viernes, 13 de septiembre de 2019

50 años de la final de "Un millón para el mejor"

José Luis Pécker en una de las emisiones de la fase final del concurso, con los cuatro concursantes en los extremos del decorado y el jurado en la parte superior. Se realizaba en directo desde los estudios de Miramar, en Barcelona

Este verano, en concreto el 16 de junio, se ha cumplido medio siglo de la gran final del concurso "Un millón para el mejor". Aquella noche de 1969 los ganadores individuales de la primera temporada se enfrentaban en una última emisión para lograr el ansiado premio del título. A esta nueva fase se había llegado de forma inesperada. Tras la exitosa etapa anterior, los directores del programa lanzaron un reto en directo a sus ex concursantes: ¿se atrevían a enfrentarse entre sí para demostrar quién era el "vencedor definitivo"? Ni siquiera se habían tomado la molestia de preguntárselo en privado para confirmar que el programa podría salir adelante. De los cinco que podían aceptar la propuesta respondieron cuatro, la quinta en liza decidió declinar la invitación. Con la ausencia de Mercedes Carbó (la mamá del millón), los que jugaron en esta nueva temporada fueron Rafael Canalejo (el alcalde del millón), Rosa Zumárraga (Miss Aplomo), Paco Ruiz (el yeyé del millón) y Xavier Mateu (el único que no llegó a tener apodo del público). 



Y precisamente fue el que menos popularidad había adquirido en este concurso (que inauguró la moda de los concursantes famosos) el que se alzó con el triunfo final. Mateu, que a punto estuvo de no completar su primera participación se hizo con el cheque del millón, ¡por fin! Y digo por fin porque en el formato original era prácticamente imposible conseguir esa cifra. 
   Durante ocho semanas los cuatro ganadores de la primera etapa compitieron en pruebas aún más espectaculares que las habituales y además los espectadores disfrutaron con el morbo de ver a los famosos contendientes juntos luchando por el premio. Ahora, cincuenta años después, Xavier Mateu recuerda para este blog aquellos meses en los que, inesperadamente, se convirtió en un personaje popular. Además, ha escrito un interesantísimo libro explicando todos los pormenores de aquel concurso, de por qué rechazó participar y después se arrepintió, de la timidez que le había llevado a dejarse bigote para que no le reconocieran (bigote que se había afeitado cuando le ofrecieron concursar de nuevo), de cómo cierto concursante era protegido... un recorrido apasionante por la intrahistoria de un programa mítico... del que no se conserva ninguna edición completa.
   Mateu es físico y doctor en Electrónica retirado, ha trabajado para IBM y dirigió el Centro Informático de la Generalitat. El injusto olvido al que ha sido sometido en estas cinco décadas está siendo corregido gracias a diversas entrevistas que han aparecido en medios catalanes y quizás con ésta su historia llegue a un nuevo público. Por cierto, el libro busca editor.

Mateu (de espaldas) escucha al presentador Joaquín Prat en presencia del jurado. En esta primera temporada el programa se realizaba en directo desde unos estudios en Hospitalet

- ¿Qué era realmente “Un millón para el mejor” y qué era lo que (se decía) que buscaba?

"Un millón para el mejor" fue el primer concurso distinto al de preguntas y respuestas,  habitual en la época. Tenía un planteamiento original: el premio se adjudicaba al comenzar el concurso y se iba perdiendo a medida que no se superaban las sesenta pruebas de todo tipo que era imperativo pasar para retener, en su totalidad o parcialmente, el premio de un millón de pesetas. La pérdida de cantidades era por importes crecientes y los concursantes que no conseguían obtener la aprobación del jurado que evaluaba las pruebas once veces, perdían definitivamente el concurso.
   Según sus creadores, Fernando García de la Vega y Enrique de las Casas, con el inapreciable soporte de Luis Miravitlles, el objetivo del concurso era descubrir y premiar a personas que, según decían, estuviesen en condiciones de enfrentarse a los retos del último tercio del Siglo XX.

Rosa Zumárraga adquirió una enorme popularidad durante el concurso 

- Quizás el espectador de hoy no se puede hacer una idea de la popularidad que tenía aquel programa y la repercusión que llegaban a alcanzar algunos de sus concursantes.

El impacto social que los primeros concursantes ganadores: Rosa Zumárraga —Miss Aplomo— y Rafael Canalejo —el alcalde de Belmez— fue realmente importante y se convirtieron en las primeras “celebrities” que produjo la televisión en el sentido de que pasaron de ser unos desconocidos para el gran público a llenar páginas en los periódicos, recibir reconocimientos por parte de entidades privadas, e incluso de autoridades y protagonizaron spots publicitarios lo cual da idea de su repercusión mediática. Los que vinimos después no tuvimos tanta repercusión con la excepción de Mercedes Carbó —la Mamá del millón— tal vez, más que por su participación como concursante a causa del mensaje que quería, y supo, transmitir y que puso a la vista de todos la problemática del mundo de los discapacitados psíquicos.
   La final nos expuso a todos los que participamos en ella a nueve semanas de presencia en el programa con un objetivo claro: ganar el millón que a algunos sirvió para afirmar su popularidad y a mi para conseguirla finalmente, a pesar de que ese no era mi objetivo.

La mamá del millón con el segundo presentador del programa, José Luis Pécker

- Me resulta especialmente curiosa la razón por la que decidió presentarse al concurso.

Sí, acababa de regresar de una estancia de cuatro años en el extranjero y me encontré desconectado de una sociedad que durante aquellos años había evolucionado notablemente. El concurso que anunciaban podía ser una oportunidad para reintegrarme y decidí solicitar mi participación.

- Una vez cubierto el test inicial y enviado a TVE pasó bastante tiempo hasta que recibió una primera llamada de producción así que le dio tiempo para ver cómo comenzaba el concurso y en qué consistía realmente.

La verdad es que no confiaba en que me eligieran por lo que el seguimiento que hice del concurso fue relativo. Los concursantes iban quedándose por el camino y el concurso no era suficientemente atractivo ni para los espectadores ni para mí como posible concursante.

- Sin embargo, decidió declinar la invitación a participar en un principio, ¿por qué razón y qué fue lo que le llevó a reconsiderar su negativa?

El día en que me llamaron para participar, después de la eliminación del tercer concursante, me di cuenta de que había cometido una torpeza al no haber previsto que me pudieran llamar. Hacía poco que me había incorporado a mi primer trabajo y aquel día el director estaba lejos de la oficina y no podía preguntarle si no tendría inconveniente en que participara en el concurso por lo que, ante la posibilidad de que ello pudiera afectar mi carrera profesional, decidí declinar la invitación. Más tarde al saber que, por el contrario, la empresa consideraba positivamente que uno de sus empleados se diera a conocer públicamente, aprovechando los contactos de nuestra empresa con el programa de Luis Miravitlles, (director y presentador de "Misterios al descubierto"), el director de relaciones públicas de mi empresa consiguió que se me aceptara de nuevo ya que cuando me llamaron por primera vez lo hicieron en virtud de mis respuestas al test antes mencionado. Para entonces ya había comenzado la participación de Rosa Zumárraga por lo que tuve que esperar, y más todavía, ya que cuando habría debido hacerlo me dijeron que también participaría en la primera selección un alcalde por el que mucha gente se había interesado.

Xavier, en el centro, durante la selección de concursantes en directo de la que salió victorioso

- En su primera cita como concursante en realidad no tenía nada seguro porque era una preselección con otros dos participantes. Como no se ha conservado ningún programa completo no estaría de más que explicáramos brevemente en qué consistía el formato.

La primera selección consistía en una simple confrontación de preguntas de cultura general en la que participaban tres personas seleccionadas a partir de los tests, la que se imponía recibía el millón de pesetas que después debía defender frente a las sesenta pruebas. 
   El programa se emitía en directo y no tengo constancia de que se grabara en su totalidad ya que los medios de la época eran muy rudimentarios, aunque sé que, a fin de ir rodando el concurso, se grabaron las participaciones del primer concursante Diego Fernández del Tarré y posiblemente la del segundo Eduardo Cestafé. Posteriormente me consta que se grabó el programa piloto de la final que tuvo lugar en el Salón del Automóvil de Barcelona y tal vez algo del último programa de la final que se conserva en la web de RTVE. Ello junto con las imágenes que pueda haber en los archivos de No-Do es, probablemente, todo lo que se conserva del concurso.


- Las pruebas a las que les sometían durante su concurso propiamente dicho eran de todo tipo…

Sí, podían ser deductivas, de habilidad deportiva, de cálculo, de facilidad oral, de habilidad intelectual o manual e incluso de toma de decisiones, como alguna de las que me propusieron. Todo lejos de la habitual capacidad memorística de los concursos habituales, aunque también las había de este tipo.

La prueba en la que tenía que averiguar a qué animal pertenecían esas pieles y de la que se enteró gracias a un amigo

- El concursante desconocía las pruebas previamente pero varias casualidades le llevaron a conocer con antelación algunas pruebas del concurso y ahí usted aprovechó las circunstancias con bastante picaresca…

Es cierto, en diversas ocasiones, durante mi participación individual, tuve la oportunidad de conocer el tipo de pruebas a las que me iban a someter. De hecho fueron dos, una que implicaba saber utilizar correctamente diversos utensilios del oficio de impresor, que me desveló un amigo de veraneo de la infancia del que había perdido la pista y que se esforzó por localizarme y la otra  una prueba durísima que consistía en reconocer las pieles de las que estaban hechos seis abrigos, que supe gracias a que a una de las modelos que debía hacer el pase en el concurso la llamaron cuando estaba en el estudio de un primo mío fotógrafo profesional que me llamó inmediatamente. En ningún caso fue la televisión la que me lo dio a conocer y mi reacción, en ambos casos, fue prepararme la asignatura.


- Los errores que iba acumulando le hicieron pensar que no llegaría a completar la participación, pero lo consiguió y se llevó más de medio millón de pesetas…

Sí, mi recorrido por el programa fue errático ya que de las primeras doce pruebas de la primera semana fallé tres. La segunda semana fue peor ya que me dieron por no superadas cuatro y a la tercera dos o sea que, cuando me quedaban todavía por efectuar veintiséis pruebas solo podía permitirme fallar una. Y así fue, con lo que al final conseguí salvar medio millón de pesetas

- Aquel día fue cuando se produjo una anécdota que quizás pudo traerle malas consecuencias, decidió dedicar el premio a sus padres en catalán. Eso, en 1968, no era peccata minuta…

Efectivamente, mi estado de ánimo a lo largo del concurso pasó del “veamos que pasa” a la certeza de que antes o después sería eliminado. Y no solo por mis impresiones sino por lo que percibía a través de los medios escritos y por lo que me decían los que seguían de cerca el programa. La conclusión era: para un concurso no es conveniente que lo ganen demasiados concursantes seguidos. por ello, cuando contra pronóstico llegué a la prueba final y me dijo Joaquín Prat que debía dar la noticia de que había ganado al ser más querido, aun sabiendo que Franco estaría viendo el programa, no pude reprimirme y le pregunté al presentador si, puesto que lo que me pedían era que diera la noticia, efectivamente podía hacerlo a mis padres de la forma en que nos comunicábamos habitualmente. Me dijo que podía y entonces lo hice en catalán, siendo el primero que utilizaba mi idioma en televisión ante el resto de ciudadanos del estado.

Recibiendo el famoso maletín (con fotocopias de billetes en la primera fila y recortes de periódico abajo). Atentos a la incredulidad del propio Xavier

- Sin embargo, más allá de las quejas de algunos trabajadores de la propia tele temerosos de un posible castigo, aquello no le ocasionó ningún problema y desde luego no fue vetado para la gran final.

Ciertamente, a pesar del revuelo que se organizó en la cabina de realización donde inmediatamente se empezaron a recibir llamadas desde Madrid reclamando que un traductor cubriera mis declaraciones, nadie había previsto que tal cosa pudiera suceder y lo único que tuvieron tiempo de hacer fue reducir a la mitad el tiempo que me había concedido para efectuar la prueba, cosa que, por cierto, me fue bien para no tener que alargar el discurso un vez dicho lo fundamental. Sorprendemente, este hecho no tuvo influencia, al menos aparentemente, en mi participación en la final.


- Usted vivió las dos etapas del programa, ¿qué recuerda de sus dos presentadores, Joaquín Prat y José Luis Pécker? ¿Había una cierta relación con ustedes antes o después de la emisión? ¿En qué se diferenciaban profesionalmente? ¿Esas diferencias cambiaban de alguna forma el tono del programa?

La relación de Prat conmigo fue poca aunque según lo que he podido leer en diversos periódicos al principio estuvo muy “formal” conmigo y fue evolucionando hacia el final del programa hacia una mayor empatía. Pécker era, fundamentalmente un locutor de radio que fue, poco a poco, aprendiendo el oficio de presentador de TV. Un gran profesional que pecaba de erudito en un medio poco adecuado para ello pero que al final dominó. Como persona, pude experimentarlo más tarde, un perfecto caballero.

Zumárraga, Ruiz, Mateu y Canalejo en la bolera en la que realizaron una de las pruebas en exteriores

- Durante la final tuvo que convivir con los otros cuatro concursantes ganadores previamente (si exceptuamos a la Mamá del Millón que declinó volver al programa). Cada uno tenía un carácter muy distinto y en ocasiones la tensión estuvo muy presente.

Sí, en el momento en que se anunció que habría un desafío entre todos los ganadores para adjudicar definitivamente el millón, el alcalde dejó entrever que no participaría y todos lo comprendimos ya que había corrido el rumor de que el Ministro de Gobernación de la época, Camilo Alonso Vega, había comentado que una persona representativa del Régimen no podía quedar mal —sea esto lo que fuera—. Cuando, prudentemente, el alcalde dio a conocer su renuncia, en su pueblo se organizó un referéndum para obligarlo a presentarse. Canalejo detuvo la consulta y dijo que acudiría al programa. En la primera sesión de la final Canalejo no tuvo suerte o acierto por lo que al final de la misma, habiendo pasado únicamente dos pruebas, la diferencia de puntos conmigo (que era quien mejor puntuación obtuvo) era de 17 puntos. A partir de aquel momento la disposición de los componentes del Jurado se modificó y en lugar de emitir sus votaciones individualmente y sin consultarse, como se había dicho que se haría, pasaron a hacerlo mancomunadamente y el resultado fue que el alcalde recuperó la diferencia en pocos programas. Fue en la quinta semana de la final que la cosa estalló ya que se hizo evidente que cuando el alcalde lo hacía mejor que los demás la puntuación que le otorgaban era muy superior a la del resto y cuando era a la inversa las diferencias eran mínimas.

El alcalde de Belmez observa a Rosa Zumárraga ¿discutiendo? con Mateu

- Por lo que cuenta en su libro Rosa Zumárraga era una mujer de mucho carácter y que no se callaba una…

Fue precisamente ella la que puso de relieve las diferencias de trato cuando en la representación teatral que tuvimos que hacer el alcalde ni siquiera se cambió para interpretar el monólogo de Segismundo de “La vida es sueño”, cuando los demás estuvimos horas caracterizándonos para nuestras interpretaciones y la diferencia de su puntuación con la de Rosa fue poca cuando esta había obtenido anteriormente premios de interpretación. El comentario de Rosa fue: "veríamos lo que habrían dicho si alguno de nosotros no se disfraza."

El primer programa de la final con el jurado en cabinas individuales en la parte superior del decorado

- El peor parado en sus recuerdos es el Alcalde de Belmez e incluso le acusa de haber sido “protegido” y beneficiado por los responsables del programa…

Bien, por lo ya he explicado las respuestas es obvia. No diré que él lo impulsara pero las circunstancias eran las que eran y todos queríamos que la victoria, cuando se diera, fuese lo más justa posible por lo que en aquel momento nos planteamos abandonar.

- Sin embargo, y contra todo pronóstico, usted resultó campeonísimo…

Al final los hados me fueron favorables y conseguí el millón. Lo que me alegró fue constatar que ninguno de mis contrincantes puso peros a mi victoria.

Una de las pruebas en exteriores del último programa

- A pesar de la falta de medios, los directores se empeñaban en realizar pruebas en exteriores, ¿cómo se organizaban para poder salir y volver del plató sin que pasara demasiado tiempo como para entorpecer la marcha del programa?

La experiencia de los traslados fue una de las que comportó más riesgos de mi vida pero lo cierto es que conseguíamos llegar a los lugares indicados a tiempo por las buenas manos de los conductores y la ayuda de la Guardia Urbana que abría paso.


El alcalde y Paco Ruiz, el Yeyé del millón, felicitan a Mateu

- Aquel triunfo le convirtió en un famoso de la época y usted aprovechó para disfrutar las múltiples oportunidades de disfrutar de aquella inesperada popularidad.

Es cierto, pero tampoco había tantas posibilidades. Conocí a gente interesante, me lo pasé bien durante unos meses, pero a la vuelta del verano recomenzó la rutina laboral y al poco tiempo me casé.

- ¿A qué dedicó el premio?

La mitad la utilicé para pagar un piso que había decidido comprarme anteriormente hipotecándome, cosa que no fue necesaria, también me compré un descapotable chiquito, un Seat 850 Speeder y un Vespino para mi hermano. El resto fue a parar al banco que dirigía mi padre.

- Y podríamos decir que gracias también al concurso conoció a su mujer…

Sí, me propusieron colaborar semanalmente en el diario Tele/eXpres y allí conocí a un periodista que me la presentó. A finales de abril de 1970 nos casamos.

Mateu posa para la prensa con el marcador final

- Está claro que tiene una sensación agridulce con respecto al concurso.

La tuve, pero todo está tan lejos...ahora solo queda la nostalgia. Lo que más me sorprende es que, a nuestra escala, no sepamos valorar ni sacar partido de aquello que hicimos bien. En este sentido he de recordar que el pasado mes de abril murió Charles van Doren, ganador del concurso "Twenty One" que hizo furor en la televisión de los Estados Unidos a finales de la década de los cincuenta. El concurso, se supo más tarde, era un fraude a los espectadores y el asunto acabó en el Congreso. Estos hechos dieron origen a una película de mediados de los noventa: "Quiz Show". Pues bien van Doren, aparte de ser portada de TIME, obtuvo un premio de 129.000 $ de la época, — según Wikipedia un millón y poco más de los actuales dólares estadounidenses — que, si me apuran, es una cantidad similar a la que gané en el concurso. Y de todo ello, en España, no queda ni rastro.

He aquí los minutos que se conservan de la finalísima:



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