Te acabas de casar o estás a punto de hacerlo y quieres amueblar tu piso. Estamos en 1986 y lo de irse a vivir con la pareja sin pasar por la vicaría no está bien visto y los muebles suecos de precio ajustado no han llegado a nuestro país. Amueblar un pisito podía costar unos dos millones de pesetas (doce mil euros) y ese era el valor del premio de uno de los concursos más curiosos y ¿por qué no? absurdos de la tele ochentera: "Ya sé que tienes novio".
Producido en los estudios de Sant Cugat del Vallès, fue el primer programa presentado por Constantino Romero. Él mismo reconocía años después que aquello fue un fracaso pero que le sirvió para llamar la atención de los jefes de la Casa. Poco después confiaron en él para "El tiempo es oro" y desde entonces su carrera televisiva despegó a unos cotas que ni él mismo podía sospechar.
Este concurso transcurría en un decorado que representaba un piso con todo lo necesario para entrar a vivir. La pareja de novios que participaba debía llevar consigo por dos familiares cercanos y, atención, a tantos exnovios/as como pudieran convencer. Podían participar durante tres semanas, en las dos primeras se formulaban 12 preguntas de cultura general, cada vez que fallaban una perdían un lote de premios que correspondía a elementos de esa vivienda. Es decir, en vez de ganar, iban perdiendo y esa fue una de las principales diferencias con respecto a otros concursos de la época. En la tercera semana, eso sí, había repesca de los regalos perdidos y ahí es donde jugaban un papel fundamental los ex.
Carme Conesa era la doncella con cofia y delantal, cual Petra de las historietas de Escobar pero ejercía también de partenaire de Constantino en ciertas partes del programa. Cada semana hablaba de un novio distinto, de ahí el título del programa, ya sabíamos que tenia novio además de referirse sin ninguna veladura a los concursantes que acudían a ayudar a sus ex demostrando que en eso, ya éramos europeos y se podía tener una relación cordial con tus antiguas parejas.
El programa podría ser considerado hoy un fracaso, aparentemente no gustó a nadie, ni a audiencia ni a crítica, quizás ni unos ni otros supieron entenderlo. Hoy nos parece un formato surrealista que debería haber sido más canalla para triunfar pero que tenía características para convertirlo en objeto de culto.