan lejanos como Japón. 
   Desde un modesto plató Carrascal daba paso a Sardà  que comentaba las pifias con su alter ego, el Señor Casamajor. Los dos presentadores aparecieron en la portada de la revista TP, honor que confirmaba la excelente acogida y si no hubiera sido por el estreno de la segunda temporada de "Médico de familia" en abril hubieran continuado como líderes de los martes. Antena 3 decidió, con toda lógica, colocar su sorprendente éxito el miércoles. A pesar de que no se volvió a las cifras de récord de las primeras semanas, "Todos somos humanos" se mantuvo en antena hasta agosto pero la fórmula, una vez superada la novedad y normalizado el axioma que defendía el título, fue perdiendo fuelle. Un par de años después, por cierto, TVE ofrecería su propia versión, "No veas", con Marlène Mourreau y Pepe Viyuela.


sábado, 15 de febrero de 2020

Jorge Arandes, de locutor a director valiente


Si un pionero de la radio pudiera elegir una fecha para morir, ¿quizás sería en el Día Internacional de la Radio? No podemos saber qué hubiera respondido Jorge Arandes pero su fallecimiento ha coincidido con la celebración del homenaje a un medio que él amó y supo modernizar. El pasado jueves a primera hora de la tarde los periódicos daban la noticia a través de sus ediciones digitales y TVE Catalunya hacía lo propio en su informativo regional. Arandes tenía 91 años así que para una gran parte de la audiencia era un desconocido pero sus decisiones como directivo, tanto en RNE como en TVE, fueron importantes en el devenir de las dos cadenas públicas. 


Su voz fue de las primeras que se escuchó en RNE desde Barcelona aunque sus inicios como locutor se sitúan en la histórica Radio Miramar en 1947, cuando ni siquiera él había alcanzado la mayoría de edad. Dos años después se presentó a unas plazas de la recién inaugurada emisora pública en la Ciudad Condal y consiguió el puesto. Enseguida alcanzó su primer gran éxito como presentador del programa "Fantasía" que se mantuvo varias temporadas en antena y que duraba entre dos y tres horas (dependiendo de la temporada) la tarde de los sábados. Ese triunfo lo compartía con su colega Federico Gallo, otro insigne profesional con el que, años después, competiría (sin que quizás ninguno lo supiera) por el puesto de director de TVE en Cataluña. Fue Arandes quien lo ocupó, dicen que por tener un carácter más flexible que el de su compañero. Además de "Fantasía", en la radio se ocupó de una curiosa tarea: la de retransmitir películas. En una entrevista realizada por Pilar Orero, de la Universitat Autònoma de Barcelona, explicaba que en el caso de Radio Miramar era un intercambio comercial pero que cuando trasladó la idea a RNE era un servicio al oyente. Y, efectivamente, al principio se radiaba la película, respetando los diálogos del doblaje e incorporando una breve narración en los momentos de silencio o acción, desde la propia sala lo que implicaba protestas de los espectadores que oían al locutor. Posteriormente harían la conexión desde las salas de proyección de las distribuidoras donde estaban solos. 


Arandes también fue un pionero de la televisión realizada desde los estudios de Miramar en Barcelona (no confundir con la emisora radiofónica privada, nada que ver). A los pocos meses del estreno de aquellos platós presentó el concurso "Gane su viaje", uno más de los juegos que se emitían desde allí y que tenían tanto éxito en todo el país (al menos donde se podía ver la tele). Más adelante, en marzo de 1962 estrenó "Siempre hay una canción" con el que "sus autores quieren buscar en los recuerdos y dar una oportunidad a aquellas canciones que triunfaron en su época, situándolas en un plano de igualdad con las de la actualidad para saber si todo tiempo pasado fue mejor. Para llegar a este fin, cada semana se elegirán seis canciones de diferencias épocas y se escenificarán ciñéndose al espíritu de la letra" (Revista TeleRadio). Un jurado en el estudio y las votaciones de los espectadores a través del correo decidían qué canciones "se salvarían". ¿Os suena? Efectivamente, el formato de "Los mejores años de nuestra vida" conducido por Carlos Sobera tenía bastantes similitudes. En la temporada siguiente presentó "Canciones de su recuerdo", una variación del espacio anterior con la interpretación en directo de tonadillas de un mismo género o época. Como experto en musicales también fue el primero en retransmitir óperas para TVE desde el Liceo. 

Foto de Horacio Seguí. Todos los derechos reservados.

En marzo de 1964 cambió su vida profesional con el nombramiento de director de RNE en Cataluña y en esa misma época fue designado delegado de TVE en la comunidad. Dos cargos que compaginó a lo largo de los años, con idas y vueltas, y desde los que tomó importantes decisiones. Gracias a una astuta estratagema en la que no mintió pero no contó toda la verdad, consiguió que se emitiera teatro en catalán para Cataluña, Valencia y Baleares. Más adelante, como jefe de programas de RNE para toda España fue uno de los creadores del formato "Protagonistas" que Luis del Olmo convertiría poco después (no fue su primer presentador) en un clásico de la radiodifusión de este país. También dio el impulso final para la puesta en marcha en 1976 de Ràdio 4, la emisora hermana de RNE en catalán. 
   La figura de Arandes merece reconocimiento porque desde dentro intentó cambiar tanto la radio como la tele públicas, cosa nada fácil teniendo en cuenta la estrecha vigilancia del Régimen en general y de los censores en particular. 

domingo, 9 de febrero de 2020

Almodóvar, el Oscar y el veto a Figueras


Era 26 de marzo de 2000, Noche de Oscars en Canal Plus. La cadena retransmitía en exclusiva la ceremonia desde 1996 y había creado una pareja estable y creíble en Jaume Figueras y Ana García-Siñeriz. De hecho, la química entre ambos había sido tan buena en aquella primera emisión especial que los directivos decidieron, con muy buen tino, ofrecerles el nuevo programa sobre el séptimo arte, "Magacine", que comenzaría en septiembre y que sustituía a "Primer Plano". Sin embargo, aquel final de década y de milenio vendría con cambios y no estarían los dos juntos en la furgoneta instalada en el exterior de Shrine Audirorium de Los Ángeles. Ana esperaba un bebé así que tuvo que ser sustituida por Edurne Ormazábal, rostro de la ETB y colaboradora del Plus además de presentadora habitual de las galas del Festival de Cine de San Sebastián. 


Aquella era una noche muy especial porque el film de Pedro Almodóvar "Todo sobre mi madre" estaba nominado en la categoría de "Mejor Película de habla no inglesa" (así se denominaba entonces) y partía con bastantes opciones. Tal era la confianza en que el manchego consiguiera la estatuilla que se había organizado un evento en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con cientos de invitados de renombre (muchos de ellos amigos del director) para celebrar el posible triunfo. Evidentemente la cadena había solicitado a la productora El Deseo tener a Pedro en el set de la retransmisión para una entrevista en el caso de que ganara pero... no iba a ser tan fácil. Según nos cuenta el propio Jaume Figueras en su libro "Adivina quién te habla de cine" (Plaza & Janés, 2004): "Después de la nominación, Pedro Almodóvar comentó a Canal Plus que no se prestaría a ningún diálogo con mi persona antes o después (en el caso de que ganara) del Oscar. Yo sabía de algunos desencuentros que se habían producido entre Pedro y algún colaborador de "Fotogramas", y me constaba que yo también era persona non grata, quizá por el simple motivo de no haber votado alguna de sus películas en la encuesta anual que hace la revista entre críticos y cronistas de cine. Y si había alguna otra razón, se me escapaba."


Aunque en la época de "Laberinto de pasiones" todo parecía correcto y hasta habían compartido apartamento, junto a muchas personas más, durante el festival de Cannes de 1983, la actitud cambió en el estreno de "Átame", quizás porque Figueras no había destacado su "Mujeres al borde de un ataque de nervios" como una de las cinco mejores películas españolas del 88. "El caso es que, y no hay que buscar una palabra más suave, yo estaba vetado por Pedro Almodóvar para tener un tête-à-tête con él, delante o detrás de las cámaras, esa noche de los Oscars 2000. Se pactó que, si ganaba el premio, tal como todo el mundo vaticinaba, Pedro se acercaría a la unidad móvil de C+ y sería entrevistado tan sólo por Edurne Ormazábal. Lógicamente, la entrevista tendría lugar una vez finalizada la ceremonia". Sin embargo, hubo un cambio de planes que hizo que la famosa charla en el carromato del Plus se convirtiera en un vodevil. Llegó el turno de otorgar el premio y al escenario salieron Penélope Cruz y Antonio Banderas (lo que ya hacía intuir que el muchacho dorado se vendría a España). Pé gritó aquello de "Peeedrooo" y él nos ofreció el discurso de agradecimiento más santificado de la historia. 


Ese momentazo se produjo cuando aún faltaba más de una hora para el final de la Gala "y su presencia fue solicitada de inmediato por C+ Francia y la Telepiú italiana que emitían desde carromatos vecinos al nuestro. Pedro debía aparecer lo antes posible ante nuestras cámaras. Yo sabía perfectamente que no podía compartirlas con él (...). Se creó una situación digna de película de Lubitsch. Mientras Pedro se preparaba para entrar en nuestro carromato y hablar durante los minutos que  duraba el siguiente espacio publicitario, yo debía desaparecer y refugiarme en la unidad móvil central, desde donde podía seguir la ceremonia a través de un monitor." Y así fue, los espectadores trasnochadores vimos como Almodóvar aparecía junto a Edurne y su actriz Marisa Paredes pero Figueras había desaparecido. Mientras tanto, la ceremonia continuaba y no nos enterábamos de qué estaba pasando. Figueras regresó unos cuantos minutos más tarde y nos puso al día pero estaba claro que algo raro estaba sucediendo. Cuatro años más tarde la situación fue aclarada en la autobiografía ya citada y que, aunque descatalogada, es fácil de encontrar en librerías de lance o en ciertas webs. Aprovecho para recomendaros su lectura porque es un viaje apasionante por la vida de un cinéfilo que ha sabido transmitir su pasión a lectores, oyentes y espectadores de distintas generaciones. Y sí, en ese libro es donde confiesa que fue Mr. Belvedere durante muchos años. 
   En cuanto a su relación con Almodóvar, ignoro si se ha reanudado pero quizás esta noche, cuando han pasado 20 años (menos un mes y medio) de aquella noche histórica, se pueda repetir la hazaña. Ojalá.  

Agradezco la colaboración de Javier del Valle que ha conseguido recuperar imágenes de aquella retransmisión. 

domingo, 2 de febrero de 2020

Los rombos


Hubo un tiempo en el que unos simples rombos sobreimpresionados en la pantalla suponían quedarse sin ver una peli o una serie. Si entre los 60 y los 80 eras un crío sabrás de lo que hablo porque la dichosa figura geométrica nos traía de cabeza. De poco servía que intentaras tapar como quien no quiere la cosa la parte superior derecha del televisor al comienzo del programa en cuestión, tus padres se las sabían todas y esa era la excusa perfecta para mandarte a la cama antes de lo previsto. Los rombos fueron el primer sistema de clasificación de los contenidos según su adecuación a unas edades u otras. La cosa comenzó oficialmente el 1 de mayo de 1963. Durante varias semanas las locutoras de la Casa aparecían explicando para qué servían esos rombos blancos y este anuncio se insertó en la revista oficial de TVE para que no quedara ninguna duda. Un rombo: autorizado solamente para mayores de 14 años, dos para mayores de edad. 


Este invento era la traslación del código de regulación que imperaba en las salas de cine. Aunque ya estaba vigente en tiempos de Primo de Rivera, durante el Franquismo se endureció y llegó a límites absurdos y contradictorios. Que ese surrealismo censor llegara también a la televisión era cuestión de tiempo, si no se había aplicado desde su inauguración oficial en 1956 se debía simplemente a que su difusión era limitadísima y porque nadie en el Gobierno sospechaba que llegara a convertirse en un medio de comunicación tan popular. 


¿Qué criterio se seguía para decidir qué era apto? Interesante pregunta a la que soy incapaz de responder. Oficialmente se trataba de "proteger" a las mentes inocentes de contenidos que podrían ser perjudiciales para su sensibilidad, eso incluía escenas de violencia, terror o conceptos relacionados con los pecados capitales, es decir, que si en un dramático un personaje justificaba su envidia al vecino o se trataba con humor la gula, rombo al canto. ¿Uno o dos? Pues eso dependía del censor de turno que podía ser más o menos comprensivo o aperturista (de estos últimos no creo que hubiera muchos). 


Las revistas de la época también incluían la clasificación por rombos en las páginas de programación, quizás para aquellos padres que quisieran planificar de antemano qué series podrían ver en familia. Para que os hagáis una idea del principio (bastante incoherente) que primaba a mediados de los sesenta: un western popularísimo en 1967, "El Virginiano" (uno de los favoritos de la chavalada, por cierto), tenía un rombo. "Los intocables" (serie producida por Lucille Ball y su marido sobre las andanzas de Eliot Ness y sus agentes durante la época de la Ley Seca), dos rombazos. "El agente Burke", típica producción estadounidense sobre un detective de incógnito, otros dos. En cambio, la mucho más divertida "El agente de CIPOL" (pero quizás más violenta), sólo uno. 


Ya en 1966, tres años después del comienzo de esta normativa, el genial Álvaro de Laiglesia (fundador del semanario satírico "La Codorniz") creó la serie "El tercer rombo" en la que se ironizaba sobre las odiadas figuritas, casi otro personaje popular de la tele como "la mosca" o "el chal" que cubría los pechámenes turgentes de artistas extranjeras. Por supuesto no había nada en esa comedia semanal que justificara la aparición de un rombo más, el sarcasmo de sus guiones tocaba el techo que permitía la férrea censura. Además, se emitía poco antes de la medianoche y TVE ya había dejado claro desde el primer momento que a partir de las 23 h no se veía obligada a insertar las señales de autorización porque "desde esa hora se supone que sólo las personas mayores permanecen ante la pantalla". Ese horario restringido fue cambiando con los tiempos y en la década siguiente los rombitos aparecían más tarde. 


En los setenta no se ablandó la cosa, ficciones que acaparaban los primeros puestos en las listas de preferencia de los espectadores como "Kojak" (el detective de los chupa-chups) era apto únicamente para mayores de edad. Incluso series de producción propia podían ser castigadas con los rombos. Caso curioso el de la adaptación de "Los misterios de París" para el espacio "Novela" en 1976. Se emitía a las 20.30 h, justo antes del Telediario y sólo la podían ver los de 18 en adelante. Quizás porque algunas escenas transcurrían en los bajos fondos y aparecía alguna prostituta...
   La regulación por edades se mantuvo hasta 1984, si bien es cierto que desde hacía algunos años (no demasiados) se aplicaba con menor frecuencia y fundamentalmente para películas en las que hubiera algún contenido erótico, temas que pudieran ser considerados controvertidos o violencia extrema. Sin embargo, hubo ciertas emisiones que llevaron a pensar que quizás lo de los rombos no había sido algo tan malo. Por ejemplo, en septiembre de 1992 se pudo ver a las 16 h una película protagonizada por Ursula Andress de título clarificador, "La montaña del Dios Caníbal" (1978). Evidentemente no era un film adecuado para la infancia y las críticas llovieron al Ente. A mediados de los 90 comenzaron a probarse nuevas fórmulas de clasificación hasta la que tenemos hoy en día. Otro asunto es que se respeten los horarios protegidos pero esa es otra historia...