martes, 31 de diciembre de 2019

¡Feliz 1980!


1979 fue un año duro para España, la crisis del petróleo del 73 nos llegaba con años de retraso y con el precio del barril de crudo a 20 dolares, casi 8 más que dos años antes. La demanda energética era alta pero no había una política que hubiera previsto una alternativa al petróleo. La tasa de empleo había alcanzado cifras inesperadas y la idea de entrar en la Comunidad Europea estaba ahí pero se veía inalcanzable a tenor de la situación. ¿Y qué tiene que ver todo esto con la Nochevieja televisiva? En realidad mucho, se habían impuesto unas estrictas medidas de ahorro energético y por eso el programa especial para despedir año sería más modesto de lo habitual. 

Una reunión de postín: los grupos infantiles más famosos de la época juntos y revueltos

Nada de maratones musicales dirigidos y realizados por Lazarov, nada de grandes estrellas internacionales, nada de semanas de interminables grabaciones para ofrecer un show de altura. El director Francisco Madariaga y el realizador José María Morales tuvieron que asumir un presupuesto escaso y unos tiempos de preparación y grabación muy limitados, por eso su "Feliz Año 1980" hoy nos parezca un poco pobretón y más aún si lo comparamos con los de años anteriores. Sin embargo, sí que consiguieron algo irrepetible y se puede comprobar en la foto superior. 

La primera formación de Parchís interpretó varios temas en este especial 

A las once de la noche comenzaba la primera parte de este especial que estaba dirigida especialmente a la infancia para rematar el Año Internacional del Niño. Mari Cruz Soriano y su piano compartían plató con una pléyade de artistas que no habían llegado a la adolescencia, la plana mayor de los grupos infantiles que por entonces lo estaban petando se juntaba en este programa, una reunión que no se había producido antes... y que no se repetiría. Caramelos, Botones, Nins, Tito y Tita, el chileno Juanito Liner y, por supuesto, Parchís interpretaban sus éxitos y además le solicitaban a Mari Cruz volver a ver algunas actuaciones de sus artistas favoritos del año que finalizaba. Para eso se tiraba del archivo de tres de los programas más populares de la época: "Aplauso", "300 millones" y "Fantástico".

Tito y Tita, rancheras desde El Bierzo

Para esa primera parte sólo se disponía de un día de grabación y, para más inri, diversos problemas técnicos impidieron utilizar la mañana así que se tuvo que hacer a toda prisa en una sola tarde (y eso, visto hoy, se nota). "Algunos son niños que han venido desde Barcelona y tienen que estar pronto de vuelta y otros tienen la pega de que sus padres no quieren que pierdan más de un día de colegio" aseguró el regidor del estudio a la revista TeleRadio. A pesar de todos esos impedimentos y de una realización muy básica (lógica si tenemos en cuenta las prisas), de esta hora de programa llevan décadas nutriéndose los programas nostálgicos como "Mitomanía", "Viaje al centro de la tele" o "Cachitos" porque aquí estaban todos los niños canoros de cierto éxito a finales de la década de los setenta. La imagen que no se ha usado mucho, curiosamente, es la de todos ellos juntitos y sentados en ese sofá amorfo o escuchando embobados a Mari Cruz Soriano tocar el piano. Imágenes impagables. 

Bárbara Rey, domadora sexy con bailarinas "asalvajadas"

Tras esa primera hora se conectaba con la Puerta del Sol y anunciaba TeleRadio: "En esta ocasión, TVE pondrá un especial cuidado en que no ocurra lo que otros años y que las campanadas del viejo reloj no fallen, por lo menos para que no entremos con retraso en el año nuevo" lo que demuestra que el famoso incidente de Marisa Naranjo diez años después (y que hemos explicado aquí exonerándola de culpa alguna) no fue caso aislado. Después, se emitía la segunda parte del especial: "Se quiere dar la impresión de que todo transcurre en una sala de fiestas pero lo haremos desde los estudios Roma" decía su realizador, José María Morales. Por cierto, esos estudios son hoy la sede de Mediaset.

Manolo de Vega exigiendo a Tony Leblanc que se quite la peluca

El programa se dividía en cuatro partes, cada una de ellas presentada por un humorista de moda en esa época: Andrés Pajares, Fernando Esteso, Pepe da Rosa y Manolo de Vega. Fue en la última donde se nos brindó otro momentazo televisivo que hoy es un clásico. De Vega contaba con la colaboración del maestro Tony Leblanc en un número en el que el actor se travestía de flamenca. Al final, el humorista le pedía que se quitara la peluca a lo que Leblanc respondía desprendiéndose de la de la cantaora. De Vega insistía y finalmente el famoso intérprete abandonaba su peluca habitual para mostrar una cabeza monda y lironda en la que se leía perfectamente, mientras hacía su reverencia al público, "Feliz 1980". 

Ágata Lys, ¿dónde está esa actuación?

En cuanto a la música estaba a cargo de las orquestas de Pedro Iturralde, la de Jaime Marques y la Rafael con los ballets Lido de Madrid y el Benidorm Palace. Como artistas invitadas, solo mujeres: Isabel Pantoja, María Jiménez, La Contrahecha, Paloma San Basilio, Bárbara Rey y Ágata Lys. En cuanto a la actuación de esta última, tengo cierta confusión. En el programa que podemos ver en la web del Archivo de RTVE, no aparece y, sorprendentemente, el número de Manolo de Vega con Tony Leblanc se repite en dos momentos distintos. Ignoro si se debe a un tema de censura o bien a un error en la conservación. Lo cierto es que la revista TeleRadio aseguraba que "hará gala de destape e intentará el más difícil todavía cantando y bailando a la vez. Muchos no se perderán esta última actuación". De eso, ni rastro, pero sí de un número de revista y también de Bárbara Rey en una performance difícil de describir sin entrar en la descalificación. 
   La revista mencionada, que como siempre digo era el órgano oficial de RTVE, advertía en el número correspondiente a la fecha que "por la actual necesidad de restricción de energía terminará antes que otros años, en esta ocasión se pondrá punto y final a las dos de la madrugada". ¡Feliz 1980!


miércoles, 25 de diciembre de 2019

La Navidad con Jordi y Miriam en el Un, dos, tres


El 20 de diciembre de 1991 era viernes y en aquella temporada la noche de la Primera de TVE estaba destinada al concurso de concurso, el "Un, dos, tres" que había regresado en septiembre tras casi tres años en barbecho. Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca sucedían a la mítica Mayra Gómez Kemp (una decisión de Chicho muy comentada en la prensa y en la calle) y esta sería su primera (pero no última) Navidad al frente del programa. Como el siguiente viernes caía en 27, tocaba adelantar las celebraciones unos días y su decorado se vistió de blanco nieve. 



Como venía siendo costumbre desde la segunda etapa de Kiko Ledgard (1976-78) los concursantes serían niños y, por supuesto, el público también y hasta Arévalo vendría acompañado de tiernos pastorcillos. Además, había otro cambio importante del que tenéis una importante pista en la foto superior. ¿Quién preside la mesa de la subasta? Miriam y no Jordi, que era lo habitual. Como la presentadora se había hecho famosa con el infantil "Cajón Desastre" tenía sentido que fuera ella quien tuviera más protagonismo aquel día. También sería la que comandara la parte de las preguntas mientras que Jordi se encargaba de la contabilidad. Todo eso previa pregunta al numeroso público que atestaba las gradas. Eso sí, según me chiva alguien del equipo, los niños no respondieron al unísono que preferían a Miriam. Ante la respuesta aturullada y que resultaría poco comprensible desde casa se optó por pedir la complicidad del público para que el guión siguiera su camino. Por eso en la tele vimos a toda la chavalada gritar que ese día Miriam debía ser "la jefa". 


En cuanto a las atracciones que nos ofrecían Chicho y  su equipo para aquella cita tan especial hubo una que llamó especialmente la atención entre los infantes noventeros: La Onda Vaselina, un grupo mexicano creado en 1989 y que aquí lo petó durante los primeros noventa. Sus versiones espídicas de canciones rock y pop de los 50 calaron entre una chavalería que al día siguiente cantaría en el parque eso de "¡Qué buen reventón!" intentando imitar los movimientos de estos jovencísimos cantantes y bailarines mientras a los abuelos se les escapaba una lagrimilla de emoción porque aquellas eran las canciones de su juventud. Por cierto, la banda dejó grabada otra canción para el programa emitido el 3 de enero dedicado al Día de Reyes, "¡Qué triste es el primer adiós!" y volverían para la Nochebuena del 93 en la etapa presentada por Josep María Bachs. 


Sin embargo, aunque yo también bailé aquellos temas como un poseso, con el paso de los años el número que más me gusta de aquella emisión es el protagonizado por Jordi Estadella como un Mr. Scrooge bastante más orondo de lo que había imaginado Dickens, secundado por Miriam y las azafatas. En "Maldita Navidad" ese tacaño personaje se va tornando en apenas tres minutos y medio de vecino cascarrabias a entrañable señor al que sólo le falta cariño para desplegar sus buenas maneras. 
   Esta edición navideña del "Un, dos, tres" congregó, atención, a 8.759.000 espectadores (un hoy imposible 57,7% de share) según las mediciones de SOFRES de la época.

Fotos @ProintelTV

martes, 24 de diciembre de 2019

El tamborilero de Bing Crosby y David Bowie, pura Nochebuena


El 24 de diciembre de 1977 la británica ITV emitió "Bing Crosby's Merrie Olde Christmas", un especial coproducido con la CBS y que había sido grabado el 11 de septiembre en los estudios de Elstree en Londres, tan sólo cinco semanas antes de la muerte de Crosby por infarto mientras jugaba al golf en el Real Club de la Moraleja, a las afueras de Madrid. Aquel programa era uno más de los musicales navideños protagonizados por el famoso cantante y actor desde finales de los 50, no olvidemos que su "White Christmas" no sólo era su seña sino su disco más vendido (y durante décadas lideró el top general de los más comprados). De aquel especial, sin embargo, lo que permanece es el, a priori, improbable dúo con David Bowie. Iba a ser un segmento pensado para la audiencia más joven pero sin grandes esperanzas de convertirse en el clásico que es hoy, de hecho a punto estuvo de no grabarse. 


El argumento llevaba a la familia Crosby (Bing, su mujer Kathryn y sus tres hijos Harry, Mary y Nathaniel) a Inglaterra aceptando la invitación de Sir Percival Crosby, un pariente desconocido hasta ese momento. Esa excusa se debía a que la compañía productora era la ITC, responsable de grandes éxitos en la ficción exportados a EE.UU. desde los 50. La trama permitía un intercambio entre ambas culturas, incluida la tradición musical en fechas, lógicamente. El actor escocés Stanley Baxter interpretaba no sólo a Percival sino a todos sus sirvientes y el londinense Ron Moody (Fagin en el musical "Oliver") a Charles Dickens y varios de sus personajes. La célebre modelo Twiggy (que puso de moda la delgadez) y los Trinity Boys Choir completaban el reparto pero... insisto, el verdadero protagonista y con apenas unos minutos en pantalla fue Bowie.


El director era Dwight Hemion, quien había trabajado con los más grandes y sigue ostentando el mayor número de nominaciones a los Emmy (47), galardón que consiguió en 18 ocasiones. Suyos son los especiales "My Name is Barbra" (1965, un hito en la carrera inicial de la Streisand)  y "Frank Sinatra: A Man and His Music" (del mismo año). Según se desveló en un documental de la PBS, la tele pública estadounidense) hace unos años, la propuesta de cantar a dúo "Little Drummer Boy" (El tamborilero de Raphael, vaya) no fue bien recibida por el cantante pop, de hecho en principio se negó a interpretarla simplemente porque la odiaba (no era mala razón). El guionista Buz Kohan y el compositor Larry Grossman explicaron en el documental que se encontró una solución intermedia y en tan sólo una hora: Se escribió una contra-melodía y un nuevo puente que contentaron tanto a Bowie como a Crosby que se lo tomó como un reto. Quizás, sólo quizás, también influyera que la madre de David era una gran admiradora de Bing. No creo que ella entendiera que su hijo se hubiera negado a cantar con su ídolo. La cosa funcionó y hoy ese dueto sigue siendo considerado uno de los mejores de la historia. Por cierto, una última curiosidad, el programa se estrenó en la CBS el 30 de noviembre. Allí sí que comienzan pronto las Navidades...

domingo, 15 de diciembre de 2019

Ya sé que tienes novio


Te acabas de casar o estás a punto de hacerlo y quieres amueblar tu piso. Estamos en 1986 y lo de irse a vivir con la pareja sin pasar por la vicaría no está bien visto y los muebles suecos de precio ajustado no han llegado a nuestro país. Amueblar un pisito podía costar unos dos millones de pesetas (doce mil euros) y ese era el valor del premio de uno de los concursos más curiosos y ¿por qué no? absurdos de la tele ochentera: "Ya sé que tienes novio".


Producido en los estudios de Sant Cugat del Vallès, fue el primer programa presentado por Constantino Romero. Él mismo reconocía años después que aquello fue un fracaso pero que le sirvió para llamar la atención de los jefes de la Casa. Poco después confiaron en él para "El tiempo es oro" y desde entonces su carrera televisiva despegó a unos cotas que ni él mismo podía sospechar.


Este concurso transcurría en un decorado que representaba un piso con todo lo necesario para entrar a vivir. La pareja de novios que participaba debía llevar consigo por dos familiares cercanos y, atención, a tantos exnovios/as como pudieran convencer. Podían participar durante tres semanas, en las dos primeras se formulaban 12 preguntas de cultura general, cada vez que fallaban una perdían un lote de premios que correspondía a elementos de esa vivienda. Es decir, en vez de ganar, iban perdiendo y esa fue una de las principales diferencias con respecto a otros concursos de la época. En la tercera semana, eso sí, había repesca de los regalos perdidos y ahí es donde jugaban un papel fundamental los ex.


Carme Conesa era la doncella con cofia y delantal, cual Petra de las historietas de Escobar pero ejercía también de partenaire de Constantino en ciertas partes del programa. Cada semana hablaba de un novio distinto, de ahí el título del programa, ya sabíamos que tenia novio además de referirse sin ninguna veladura a los concursantes que acudían a ayudar a sus ex demostrando que en eso, ya éramos europeos y se podía tener una relación cordial con tus antiguas parejas. 
   El programa podría ser considerado hoy un fracaso, aparentemente no gustó a nadie, ni a audiencia ni a crítica, quizás ni unos ni otros supieron entenderlo. Hoy nos parece un formato surrealista que debería haber sido más canalla para triunfar pero que tenía características para convertirlo en objeto de culto. 


domingo, 8 de diciembre de 2019

"Consumo", comparando marcas en los 80


En 1981 nace "Consumo", un programa que siguiendo la estela del famoso y pionero "35 millones de españoles. Mirando la peseta" pretendía informar a los españoles de sus derechos como consumidores. Si el programa dirigido por Amestoy y Plaza en los setenta apostó (todavía en plena Dictadura) por un estilo agresivo, el espacio comandado por Rafael Romero en la década siguiente pretendía ser un divulgativo basado sobre todo en la fuerza de los reportajes y con un tono más bien informativo. Este espacio sucedía a "La bolsa o la vida" en el que Romero era uno de los redactores/presentadores junto a Isabel Tenaille y Enrique Meneses (director además) y que tuvo una efímera vida. 


El objetivo desde el principio estaba claro: confirmar que los servicios prometidos por las empresas a los consumidores eran de calidad y analizar diferentes productos para informar de cuáles eran los mejores y por qué. Es decir, se adelantaron unos años a varias asociaciones que editarían sus revistas con esta misma fórmula de las comparaciones objetivas. Si en una primera época Romero y su equipo se centraron en los "productos en sí" y se atrevieron a enfrentarse a grandes compañías que, según sus investigaciones, estaban engañando al ciudadano, posteriormente evolucionaron hacia un programa de denuncia en el que se aconsejaba paso a paso cómo luchar por nuestros derechos como consumidores. 


Con los años el programa fue ganando en dinamismo y a los reportajes (muchos grabados en formato cine, como era habitual en los primeros años 80, cuando las cámaras ENG de vídeo no se habían generalizado) se sumaron entrevistas y demostraciones en plató. Asumiendo fórmulas vistas en la BBC comenzaron a probar eso que hoy los profesionales de la tele llaman "acting", es decir, explicar de forma muy gráfica y metafórica en plató conceptos que con una simple entrevista resultarían farragosos y de difícil comprensión. 


En sus últimas temporadas la colaboración con las asociaciones de consumidores era fundamental y además establecieron línea directa con el Ministerio de Sanidad y Consumo, creando una sinergia muy interesante, algo que ya había conseguido Ramón Sánchez-Ocaña con su "Más vale prevenir". En su última etapa, ya con el país dentro de la Comunidad Económica Europea, el programa asumió una nueva y ambiciosa labor: explicar la legislación comunitaria y comparar las marcas españolas con otras extranjeras. 
   "Consumo" recibió varios premios a lo largo de sus seis años en antena, pasó por diversos horarios, algunos tan privilegiados como la franja de las 20.30 de los lunes en la Primera Cadena y se benefició del apoyo de la crítica y de un público fiel. Al mismo tiempo, sufría la presión constante de grandes compañías que no veían con buenos ojos las comparaciones entre marcas (por muy objetivas que fueran) e incluso las peticiones de su cese (por ejemplo la de la Federación Provincial del Comercio de Ourense en 1982). El caso es que en 1987 finalizó su andadura por motivos no aclarados públicamente y aunque hubo otros espacios dedicados al tema, nunca más volvieron a un horario previo al Telediario y ninguno de ellos se alargó tanto en la parrilla como éste. 

domingo, 1 de diciembre de 2019

Peligrosamente juntas o Inka vs Marisol


Las combinaciones de polos (aparentemente) opuestos siempre han funcionado en pantalla, primero en el cine y luego en la tele y no sólo en la ficción, también en formatos de entretenimiento. Partiendo de esa premisa básica, aparece en La 2 el magazine "Peligrosamente juntas" que desde su título dejaba claro que la unión de Marisol Galdón e Inka Martí podía resultar explosiva y así fue. Para el espectador aquellos dos estilos tan alejados entre sí formaban una pareja que enganchaba. Tras las cámaras parece que la explosión se produjo en otro sentido y no tan divertido. Nos lo ha contado Marisol Galdón y, como es habitual en ella, sin cortarse un pelo: la relación con su compañera no fue precisamente idílica. Pero empecemos por el principio, estamos a finales de 1991 y tras una larga etapa en el irreverente y rompedor programa musical "Plástic" (la definición en realidad se queda corta) a Marisol le llega una interesantísima propuesta que podía suponer una evolución brutal en su trayectoria televisiva: "Peligrosamente Juntas surge en el departamento de programas de TVE-Catalunya (Sant Cugat) como una opción refrescante e innovadora de programa cultural vespertino diario para la inmensa minoría de La 2". El objetivo del programa estaba claro: "Ofrecer contenidos culturales sólidos de forma amena. Para eso contamos siempre con un elenco de colaboradores excepcional: Berlanga (que hablaba de erotismo), Luis Carandell, Néstor Luján, Margarita Rivière; Jorge Wagensberg (que difundía ciencia de forma magistral), Alaska... Una selección de invitados ecléctica y heterogénea, que podía ir desde el director de orquesta Ros Marbá, hasta Rosario Flores, Jordi Villacampa, Alejandro Jodorovsky, La Fura dels Baus, Antonio Banderas, Pilar Miró, Vázquez Montalbán o Sánchez Dragó, por ejemplo. Cada día había una actuación en vivo de todo tipo de artistas y, semanalmente, el plató ejercía como una galería en la que se exponía la obra (pinturas, esculturas, fotos...) de alguno o varios artistas."


La implicación de las presentadoras en los contenidos era total y no se limitaba simplemente a aprenderse guiones escritos por otros: "Tanto Inka Martí como una servidora éramos subdirectoras y Xavier Gassió (que venía de dirigir La Palmera), director. Formábamos un triunvirato inicialmente muy bien avenido. Consideraron que optar por dos presentadoras tan contrapuestas físicamente, aunque no intelectualmente, tendría un gancho de cara al espectador." Y, efectivamente, así fue. Quizás esa mezcla de estilos muy distintos entre sí aportaba variedad y personalidad propia al formato y también, por qué no decirlo, cierto aire de realidad porque eran dos chicas que te podías encontrar en la calle, en el trabajo, cada una con su propia manera de expresarse (en todos los sentidos). "El programa fue bastante bien de audiencia, a pesar de que lo hicimos en 1992, el año de las Olimpiadas, y, en alguna ocasión, los eventos deportivos nos obligaron a acortar el programa o alterar el horario." Galdón estaba tan inmersa en la redacción del espacio que dos de los signos de identidad más evidentes fueron cosa suya: "Tanto el título del programa Peligrosamente Juntas, como la sintonía, "Quatre roses pour Marie", de Pascal Comelade (que estuvo actuando en el programa), tuve el placer de escogerlos yo misma."


¿Y qué pasaba en esa redacción y en el plató? ¿Cómo se llevaban Inka y Marisol? Esa fue una pregunta frecuente en las revistas televisivas de la época y, para qué negarlo, entre la audiencia. Producía morbo pensar que entre las dos volaban cuchillos, era lo que se esperaba pero ellas lo negaban constantemente. Ahora, veintisiete años después, Marisol nos confiesa que "la relación con Inka parecía ir por buenos cauces, siempre y cuando cada una efectuara sus propias entrevistas e interacciones con los colaboradores; ese fue un requisito impuesto por Inka, que nunca quiso de ninguna manera que entrevistáramos a dúo, por más que Gassió y yo insistiéramos al respecto. El único momento en que aparecíamos juntas era en el inicio y la tertulia final con colaboradores e invitados. Aparte de eso, todo parecía fluir bien hasta que descubrí que su buen trato no era más que un postureo aparente ya que, un buen día, Gassió me informó de que ella se había quejado de mi excesiva desenvoltura ante la cámara y que, siempre según Inka, mi actitud la hacía parecer más parada y aburrida. Yo me quedé a cuadros."


Galdón pensaba que todo iba bien porque, aparentemente, era así, en aquellas entrevistas del momento no mentían, la relación era cordial y (posiblemente) había respeto y admiración mutuas... pero también inseguridades. Cuando finalizó la temporada y con la renovación sin confirmar se enteró de algo más: "Debo decir, con total franqueza, que nunca se me ha dado bien alternar en los despachos, ni urdir proyectos a escondidas. "Peligrosamente Juntas" terminó sus emisiones justo antes de los JJOO y la vuelta quedó en el aire. Más tarde, me enteré de que Inka había conseguido hacerse con un espacio de seguimiento de los acontecimientos olímpicos, para el que no se contó conmigo. Como he dicho, la relación personal entre nosotras, una vez descubierto su juego, se deterioró."


Si se le pregunta a Marisol qué opina de un hipotético retorno del formato a la cadena responde entusiasta: "¡Claro que sería posible! Posible y necesario. Hallar formatos que ayuden a difundir cultura y contenidos edificantes a los espectadores, de forma amena y con buen rollo, debería ser un objetivo primordial de toda buena televisión pública que se precie. Divulgar conocimiento y divertirse en el intento es uno de los mayores placeres que he tenido el honor de desarrollar en el mundo mediático."