Octubre de 1960, el escenario del Teatro del Fomento de las Artes está preparado para albergar la nueva temporada, la segunda, del programa de variedades estrella de TVE, "Gran Parada". El año anterior había comenzado con fuerza, trayendo a España grandes figuras de la canción internacionales pero con el avance de los meses había ido perdiendo fuelle. La balbuceante tele nuestra (apenas 4 años de existencia) no se podía permitir el lujo de que su farol principal disminuyera su luz así que había que atacar desde el principio con nuevas armas, la primera un nuevo presentador, Rubén Rojo, actor y cantante madrileño nacionalizado mejicano que regresaba a su país de forma puntual para conducir esta nueva época del espacio. El segundo as en la manga era La Chunga, bailaora impulsiva, ajena a los protocolos y que con su racial forma de actuar había fascinado a intelectuales de la época. Era la artista de moda y abriría temporada ante los dos millones escasos de espectadores que tenía TVE por entonces. "Nunca he actuado ante tanto público" declararía la artista, muy nerviosa antes de presentarse por primera vez ante las cámaras con su espectáculo.
Un decorado expresionista que esquematiza un poblado gitano sirve de fondo para la actuación de La Chunga que, como se espera de ella, aparece descalza. La censura no está contenta con que la bailaora muestre sus pies y tobillos desnudos y, mucho menos, que con el aleteo de su falda, de vez en cuando se vean sus fibrados muslos. El realizador, José Lombardía, está obligado a evitarlos así que intenta pinchar primeros planos de su cara o bien otros generales en los que apenas se distinguen las piernas. Es inútil, La Chunga irradia fuerza y sensualidad incluso cuando se le ve de lejos. Es una primera figura perfecta para inaugurar temporada por la expectación que ha generado en los últimos meses.
Antes de ella habían abierto el programa, para ir abriendo boca, unos equilibristas y un prestidigitador. Así el público infantil podía divertirse antes de que les enviaran a la cama. "Gran Parada" comenzaba a las 22.30 h, después de la serie norteamericana "Interpol", "Pantalla deportiva" y el breve concurso "Buena suerte". Un mariachi (que presumía falsamente de ser el primero que visitaba Madrid) cerraba la primera parte del show, antes de presentar a La Chunga.
Sin embargo, la bailaora nacida en Marsella (era hija de gitanos españoles emigrantes en Francia), actriz ocasional y, más tarde, pintora näif, no era la única estrella del nuevo "Gran Parada". En realidad la mayor parte de la audiencia esperaba impaciente la actuación de Xavier Cugat con su orquesta y, sobre todo, de su mujer: la actriz, cantante y sensual bailarina Abbe Lane, aquella que acariciaba la Bossa Nova con su acento de Brooklyn y que aseguraba que Adela le había dicho que mañana el doctor no le quitaría la muela. Decenas de personas esperaban a la entrada del Teatro para conseguir una butaca libre y muchos más se repartían ante las tiendas de electrodomésticos de Madrid y Barcelona para ver los monitores que dejaban encendidos la noche de los domingos los avispados tenderos como reclamo para una posterior venta. Finalmente, Abbe Lane y Cugat hicieron acto de presencia y cumplieron las expectativas, todo un éxito. Pero... en realidad ninguno de los dos estaba aquel día en Madrid, ni siquiera en España. A esas horas actuaban ante las cámaras de la RAI. ¿Cómo era posible esto? Por primera vez TVE hacía uso del video-tape, es decir, de una grabación en vídeo. Estas dos estrellas tuvieron el honor de inaugurar el invento en nuestro país. "El video-tape hace que incluso los que se encuentran en la sala no sospechen que este número se ha grabado unos días antes. Hay quien mira ansiosamente para ver dónde actúa la pareja. Maravilloso avance el logrado por Televisión Española, digna de aplauso por este mejoramiento de sus equipos" decía Álvaro López Alonso en su crónica de la revista "TeleRadio". Las grabaciones se usarían de forma excepcional hasta que la apertura de los estudios de Prado del Rey se normalizaron. Por supuesto, de aquella primera cinta nada se sabe... aunque no deberíamos perder la esperanza, quién sabe.
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