jueves, 31 de diciembre de 2015

Por fin 92


Si digo que la Gala de Nochevieja de 1991 comenzó a la 1.39 de la madrugada del día 1 de enero suena bastante raro. Parece evidente que no se trataba de un especial de la última noche del año sino del primero del Año Nuevo pero tampoco era exactamente así. Tras este galimatías inicial conviene explicar qué pasó exactamente el 31 de enero del 91 y si el programa de marras puede ser considerado de Nochevieja o no. Lo que sí está claro es que TVE quería sumarse a las celebraciones de un año que iba a ser importante para aquella España, noticia en todo el mundo gracias a los Juegos Olímpicos y a la Expo de Sevilla. "Por fin 92" se anunciaba como el espectáculo típico de la televisión en estas fechas: música, humor, juegos visuales, público vestido para la ocasión y bebiendo champán a lo loco pero... no se emitiría a la hora habitual. La Casa había preparado una parrilla llena de estrellas. En primer lugar, un especial de "Vídeos de Primera", revelación de la temporada en audiencias, después "Telepasión" y en torno a las 23h el consabido show de Martes y Trece, "El 92 cava con todo" (el de Encarna y la Pantoja). Campanadas desde la Puerta del Sol y... no, todavía no empezaba la Gala. Conexión con Sevilla para retransmitir un concierto de Mecano bajo el título "El primero del año".


Finaliza el concierto y... tampoco, tampoco comienza "Por fin 92". En su lugar, un especial con Lina Morgan. Lo dicho, a la 1.39 de la madrugada del día de Año Nuevo Inés Sastre y Ricardo Fernández Deu saludaron a los espectadores desde el Gran Palace de Lloret de Mar para celebrar la llegada de 1992 con una pléyade rutilante de músicos nacionales entre los que sólo destacaba uno para Inés, Loquillo. La modelo, actriz y presentadora ocasional confesaba entre risas y rubores que el cantante de Los Trogloditas era algo así como su amor platónico y el rockero no dudó en seducirla ante las cámaras creando un momento hilarante y de gran ternura por la reacción de una jovencísima Inés.


Gabinete Caligari, Presuntos Implicados, Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Luz Casal, Duncan Dhu, Ana Belén, Nana Mouskouri, Los Rebeldes, Azúcar Moreno, Joe Cocker, Zucchero, Martirio, Enrique del Pozo (sí, en aquel momento estaba intentando reconducir su carrera todavía tras haber abandonado el público infantil... o de que el público infantil lo abandonara a él, no lo sé), Tennessee, Gipsy Kings, José Luis Perales y los ubícuos Los Manolos (poco les duró la omnipresencia) pusieron música a la noche y Las Veneno, Las Hurtado, Paco Aguilar (de "No te rías que es peor") y Antonio Ozores (en plena fama tras haber sido recuperado por el "Un, dos, tres") el humor. Quizás se echaba en falta la presencia de más artistas internacionales pero teniendo en cuenta que sería un programa de duración más reducida que en años anteriores no es de extrañar que se tirara de "producto nacional". 
   La medición de audiencias de SOFRES finalizaba a las 2 de la madrugada así que sólo tenemos datos muy limitados sobre este especial. Aún así hay algo que queda clarísimo: el concierto de Mecano y el especial de Lina Morgan no llegaron al millón de espectadores mientras que Telepasión y "Vídeos de Primera" tuvieron más de cinco, cifra similar a la de este "Por fin 92". Martes y Trece superaron los diez millones y las Campanadas los nueve. Conclusión: la audiencia en Nochevieja no quiere experimentos, nada de conciertos ni programas sobre el mundo de la Revista, lo que funciona es el humor antes de la conexión con la Puerta del Sol y mucha música para después. Y así sigue siendo desde entonces. Ahora bien, la pregunta sigue sin responder: ¿Era "Por fin 92" el programa de Nochevieja o el de Año Nuevo? Por formato y contenidos, lo primero, por horario, lo segundo.

Fotos: Gabriel Sendra @arxiusendra.  Todos los derechos reservados.


miércoles, 30 de diciembre de 2015

El regreso de "Vivir para ver" en 1977


En 1976 Alfredo Amestoy había triunfado de forma totalmente inesperada con un programa que entonces resultaba difícil de calificar y del que sólo se emitieron cuatro entregas. A pesar de eso, "Vivir para ver" se había situado en el panel anual de aceptación de la audiencia en segundo lugar, tan sólo por debajo de "Heidi" y por encima del "Un, dos, tres", "La casa de la pradera" y "El hombre y la tierra". Si además tenemos en cuenta que el programita tuvo graves problemas de censura, que Amestoy enamoraba tanto como enervaba, que los medios con los que contaba eran modestísimos... sorprende aún más tal éxito. Pero "Vivir para ver" tenía algo más: era el primer zapping de nuestra historia y el periodista usaba los cortes de programas y series de televisión para hacer una crítica, nada velada, a la política en plena Transición, y por ende a la sociedad española. Amestoy no era precisamente un hombre taimado y discreto, su exacerbado sentido de la comunicación y un cada vez más acendrado histrionismo hacían que cada palabra suya pudiera ser interpretada de mil maneras distintas... todas contradictorias entre sí. 


Tras este panorama descrito nadie se esperaba el regreso del formato ¡casi un año después! Pero así se anunció en diciembre. En enero de 1977 reapareció en las pantallas de TVE los jueves a las 21h, justo después del Telediario 2 la crítica de Televisión hecha por la propia Televisión a la manera peculiar e ingeniosa de Alfredo Amestoy, tal y como se describía en la programación. Y lo hacía justo después del Referéndum por la Reforma Política lo que suponía que las limitaciones en los contenidos serían menores. Decía el director-presentador justo antes de iniciar la nueva etapa del espacio que hasta ese momento el producto se terminaba apenas unas horas antes de la emisión y que entonces tenía que ser visionado por la jefatura de Programas de la Casa. En el caso de que se decidiera que había que cortar algo, como era imposible por la premura antes de ponerlo en antena, directamente no salía al aire y se perdía para siempre porque al jugar con la actualidad de lo visto durante la semana se quedaba obsoleto. "Ahora sometemos primero el guión al director general pero nosotros seguimos trabajando con poco tiempo. Yo termino el guión en la madrugada del domingo para abarcar la última actualidad. El director general lo ve por la mañana y nos ponemos a grabar. Una vez terminado, lo vuelve a ver para dar su conformidad". En cuanto a la introducción de la política en el programa respondía Amestoy: "El tema político se trata no en función de su interés a nivel popular. Si en el programa se hace referencia a la anécdota política es porque las figuras políticas han desbancado en popularidad a los toreros, los futbolistas y las folklóricas". Era la primera vez que tal cosa sucedia en TVE .


¿Y por qué volvió "Vivir para ver" meses después de su muerte provocada? En enero, ya con un par de programas emitidos, el comunicador lo explicaba sin tapujos ni vergüenzas: "Mi idea era hacer algo que para mí constituía una carrera para el futuro: hice mi primer ensayo teatral y vi que no estaba maduro, aunque me pudiera interesar el teatro en TV. De ahí vino mi proyecto de "Todo queda en casa", que es un intento de adaptar el "All in the family" americano, inglés, nuevo zelandés... a España. No se pudo porque es un programa muy exigente, la gente habla como habla en casa. José Antonio Plaza (su compañero en "35 millones de españoles mirando la peseta") me recordó la posición en el panel de "Vivir para ver". Entonces me di cuenta de que debía seguir con un programa que no había muerto, que se acomoda, por otra parte, mucho a mi manera de hacer y, dada la audiencia me dije: vamos a continuar". Los directivos aceptaron su propuesta, el "Todo queda en casa" se emitiría en los 80 con Pedro Osinaga y en los 90 con otro título ("¿Cómo lo véis?") con Joaquín Prat y todos contentos. Y tan contentos... porque reconocía don Alfredo: "Si no fuera porque yo puedo estar bien pagado en función de que aquí puedo dejar la salud, si no fuera por mis emolumentos bastante altos, el programa podría ser de los más baratos de la Casa, es lógico, ¿no? es de reciclaje". Provocador nato, Amestoy sabía que este show tan personalista le iba a quemar al mismo tiempo que constituiría un éxito en su carrera: "Estoy perdido como informador puro y esto debido a que he jugado mucho al histrionismo, por el hecho de convertirme en intérprete de mi propio texto. Luego he ido poco a poco desembocando en histrión. No sé si soy recuperable como periodista". Con la vuelta de este formato consiguió, una vez más, llegar a lo más alto del panel, cada semana se situaba entre el primer y el segundo puesto. Todo el mundo quería saber qué iba a decir el otrora enfant terrible de la tele. En 1978 finalizó su etapa en este programa, que quedaría como uno de los más sonados de la Transición. 


viernes, 25 de diciembre de 2015

Navidades Philips 1961 con Carmen Sevilla y Augusto Algueró


Carmen Sevilla, actriz y cantante con películas de grandísimo éxito como "La hermana San Sulpicio", "Violetas Imperiales", "La fierecilla domada" o incluso la hollywoodiense "Rey de Reyes" a sus espaldas. Augusto Algueró, su flamante marido, compositor y director de orquesta, gran intérprete de piano. Ambos se encontraban en 1961 en pleno momento de expansión internacional y en diciembre regresaban a España tras haber actuado juntos en Buenos Aires, Montevideo y Milán. A pesar de que TVE había anunciado para su día de Navidad la representación de "Cuento de Navidad" dentro del espacio "Tengo un libro en las manos" y después la película de Sáenz de Heredia "La mies es mucha", los espectadores se encontraron, casi por sorpresa, con un especial patrocinado por Philips protagonizado por estas dos figuras y realizado en directo.


La marca había sido una de las primeras en patrocinar programas para la incipiente televisión como "La hora Philips". Con este especial navideño se apuntaba un nuevo tanto porque se garantizaba el 100% de los televidentes y, por lo tanto, su mensaje publicitario sería visto por un par de millones de personas en todo el país al mismo tiempo. Absolutamente rentable. Carmen Sevilla interpretó las canciones más populares de sus filmes más exitosos y finalizó su actuación con una versión íntima y con deje flamenco del célebre "Noche de paz" acompañada por un coro de pastorcillos mientras los chicos de atrezzo simulaban una nevada en el exiguo plató. Era la primera vez en que Sevilla-Algueró actuaban ante las cámaras de TVE. "No había tenido la oportunidad ni tiempo, a causa de mis películas. He estado varias veces en los estudios pero no como actuante sino por otros motivos: entrevistas, etc..." decía Carmen de España entonces. Aseguraba antes de la emisión en directo sentir "una gran responsabilidad. Estoy muy nerviosa y un poquitín asustada pero creo que todo quedará bien". Cuando la periodista Mari Carmen Blanco de TeleRadio le preguntaba por las diferencias entre el cine y la tele respondía: "En realidad el ambiente es muy parecido y en algunos momentos se llega a confundir algunos platós. Sin embargo, a la hora de trabajar es distinto porque mientras en el cine todo se puede hacer de forma más confiada, ya que si uno se equivoca puede repetirse, en la televisión no valen estas equivocaciones". ¡Quién le iba a decir a esta estrella que treinta años más tarde sería famosa precisamente por sus errores!


Augusto Algueró dirigía la orquesta del programa e interpretó al piano algunas de sus composiciones cinematográficas más famosas, entre ellas las de las películas de Marisol y Rocío Dúrcal. Reciente como estaba tras su paso por Eurovisión, "Estando contigo" no podía faltar en este programa. A pesar de que Conchita Bautista no había conseguido una buena posición en el festival, la canción fue popularísima en nuestro país y la versión de Marisol la había encumbrado a las listas de los discos más vendidos. En esta ocasión sería la propia Carmen Sevilla quien la cantaría, no en vano ella misma se la había inspirado a su marido. 
   "Navidades Philips" dejó contentos a los directores de TVE, a los de marca, a los propios artistas que desde entonces colaboraron con nuestra tele (y con las de Hispanoamérica) en multitud de ocasiones y, también y mucho más importante, a la audiencia. Un buen cambio de estrategia en la programación a última hora que funcionó aquel 1961.

lunes, 21 de diciembre de 2015

El primer Sorteo Navideño retransmitido por TVE


Tres cámaras, sólo tres cámaras se utilizaron para la primera retransmisión del Sorteo Extraordinario de Navidad. En 1962 TVE estaba prácticamente en pañales pero cada año sus profesionales se retaban a sí mismos para conseguir sorprender a sus escasos televidentes (como se les llamaba entonces). Aquella temporada la tele patria ya tenía unos cuantos éxitos en su parrilla: "Gran Parada" y "Amigos del lunes" se disputaban el título de "mejor programa de variedades". "Ésta es su vida" tenía enganchados a los espectadores los miércoles y las series "Bonanza" y "Perry Mason" encantaban a la chavalada y a los adultos respectivamente. Los jefazos decidieron que era hora de ofrecer en directo y para toda España el Sorteo Navideño y lo hicieron como pudieron. Hoy en día tres cámaras nos pueden parecer insuficientes pero la mayoría de los programas que se realizaban en directo desde el Paseo de la Habana usaban dos. Sólo los grandes formatos nocturnos tenían tres operadores, uno de ellos manejando una grúa, epítome del lujo técnico televisivo.


La unidad móvil se apostó a la entrada en el primigenio salón de sorteos lo que acaparó la atención de los curiosos. En la programación enviada a las revistas no se había anunciado la retransmisión, algo habitual en la época donde se tomaban decisiones de este tipo con cierta improvisación, así que la campaña dentro de la propia TVE fue primordial en los días previos. Al año siguiente se inauguraría el nuevo edificio de Loterías y los propios locutores se preguntaban si el nuevo sistema del que tan misteriosamente se hablaba por entonces significaría la desaparición de los niños de San Ildefonso en el Sorteo, afortunadamente no fue así.


Jesús Álvarez, la estrella asentada y todoterreno de la Casa, y José Luis Uribarri, el joven profesional que ya apuntaba maneras, fueron los locutores elegidos para retransmitir este evento por primera vez. Sería el comienzo de una larga (y muy fructífera) relación entre la tele y la Lotería. Tanto Álvarez como Uribarri repetirían en esta tarea en varias ocasiones. En aquel año hubo 29 premios mayores y más de 2.000 menores. El primero y el último que sonaron en las voces de los niños canoros se llevaron 20.000 pesetas por tal honor. El sorteo duró algo más de tres horas y fue considerado un éxito técnico. Decía un cronista de la revista "TeleRadio" dos semanas después: "La gente, la poca gente que asiste personalmente a los movimientos de bombos, saltos de bolitas, está más atenta a las enormes cámaras de Televisión Española que al sorteo en sí. En la calle, el coche, unidad móvil de TVE, con una gran maraña de cables que trepan edificio arriba, es objeto de la curiosidad de los tranquilos viandantes de la mañana madrileña". 

Fotos: Calderón para "TeleRadio"

lunes, 14 de diciembre de 2015

Cara a cara. 1977.


El primer cara a cara de nuestra televisión no fue el de Aznar y González y ni siquiera el formato es algo novedoso. Ya desde finales de los cincuenta Victoriano Fernández Asís enfrentó a personas con opiniones encontradas ante las cámaras pero, por supuesto, todo era muy cordial y desde luego no se hablaba de política. Fue en noviembre de 1977, en plena Transición y con ganas de hablar de todo, cuando se estrenó un programa con ese título precisamente, "Cara a cara", y clarísimas intenciones: ofrecer a los espectadores careos entre invitados con opiniones contrarias. Y sí, por primera vez los protagonistas podrían ser políticos. 


El periodista y politólogo Federico Ysart fue su director y presentador. Bregado en la redacción del diario "Madrid" y fogueado en la SER, su firma sería reconocible más tarde en "Cambio 16" y más recientemente en "ABC". Por aquel entonces era asesor del vicepresidente del Gobierno para Asuntos Políticos, Fernando Abril Martorell, y desde ese área se proyectó un debate para televisión que finalmente se concretó en este "Cara a cara". El propio Ysart se encargó de ponerlo en marcha. Declaraba por entonces a la revista "TeleRadio": "La idea ofrecía bastantes riesgos por ser una fórmula inusual en nuestro medio. El programa ahí está. Creo que se da un contraste dialéctico entre fuerzas políticas o entre ideologías distintas con absoluta libertad, libertad que garantizan los mismos protagonistas del espacio".


La fórmula era sencilla y, quizás por eso mismo, muy eficaz. Cada programa se iniciaba con una filmación con datos biográficos de los contendientes de unos 3 minutos aproximadamente cada una y después se pasaba a la confrontación en el plató. Un set sencillo (ni siquiera podríamos definir como decorado el fondo de madera) albergaba a los invitados, nada distraía la atención de lo importante: sus palabras. La realización estaba claramente destinada a la escucha, había plano y contraplano, se enfocaba durante el discurso y también en las reacciones y eran habituales las pantallas partidas. Todo eso que hoy nos parece tan moderno ya había sido probado hace casi 40 años. La duración variaba entre los 30 y los 45 minutos, se realizaba en directo y como decía Ysart: "Se trata de un diálogo y hay veces en que es imposible cortarlo. Lo importante es que la cuestión que se debate quede suficientemente clara, aunque esto es casi imposible. Son dos puntos de vista enfrentados con tesón por cada una de las partes y, evidentemente, a través de una discusión de media hora es muy difícil que dos personas se pongan totalmente de acuerdo. Se trata de que el espectador reciba los ingredientes, esas dos opiniones, y pueda hacerse un cuadro y se quede con los elementos que más le interesen de una y otra postura. Es decir, que salga una conclusión resultante de la defensa que cada una de las dos partes ha hecho en su turno".


A pesar de que a priori no se pretendía que la política fuera la protagonista cada semana y que la intención fuera llevar también a científicos, escritores o sociólogos dependiendo del tema más candente esa semana, finalmente fueron los miembros del Congreso los que más veces aparecieron en este espacio y los que generaron mayor interés. Sin embargo, el que ha permanecido en la memoria para muchos fue precisamente el primero, sobre las elecciones sindicales y protagonizado por los líderes de las dos centrales mayoritarias, CCOO y UGT (con gran disgusto de otras minoritarias como USO). Como bien apunta Manuel Palacio en su libro "La televisión durante la Transición española" (Cátedra, 2012): "Fue un éxito de repercusión pública; tanto es así que el enfrentamiento televisivo de ambos militantes antifranquistas ha dejado una cierta huella en el recuerdo, al menos en uno de los latiguillos que Nicolás Redondo le espetaba a Marcelino Camacho: Mientes, Marcelino, y tú lo sabes". Otros que llamaron la atención fueron los debates entre Rodríguez Sahagún y Ramón Tamames, el de Gonzalo Fernández de la Mora y Enrique Tierno Galván o, atención, el del diputado del PSOE Javier Solana y el senador de UCD Jiménez Blanco sobre ¡el consejo rector de RTVE en la propia TVE! No se llegó a ningún acuerdo y todavía hoy seguimos sufriendo que el Gobierno de turno utilice la tele a su antojo (¡qué nostalgia aquel islote temporal de hace unos años!). 
   El "Cara a cara" de Ysart no duró mucho en antena, apenas una temporada. Otros formatos más plurales como "La clave" se quedaron en la parrilla e Ysart no dejaría la tele, continuaría con programas no demasiado alejados de éste como "Diálogos institucionales". Los cara a cara electorales, digámoslo claro, son mucho más encorsetados que aquellos de finales de los setenta. Todos hemos perdido la virginidad, los políticos y sus asesores, que usan todas las tretas posibles para arrimar el ascua a su sardina ... pero también, no lo olviden, la audiencia que difícilmente se cree ya sus palabras. 


   

sábado, 12 de diciembre de 2015

"El premio", la serie de Chicho sobre los Nobel.


En 1968 Chicho Ibáñez Serrador era considerado uno de los grandes creadores de TVE. Había finalizado su etapa con las famosísimas "Historias para no dormir" y triunfado en varios festivales europeos con su especial "Historia de la frivolidad". Nada hacía prever que su siguiente proyecto para la Casa no alcanzara las mismas cotas de popularidad y prestigio que los anteriores pero "El premio" dececpcionó a sus seguidores.

 

Estrenada el 14 de octubre pretendía contar la historia de algunos de los más célebres ganadores del Nobel. La idea quizás pecó de didáctica y aunque la crítica destacó su profesionalidad habitual y la espectacularidad de la ambientación y lo ajustado de su realización, a los espectadores la cosa les supo a poco. Quizás esperaban algo más del estilo que lo había encumbrado en nuestra tele: suspense, misterio y terror, los mimbres que habían articulado sus series "Mañana puede ser verdad"(y dentro de este título "N.N. 23" y "Los bulbos") y, por supuesto, las ya mencionadas "Historias para no dormir". El primer episodio estuvo dedicado a glosar la figura del propio Alfred Nobel, interpretado por el actor Julio Peña. El título fue "El gran asesino", no olvidemos que Nobel inventó varias armas y la dinamita sin pensar en su potencial para las guerras. Por esa culpabilidad latente creó los premios, para premiar a gente que sí hiciera algo positivo por la humanidad. 


 En realidad esta serie era un remake de una que él mismo había dirigido en 1958 para el canal 7 de la TV Argentina y que había protagonizado su padre, Narciso Ibáñez Menta, toda una estrella del país que también recalo con éxito en el nuestro, entre otras cosas gracias a los programas dirigidos por su hijo a su mayor gloria. En esta nueva tanda, don Narciso sólo intervino en uno de los capítulos, el dedicado al escritor George Bernard Shaw, el autor de "Pigmalión" (en la que ese basaría posteriormente la obra musical "My Fair Lady").

El actor Javier Loyola interpretó al escritor Albert Camus en el capítulo titulado "El hombre que vio las ratas". Aquí pudo ser el protagonista a pesar de que había conseguido cierto prestigio como un secundario solvente en cine y televisión.
   Precisamente el reparto era una de las grandes bazas de la serie, todos los grandes actores habituales de la tele de la época pasaron por ella, desde Luis Prendes a Emilio Gutiérrez Caba, de Lola Herrera a Carmen de la Maza, pasando por Mónica Randall, Maruchi Fresno, Mayrata O'Wisiedo, Julio Núñez, José María Caffarel, Carlos Estrada, Rafael Navarro, Paloma Valdés, Maria José Alfonso, Julio Núñez y, por supuesto, sus habituales Tomás Blanco, Estanis González, Luis Morris o Pedro Sempson (que en 1976 sería uno de los Tacañones y hasta su fallecimiento la voz de Mr. Burns en "Los Simpsons"). 
   Además, para este proyecto Chicho decidió centrarse en la dirección y realización y encargó los guiones a importantes autores como Jaime de Armiñán, Manuel Pombo Angulo, Alonso y Bartolomé Soler, Alfonso Paso, Alejandro Núñez Alonso o Juan Tébar. Quizás ahí radicó el problema de "El premio", era una serie correcta, bien hecha, interesante, que combinaba divulgación con espectacularidad pero... era poco personal, no era un producto "Chicho" y la audiencia es lo que esperaba de él. Finalizó en enero de 1969.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Mina en "Gran Parada". 1962

Enero de 1962. Mina es una de las grandes estrellas de la canción en Europa, es requerida por todas las televisiones del continente y es capaz de interpretar temas en español y francés para contentar a sus fans en esos países. En TVE había debutado el verano del año anterior en el programa "Gran Parada", el gran espacio de variedades de la Casa. El éxito fue enorme y por eso fue contratada de nuevo para actuar ante el público del Teatro del Fomento de las Artes, alquilado para realizar programas de mayor envergadura, como éste. Mina acababa de regresar de América. En los países latinos había intervenido en todos los grandes programas y en Norteamérica había practicado el turismo según confesaba al periodista Mariano R. Villén de la revista "TeleRadio". En Venezuela había pasado un tiempo y había aprendido español, según aseguraba no sólo para cantar sino porque "me es simpático". 
   Aprovechando sus conocimientos del idioma ese sábado cantaría dos temas en español. En total interpretaría cinco canciones, las otras tres en italiano. La expectativa era máxima y los fotógrafos acudieron a su ensayo en el que  lucía jersey amplio, pantalones negros ajustados y botas cortas. Para su actuación en directo llevaría un traje negro de lentejuelas, de esos que daban muy bien en la pantalla en blanco y negro, simple pero efectivo. Mina era joven pero una veterana televisiva así que sabía muy bien cómo cuidar su imagen. Estaba inmersa en la primera etapa de su larga y prolífica carrera, una época directamente ligada a la televisión donde tendría sus propios programas o presentaría títulos míticos de la RAI como "Canzoníssima" o "Milleluci" (junto a Raffaella Carrà, por cierto). Nada que ver con la actualidad donde sigue lanzando discos desde la tranquilidad de su hogar, totalmente alejada de los medios, de conciertos, de giras, casi enclaustrada.


En "Gran Parada" Mina volvió a llamar la atención, tanto del público presente en el Teatro como de la audiencia en casa, los siguientes días muchos de ellos enviarían cartas a TVE o "TeleRadio" para felicitar a la cadena por el fichaje de la italiana para ese programa y solicitando su regreso pronto. Esa petición no pudo ser satisfecha pronto porque justo después de esta actuación Mina regresó a Roma para presentar varios espacios televisivos, después a Viena y Mónaco para grabar discos y posteriormente a Japón para rodar su primera película, según contaba a la prensa de la época. Los espectadores tendrían que esperar hasta junio de 1963 para volver a verla en nuestra tele pero esta vez sería desde los estudios de Barcelona y en el programa "Amigos del martes", la competencia de "Gran Parada". 
   Por cierto, ese mismo sábado que Mina actuaba ante las cámaras de TVE, los italianos estaban viéndola en "Studio Uno" de la RAI. Allí ya estaba normalizado el uso del "video-tape" y había grabado su intervención justo antes de llegar a Madrid.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La marca del Zorro. 1961


El sábado 4 de marzo de 1961 los privilegiados chavales que tenían tele en su casa invitaron a sus amiguitos menos afortunados para presenciar en pandilla el estreno de la nueva serie infantil de TVE, "La marca del zorro", definido por sus responsables como "un héroe californiano, humanitario, valiente y decidido". Sus aventuras comenzaban a las 18.30, tras "El mundo de los animales" y "Aventura de hilitos", los otros espacios que conformaban el llamado "Programa infantil" que se iniciaba a las 18h tras la Carta de Ajuste. La serie, basada en las famosas aventuras del Zorro (posiblemente sin pagar derechos de autor), estaba guionizada, dirigida y realizada por Fernando García de la Vega y Carlos Muñiz que, a su vez, se encargaban de otras adaptaciones similares pensadas especialemente para ese público previo a la adolescencia. Los intérpretes eran también comunes, una especie de compañía de repertorio que tan pronto encarnaba a unos espadachines como a unos descubridores: Paco Morán (el héroe de doble identidad), Ignacio de Paúl, Joaquín Pamplona, Alfredo Muñiz, Pablo Sanz, Manuel Torremocha, Blas Martín y María Luisa Rubio como protagonista femenina. Estos intérpretes también eran fijos en otros programas dirigidos por García de la Vega, como "Escala en HI-FI". En el caso de Morán era omnipresente, el hombre se pasaba los días en el Paseo de la Habana cambiando de papel hasta que decidió dejar la tele para dedicarse al teatro con grandísimo éxito, sobre todo en Barcelona, donde triunfó no sólo como actor sino también como empresario. 
   "La marca del Zorro" precedió en nuestro país a la serie Disney del mismo personaje estrenada en EE.UU en 1957. Por supuesto los medios eran ínfimos, se realizaba en directo desde el Paseo de la Habana, incluidas las escenas de acción (poquitas y muy limitadas en espacio); nada que ver con la que vimos después (hasta coloreada en los 90), rodada en cine, exteriores y con sus protas cabalgando continuamente. Eso sí, hasta que esos niños pudieron comparar ambas al menos disfrutaron con la modesta (pero seguro que esforzadísima) adaptación patria.