sábado, 30 de marzo de 2019

50 años de Eurovisión 1969, la primera transmisión de TVE en color


50 años de esta imagen icónica en nuestra cultura popular, medio siglo se ha cumplido del triunfo de Salomé en el Festival de Eurovisión de 1969 junto a las representantes de Reino Unido, Países Bajos y Francia, primera y única vez de un cuádruple empate con 18 puntos (muy lejos quedaban las puntuaciones de cientos y cientos de puntos a las que estamos acostumbrados hoy). Aquella fue la segunda y también postrera ocasión en la que nuestro país (o más bien nuestra televisión, que de eso se trata) consiguió alzarse con el triunfo en este festivo concurso musical y la única en la que se celebró aquí, en concreto en el Teatro Real de Madrid. 


Pero además de todos esos datos que el público medio conoce bastante bien, celebramos también un aniversario importante para la historia de TVE: la primera vez que retransmitía en color y para toda Europa. No fue el primer programa que se produjo en color, de eso ya hemos hablado aquí, pero nunca antes se había emitido en directo y mucho menos en conexión con Eurovisión. Y eso no fue algo fácil, no ya técnicamente, sino políticamente. No olvidemos que estábamos en plena dictadura franquista y que algunos países no estaban muy conformes con enviar a sus delegaciones a un país donde no existía la libertad de expresión. Manuel Fraga Iribarne, entonces Ministro de Información y Turismo, vio en esto una oportunidad extraordinaria de limpiar la imagen del Régimen aprovechando la campaña publicitaria que podía suponer la organización del certamen. Años después se supo que se destinaron cien millones de pesetas (600.000 euros) al evento. Para hacernos una idea y según datos que maneja el historiador televisivo Manuel Palacio, con esa cantidad se podrían haber financiado doce largometrajes. 


Los profesionales más expertos en cuestiones internacionales se encargan del Festival, Artur Kaps (el director del Clan de los Vieneses, director de "Amigos del lunes" y de los programas de Herta Frankel entre otros muchos) produce, Ramón Díez (con la categoría de primer realizador de la Casa, muy apreciado en toda Europa por la limpieza de sus retransmisiones deportivas) dirige y realiza, Bernardo Ballester se encarga de la escenografía (complicada tarea porque no puede modificar nada del escenario del Real), César Fraile (con reconocida experiencia cinematográfica) ilumina, Amadeo Gabino elabora la escultura de la estrella que preside el decorado y Laurita Valenzuela (que por entonces había regresado a la tele tras un período cinematográfico) presenta con mucha espontaneidad (dentro del encorsetamiento de la época, claro). 


A Salomé se la eligió a dedo pero hubo un concurso para seleccionar la canción. Precisamente "Vivo cantando" era la que menos la convencía pero entre los gerifaltes le hicieron comprender que ese tipo de frivolidades eran las más adecuadas para este festival y no la balada dramática que ella quería interpretar. Y acertaron. Aquí la vemos posando con una de las cámaras durante los múltiples ensayos que se realizaron en las semanas previas y no es baladí la foto porque aquellos aparatejos también fueron noticia en aquellos días de marzo de finales de la década de los sesenta.  


En varios países de Europa ya se emitía en color con regularidad y en España se hablaba desde hacía años de esa posibilidad pero el debate estaba entre los dos sistemas que regían en el continente por entonces, el SECAM y el PAL y no era una mera cuestión técnica sino también política, era una guerra entre Francia y Alemania. Unos meses antes se anunció que TVE efectivamente realizaría el Festival en color pero no se supo hasta unos días antes que sería con el sistema alemán. La unidad móvil sería Philips y habría una gigante pantalla de 20 metros en la sala de prensa del Real para que los periodistas acreditados pudieran ver la retransmisión en rutilante colorines. 


Aunque resulte increíble, sólo se utilizaron cuatro cámaras, ¡cuatro! para este programa, nada que ver con las decenas que se usan hoy, al menos dos estaban montadas sobre grúa y eso permitía una mayor movilidad. Cada una tenía tres plumbicones y esto, amigos, suena a lenguaje de los Electroduendes. Para hacernos una idea, cada cámara de blanco y negro tenía un tubo, mientras que las de color tenían tres, denominados plumbicones, que producían tres gupos de señales: rojo, verde y azul. Cada cámara tenía un codificador que convertía esas tres señales primarias en una compuesta. El resultado fue magnífico, visto con ojos de hoy ni siquiera parece un color "de tele" sino más bien cinematográfico, casi de Technicolor. Y precisamente ahora que se cumplen las cinco décadas de aquel acontecimiento, la web del Archivo RTVE ha recuperado íntegro aquel festival ¡a todo color!



Y para más disfrute del eurofan, también han rescatado una fragmento del programa de reportajes "A toda plana" en el que se explicaba cómo se estaba preparando la fiesta eurovisiva.


sábado, 23 de marzo de 2019

"Nuestra semana", el resumen madrugador

La pequeña redacción de "Nuestra semana" al completo: José Luis López, Adela Cantalapiedra (también presentadora), Celina Velasco y Elke Widmayer

Con la inaguración de la programación matinal en 1986 una pequeña revolución se produjo en TVE. De repente había que "rellenar" huecos en la parrilla que antes, simplemente, no existían. Durante la semana la cosa se organizó entre el "Buenos días", "Por la mañana", culebrones, los dibujos animados y la programación territorial, era lo que se había estudiado durante meses y finalmente, con mucho esfuerzo, se pudo llevar a cabo pero ¿qué pasaba los fines de semana? Parece que con eso no se contaba y no era suficiente con repetir los grandes programas del prime-time. Los sábados hasta ese momento casi comenzaban con "La bola de cristal" a eso de las 11 pero a partir de enero de aquel año la carta de ajuste daría paso a las 8.30 a un nuevo informativo con el título de "Nuestra semana". Si tenemos en cuenta que ese mismo día a las 21h se emitía el veterano "Informe Semanal" en una de sus etapas más populares, con Mari Carmen Gª Vela en la presentación, no tiene mucho sentido que ya hubiera otro resumen mucho más madrugador pero... había que cubrir horas y horas. Esta fue una solución provisional que apenas se mantuvo una temporada en antena. En realidad, era un popurrí de noticias ya emitidas en los Telediarios y en otros programas como el propio "Buenos días", "Estudio Estadio" (obviamente las deportivas) o incluso en el transgresor "Metrópolis" (las culturales). Pero atención porque según la memoria anual de RTVE: "Trata de ser ágil y ameno en la medida de lo posible para evitar aburrir al telespectador a esa difícil hora de la mañana de cada sábado. Por eso, este informativo trata de no incluir catástrofes o desgracias que puedan inquietar a la audiencia (sic) y sí, en cambio, noticias agradables y algún videoclip de actualidad". Es decir, que los gerifaltes de la Casa se preocupaban mucho por la audiencia sabatina y su bienestar. 
   El equipo del programa era mínimo, no olvidemos que era un corta y pega, y ni siquiera tenían asignado un plató, las presentaciones se grababan en la propia oficina que tenían destinada. Adela Cantalapiedra, que también formaba parte del equipo de redacción, era su presentadora. Recordemos que ella también había ejercido esa labor a principios de la década en Informe así que los vínculos con ese espacio se hacían aún más estrechos.

Así fue su primera emisión:



sábado, 16 de marzo de 2019

Felipe vs Aznar. Round 1


Era el 24 de mayo de 1993. Por fin se organizaba el primer debate electoral televisado en nuestro país. Con mucho retraso con respecto no sólo a EEUU sino también con otros países europeos, sí, pero nuestra historia democrática no había permitido muchos alardes en este sentido y una vez "asentada" y tras una época en la que en los platós se discutía sobre todo y entre todos en un ambiente de franca competencia pero de cierto respeto (recordemos ejemplos clarísimos como "La clave", "Cara a cara" o "Debate"), los políticos habían cogido miedo a eso de enfrentarse ante las cámaras. Pero aquel año el candidato del PP, José María Aznar, no tenía nada que perder y el del PSOE, Felipe González, necesitaba una limpieza de imagen. El presidente del Gobierno pensaba que aquel contendiente sería fácil de lidiar y podría demostrar, una vez más, que sabía cómo encandilar con sus palabras. Eran los responsables máximos de los dos partidos mayoritarios, a Julio Anguita (Izquierda Unida) ni siquiera se le invitó a la fiesta.


Aquel era el momento preciso y tras muchas negociaciones se empezó a vislumbrar la posibilidad de que esa vez habría batalla verbal. Pero no iba a ser en el escenario lógico, la televisión pública. Fueron las privadas las que se llevaron el gato al agua (¿en compensación de qué?) y, por lo tanto, deberían ser dos encuentros y no sólo uno. Valerio Lazarov quería que el primero fuera en Tele 5 (así se escribía entonces) pero alguien le convenció de que el segundo tendría más audiencia. Finalmente sería Antena 3 la que organizaría esa primera cita y la titularon tal cual, "El Debate", ¿para qué darle más vueltas? Lo moderaría Manuel Campo Vidal, que había sido director de los informativos de la cadena hasta ese mismo año pero que ya estaba inmerso en la creación de su Canal Internacional. 


Jesús Hermida presentó el programa previo en el que se explicaban las arduas negociaciones que habían sido necesarias para llegar a ese punto. Los asesores de ambos partidos habían estipulado una cantidad absurda de exigencias que despertaron el morbo de la audiencia. Nos enteramos de que el estudio debía tener una temperatura de 20º para que los contendientes no pasaran frío pero tampoco calor y evitar así el riesgo de sudar (habían aprendido del error de Nixon contra Kennedy). La altura de las mesas y las sillas también fue medida, la colocación de las cámaras y, por supuesto, de las luces. El decorado no debía tener colores fuertes que distrajeran la atención ni tener nada que recordara mínimamente a los símbolos de cualquiera de los dos partidos. Vimos en aquel especial cómo los pintores del estudio daban los últimos retoques ante los encargados políticos tras las pruebas de cámara. En realidad eso se debió a que los consejeros socialistas al ver que predominaba el azul exigieron que se difuminara porque aseguraban que era una clara alusión al color del partido contrario. 


El fondo que tendría cada uno de los rivales sería similar, se combinaban los azules, los verdes y los amarillos sobre un ciclorama en el que un relieve con el logo de la cadena destacaba en el plano medio pero se perdía en el primer plano. Estaban enfrentados pero no frente a frente, las tres mesas formaban un triángulo que también recordaba al logo pero que, sobre todo permitía una mejor realización. Sin embargo, nadie tuvo en cuenta un detalle: si uno de los debatientes decidía dirigirse al presentador en vez de a su adversario se producía un salto de eje, es decir, que si se pinchaban los planos de uno y otro seguidos parecía que José María estaba a la izquierda de Felipe y no enfrente y viceversa. Desgraciadamente esa situación se produjo varias veces y encima daba la impresión de que no querían verse las caras. 


Olga Viza tomó el relevo de Hermida, que estaba en el control de realización, desde la entrada al plató. Ella fue retransmitiendo la llegada de los aspirantes a la presidencia desde un atril, explicando que antes tenían que pasar por maquillaje y que además dispondrían de un tiempo en sus respectivos camerinos para los consejos de última hora de sus asesores. El protocolo de llegadas y de reparto de turnos había sido estipulado previamente incluidas las pausas para la publicidad que serían aprovechadas para nuevas consultas, como si aquello fuera un ring y los consejeros sus sparrings. La entrada al estudio fue de una gran emoción, un momentazo televisivo. La grúa captó la entrada de los oponentes y a toda velocidad nos mostró que aquel ruido extraño que escuchábamos en casa se debía a la multitud de fotógrafos que habían sido acreditados para captar el histórico encuentro. Olga daría paso a una primera pausa que serviría para desalojar del plató a los periodistas gráficos, en el estudio sólo se quedarían los técnicos imprescindibles para no "desconcentrar" a los políticos, todo era tan emocionante como exageradamente solemne. Y acartonado, pero eso lo sabríamos después. 


El debate estaba dividido en cinco bloques: nacional, internacional, social, económico y educativo. Los tiempos estaban medidísimos y el moderador apenas podía intervenir, simplemente repartía turnos y controlaba que los tiempos se igualaran. Después de tanto esperar, el público, el votante en definitiva, se sintió un poco engañado, aquello no era un debate, era un monólogo por parte de cada uno de ellos y el presentador ni siquiera podía hacer su trabajo y redirigir, repreguntar. Pero como no estábamos acostumbrados, aquello ya nos pareció un avance. Hubo destellos de un verdadero debate cuando González y Aznar se salían de su papel. La ofensiva inesperada del líder del PP ante un desprevenido (y después supimos que agotado) dirigente del PSOE nos hizo vislumbrar sus verdaderas personalidades. 


9,6 millones de espectadores siguieron el combate dialéctico, un récord para la cadena que sería superado una semana después en Tele 5. Al finalizar Felipe se apresuró a acercarse a su oponente para darle la mano, un gesto que no parecía estar previsto puesto que al realizador le pilló desprevenido con un plano general y con Campo Vidal acercándose a ambos y tapando el apretón. Del siguiente round, ya hablaremos... 


martes, 12 de marzo de 2019

Gila en los 60, de España a Sudamérica y viceversa

Gila durante una intervención en "El maravilloso mundo de Virginia Luque" en el Canal 13 de Argentina

Gila era un genio. Eso es indiscutible. En el humor fue moderno, transgresor y por eso sus monólogos han sobrepasado la línea del tiempo. Da igual que ya no haya teléfonos de baquelita, sus historias siguen haciendo gracia a los que las han oído mil veces pero también a aquellos que las descubren por primera vez. De Don Miguel sabemos muchas cosas y también ignoramos muchas otras. En estos días en los que muchos dominicales, diarios y revistas bucean en su historia aprovechando que hoy 12 de marzo se cumplen 100 años de su nacimiento, comprobamos que en realidad desconocemos la vida este zamorano. Como buen genio era un ser complicado y siempre supo qué debía contar en cada momento. Se dice, por ejemplo, que en 1962 se autoexilió a Sudamérica harto de la Dictadura y que por eso estuvo prohibido hasta que regresó ya a finales de los setenta. Bien, parece que eso no es del todo cierto.
   A principios de los sesenta, Miguel Gila era una estrella del humor en España, gracias a sus intervenciones radiofónicas, sus viñetas en "La Codorniz", sus intervenciones en el cine desde mediados de la década anterior y... sí, también por sus actuaciones en una incipiente TVE. No era extraña su presencia en programas como el estelar "Gran Parada". Por eso en junio de 1960 estrenó su propio programa en la noche de los viernes. Su título era tan simple como claro: "Gila", ni más ni menos, no era necesario añadir adjetivos para saber que él era la estrella y que la audiencia sabía quién era. Se anunció como una serie de diez programas de 15 minutos de duración. La revista de los suscriptores de TVE, "TeleRadio" anunciaba su emisión para las 23 h pero en julio desaparece de la programación para dar paso a otros programas veraniegos, en concretó a "Kermesse", presentado por Toni Leblanc y del que ya hemos hablado aquí. En todo caso, no es cierto por tanto que el famoso humorista estuviera vetado por aquel entonces. 
   En 1962, efectivamente, ya está asentado en Argentina y los españoles tienen noticias de él precisamente por la revista citada que con henchido orgullo anuncia que uno de los colaboradores más reconocidos de TVE también triunfa en otros países. Da cuenta de su éxito en el programa "El maravilloso mundo de Virginia Luque" donde debutó con la parodia de una corrida de toros. En junio del año siguiente la prensa informa de su retorno a nuestro país quejándose de que en Argentina los patrocinadores de su último programa aprovechaban que era grabado para interrumpir sus monólogos en los mejores momentos para insertar publicidad. Por eso, asegura, decide rescindir el contrato y regresar aquí: "Probablemente llegue a un acuerdo con TVE para hacer una serie de programas. Te aseguro que tengo toda mi ilusión puesta en ello, vengo muy preparado, con muchas cosas nuevas. Quisiera mostrarlas en mi tierra". En ese mismo reportaje de A. López Alonso para "TeleRadio" nos encontramos con una perlita que hay que poner en cuarentena como todo lo que aparecía en la prensa durante la Dictadura: 
"Gila se declara franquista". Es el titular de otro de los periódicos que me enseña Miguel, parece ser que en todas las ruedas de prensa que los actores españoles tienen por tierras americanas, en todas las entrevistas ha de surgir el tema sempiterno de la España intencionadamente incomprendida. 
- Siempre tenía que defender algo, como que parece que voy a hacer política.
- ¿Y este titular?
- Me preguntaron cosas. Muy peregrinas todas. Por ejemplo: "¿Es verdad que en España no se come carne?". Yo dije: Sí, es cierto, se la echamos a los leones porque todos nosotros comemos mariscos.

Gila volvió a Argentina pero también a Chile, Perú... y mientras tanto viajaba a su país con cierta periodicidad, por eso en el Archivo de TVE se conservan actuaciones suyas de 1970. No obstante, sería con su fichaje por "Aplauso" a finales de los setenta cuando su regreso ya sería definitivo y un nuevo público se enganchó a sus diálogos solitarios. 

jueves, 7 de marzo de 2019

Isidoro Fernández, la voz regia que tuvo que aguantar a la Bruja Avería


De voz imperial de la radio a locutor fijo de la tele. De compartir micrófono con las estrellas de los micrófonos de los 50 a lidiar con la Bruja Avería. La carrera de Isidoro Fernández es como la de tantos otros profesionales de la voz de nuestro país que comenzaron su carrera entreteniendo a los oyentes y se reconvirtieron en presentadores ante las cámaras. Y como tantos de ellos, a pesar de ser una presencia constante durante décadas, no alcanzaron la fama, eran esos hombres y mujeres a los que el espectador se refería como "el del bigote", "la rubia de labios finos" o "aquel de voz tan grave". En el caso que nos ocupa, su imagen demasiado similar a la de Matías Prats lo hizo más anónimo aún hasta que  por un giro de guión inesperado, al final de su carrera se hizo famoso para el público infantil.


De Isidoro apenas tenemos datos, un caso más entre las figuras clásicas de Prado del Rey que han quedado en el olvido a pesar de su intenso y constante trabajo durante años. Sabemos que fue una de las voces contundentes de Radio España (la segunda emisora creada en el país) en la que trabajó no sólo con las grandes luminarias de la cadena sino también con otras que se estaban iniciando y que llegarían mucho más lejos posteriormente como la hoy tan criticada Encarna Sánchez (por entonces era todavía Encarnita). En una entrevista para la revista TeleRadio (rescatada gracias a Ismael Alonso) se recuerda que inició sus pasos en RNE en 1951 y que tres años después pasó a Radio Cadena Española (dentro de la Red de Emisoras del Movimiento). Parece ser que ingresó en TVE en los sesenta pero ¿cuándo exactamente? No puedo responder pero sí que se sabe que a finales de esa década ya colaboraba en varios programas, fundamentalmente como locutor y es que su voz era de una de las más depuradas de la época: grave pero no dura, casi aterciopelada en su tono.


A principios de los 70 también aparecía como presentador puntualmente en secciones como "En este país" incluida en el magazine informativo diario "Sobre la marcha". No era lo habitual, él era uno de esos locutores multidisciplinares, tan pronto intervenía en un Telediario como en un evento deportivo o una retransmisión marcial. En aquella época compaginaba su intervención televisiva con la radio nocturna, "España de noche", de la que fue un pionero. Queda para la pequeña historia de nuestra tele que Fernández fue el primero en salir en pantalla durante el Sorteo de la Lotería de Navidad, hasta entonces profesionales como Jesús Álvarez sólo estaban presentes con su voz o se les distinguía brevemente en las entrevistas que realizaban a los niños que habían cantado un premio importante. Isidoro tuvo el honor de comandar esta transmisión a principios de los 80 y saludar al espectador mirando a cámara desde uno de los palcos donde se instalaban las enormes cámaras. En aquella época también le tocó dar las Campanadas en Nochevieja aunque por entonces no era ningún honor precisamente sino un marronazo que te tocara hacer ese turno. Sólo se escuchaba su voz, nada de figurar en una azotea brindando con champán.


Fue en esa década cuando un plot twist tan inesperado que ni un guionista de Netflix sería capaz de pergeñarlo cambió su trayectoria. Podemos imaginar (sólo eso) la situación: un día le dicen que a partir de ese momento se va a encargar de las locuciones del programa infantil de los sábados por la mañana. El título de aquel es espacio quizás os suene, "La bola de cristal". De esta manera, entre sus múltiples tareas se añade la de leer con mucha intención los irónicos textos del equipo de guionistas dirigidos por Lolo Rico. El caso es que debió gustarle a la transgresora directora porque al poco tiempo le pidió que se pusiera delante de las cámaras para presentar un Telediario sarcástico en el que se narraban las historias de los inefables Electroduendes como si fueran noticias reales.


Por si eso fuera poco, al elenco de marionetas se unió una nueva de nombre Amperio Felón, con aspecto de Yeti, que llegaría a ser un reconocido político en ese mundo paralelo. ¿Y quién informaría de sus andanzas como si de una hagiografía digna del NO-DO se tratara? Por supuesto, fue nuestro amigo Isidoro que tuvo que incorporar a sus impecables dotes de cronista la de actor. La audiencia adulta le había conocido en su faceta más seria pero los niños ochenteros lo descubrimos en esta etapa en la que incluso sufrió a la temible bruja Avería.
   Según me contaba hace unos días un miembro del equipo, le hacía gracia participar en estos sketches sobre todo porque así podían verle sus nietos. En 1988 el programa terminó y desde entonces a Fernández sólo lo escuchábamos en promociones, continuidades ("A continuación podrán ustedes ver...") o incluso despidiendo la programación ya de madrugada. Supongo que se jubiló en los 90 y desconozco si sigue vivo. Cualquier dato será bienvenido pero que este post sirva, al menos, para que no permanezca sólo en los antiguos datos de contratación de TVE.


He aquí una Bola de 1987 en la que vemos a Isidoro en "Bola News":