jueves, 28 de febrero de 2019

La Carrà, agente inmobiliaria


Raffaella Carrà estrenará muy pronto en RAI 3 su propia versión del programa de Bertín Osborne "Mi casa es la tuya". Aunque hace unos meses la productora española que posee los derechos de explotación ya lo había filtrado, ahora ya es oficial y hasta se conoce la fecha de estreno, 28 de marzo. Es una buena noticia por dos razones: el regreso de la gran estrella a la tele como presentadora y también, desde luego, para la compañía Proamagna que ha conseguido vender el formato si bien es cierto que... si nos ponemos estrictos, en realidad la Carrà ya había hecho algo similar nada menos que tres décadas antes. Atención a esta imagen de 1988 en la que vemos a la italiana con el actor norteamericano Elliot Gould. 


O esta otra con el famosísimo JR de "Dallas", el actor ya fallecido Larry Hagman o la de más abajo con el no menos popular cómico Jerry Lewis. Todas pertenecen al programa "Raffaella Carrà Show" producido por RTI para Canale 5, propiedad de... ¡Berlusconi! Un año antes, en 1987, Raffaella había firmado un contrato millonario con Fininvest, el holding propiedad del político, empresario y cantante de cruceros. Aquel programa sería el primero que presentaría fuera de la que había sido durante décadas su casa, la RAI. Pero que no os confundan estos fotogramas, no era simplemente un programa que iba de casa en casa.


En realidad era lo que prometía su título, un gran espectáculo, un show con música, humor, un gigantesco decorado, mucha lentejuela y lujo. El plato fuerte era la presencia de invitados de renombre internacional como los ya citados y otros tantos como Joan Collins, Omar Sharif, Michael York ("Cabaret"), Tom Jones, Linda Gray ("Dallas"), Lola Flores o Mickey Rourke. Y la verdadera diferencia con respecto a otros shows similares eran los fragmentos grabados en meses anteriores en los hogares de algunos de esos convidados que devolvían (al menos en el contexto narrativo) la invitación a Raffaella. Aquello parecía más bien las páginas en las que el "¡Hola!" nos muestra los lujosos casoplones de herederos de la realeza o de las grandes fortunas empresariales pero ese cotilleo era aprovechado por la show-woman para demostrar su innata capacidad para la entrevista. El hecho de que esos artistas se encontraran cómodamente en su casa y no en un caluroso plató de televisión favorecía las confesiones y quizás la italiana, al ver el programa de Bertín Osborne, ha recordado lo bien que funcionaba esa sección. El momento es el adecuado para retomarla y potenciarla y eso es lo que hará con la ventaja de que la productora española no sólo vende sus derechos sino también las claves del éxito de su formato. Eso sí, podemos preguntarnos si Raffaella necesita indicaciones porque está claro que su mejor arma es su mirada, esa que se clava en sus invitados hasta hacerlos sentir parte de su círculo, ya sea en el salón de su casa o en el ya desaparecido plató de los Estudios Buñuel donde se realizaban su añorado programa de TVE. 

Queda pendiente para otro post hablar en profundidad del resto del show coproducido, por cierto, por TV3 y emitido en su día también en TVG. 


sábado, 23 de febrero de 2019

El primer día de "Noticias Cuatro"


Eran las 20.57 del 7 de noviembre de 2005. Ese día se inauguraba un nuevo canal privado en España, el primero en casi tres lustros. Tras una presentación grabada con todas las estrellas de la cadena y varias promociones, el Michael Robinson del Guiñol daba paso al primer programa en directo: el informativo. Y no sería un noticiario cualquiera, en realidad era un programa de análisis de la actualidad y quizás eso deberían haberlo dejado claro desde el principio para evitar decepciones posteriores. 


Tampoco tenía un presentador cualquiera, nada menos que uno de los grandes baluartes de la información en este país ocuparía ese complicado puesto, el del pionero de una emisora que se estaba estrenando, con toda la ilusión y motivación que eso supone pero también con el trabajo de picapedrero que implica también. Había que buscar un público nuevo para afianzar ese recién nacido llamado Cuatro y nadie mejor que Iñaki Gabilondo para hacerlo. Después de varias décadas al frente del magazine matinal de la SER, "Hoy por hoy", era requerido por sus jefes para cambiar de destino y dotar de credibilidad a unos servicios informativos que se nutrían de la redacción de CNN+ pero que, en la práctica, para el espectador partían de la nada. 


En un amplio decorado en el que predominaban los rojos en combinación con los grises y la madera, Gabilondo se presentaba ante las cámaras con estas palabras: "Buenas noches señoras y señores, ha habido un terrible accidente laboral esta tarde en Granada". Lo hacía sin leer el autocue (chivato colocado en la cámara para que los presentadores no tengan que mirar los papeles) y eso se notaba, para bien y para mal. Sus críticos decían que se le veía perdido y que a veces desviaba la mirada, otros decíamos que estaba siendo natural, que no llevaba guión y que estaba contando las noticias, explicándolas y eso, quizás, podía llamar la atención al principio pero estaba abriendo un nuevo camino. 


¡Y tanto que lo estaba abriendo! Tras la información sobre el accidente laboral con la que había iniciado "Noticias Cuatro" que incluía una entrevista en directo con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se intentaba analizar qué estaba pasando en un país vecino: "La revuelta francesa se extiende fuera de Francia. Los barrios son un polvorín, han estallado. El mensaje de Francia tiene que ser descifrado, ¿sabremos hacerlo?". En el día en el que se anunciaba la primera muerte en los disturbios, Gabilondo se diferenciaba de sus compañeros de otras cadenas yendo él mismo a cubrir el suceso. Se trataba de un reportaje grabado en días anteriores en el que Iñaki recorría las calles parisinas buscando todas las partes implicadas en aquellos desórdenes callejeros que reivindicaban un cambio inmediato. Cuando se le preguntó días después por esa curiosa alteración del relato de los informativos más canónicos él respondió: "Ah, pues eso lo haré siempre que pueda, no será una excepción". 


Y para seguir con las innovaciones, desde el plató se daba paso a un encuentro (no podemos calificarlo de enfrentamiento aunque posiblemente esa fuera la intención de los productores) entre Pasqual Maragall, President de la Generalitat de Cataluña, y Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid. En un momento en el que la vertebración del país peligraba (¿os suena lejano?) Gabilondo era claro y preguntaba a Maragall si había dos Españas. Como el President era más pillo que nadie, jugó al despiste hasta que finalmente y ante la insistencia del periodista aclaraba que para él sólo había una, la España plural. Apenas unos minutos duró esta charla porque como 
confesaba el presentador: "Teníamos otras intenciones pero el tiempo nos ha atropellado". 


Aquel estreno se saldó con un extraordinario (e inesperado) 15,1% de audiencia. Ese registro se debía a la curiosidad y a pesar de todo el despliegue mostrado, el público fue abandonando progresivamente el noticiario. El 21 de enero de 2010, con la "absorción" de Cuatro por parte del grupo que gestionaba Telecinco, Gabilondo dejaba su cargo de director-presentador. Pasó entonces a CNN+ para encargarse de "Hoy", donde el análisis y la reflexión eran aún más evidentes, hasta el 23 de diciembre de ese mismo año. Cinco días después PRISA se veía obligada a cerrar el canal ante la sangría economía a la que se venía enfrentando desde hace años. A Gabilondo le hicieron un flaco favor al pedirle que dejara su bastión radiofónico siendo líder absoluto para reforzar el nuevo canal pero me temo que al comunicador le pudo la lealtad y fue incapaz de negarse. Su "Noticias Cuatro" empezó con fuerza pero se fue desinflando, quizás como los propios medios destinados al área. Aún así volvió a dar lecciones de periodismo y esta vez desde un medio que había cultivado sólo en contadas ocasiones. Hoy Cuatro no es lo que era y parece que ni siquiera sabe qué quiere ser. 

lunes, 18 de febrero de 2019

"Sin límites", el debate que unió a Hermida y Milá


Un gran decorado, con tonos anaranjados, dos gradas de anónimos enfrentadas, dos expertos o afectados por el tema elegido y cuatro contertulios "profesionales". Un nuevo debate "popular" llegaba a Antena 3 el 6 de abril de 1998. Se presentaba como una vuelta de tuerca al formato tradicional, aquel con el que Jesús Hermida había dado muchas satisfacciones a la cadena unos años antes. Ese paso adelante, esa evolución en el género estaba encabezada por dos grandes figuras del medio que conocían muy bien las tertulias televisadas. 


El propio Hermida y Mercedes Milá compartirían labores de presentación. Ambos confesaban su mutua admiración y se declaraban encantados de trabajar juntos por primera vez en un mismo proyecto. Además, en aquella época les unía algo: el relativo fracaso de sus programas inmediatamente anteriores. "La hora H" y "Más que palabras" respectivamente no habían cumplido objetivos. Si bien es cierto que justo antes venían de triunfar con otros títulos ("Con Hermida y Cía." y "Queremos saber") y las expectativas habían sido elevadas, quizás demasiado.


En este nuevo programa unían fuerzas para afrontar una modernización del debate. Cada emisión comenzaría con los presentadores enfrentándose en un breve cara a cara para exponer sus posturas sobre el tema en cuestión, podían ser coincidentes o divergentes. Después se pasaba al testimonio de alguien que tuviera alguna relación directa con el asunto y posteriormente la discusión se iba abriendo a tertulianos a los que ya nos habíamos acostumbrado a ver en muchos espacios similares como Cristina Almeida, Pilar Rahola, Melchor Miralles, Juan Echanove, Fernando García Tola o Luis Antonio de Villena. Aunque la verdadera novedad radicaba en las dos gradas colocadas a derecha e izquierda del cálido decorado y que, aparentemente, era completamente libres para expresar sus ideas. Varios sonidistas equipados con micrófonos de jirafa se movían constantemente para captar sus palabras mientras Milá les azuzaba. Ella era la encargada de preguntar, repreguntar y animar esa parte del programa aunque en realidad poco a poco fue fagocitando también el resto del tiempo ante una curiosa impasibilidad del maestro


El primer día comenzaron fuerte con "La presunción de inocencia". Javier Gurruchaga, recién absuelto del caso Arny se preguntaba quién restitutía su honor perdido. La siguiente semana hablaron de la juventud y así, durante ocho citas más alternaron temas políticos de actualidad como las primarias del PSOE o el balance de dos años de legistatura del PP (con la presencia de primeros espada del partido como Rodrigo Rato, Loyola de Palacio, Mayor Oreja y Arenas), con otros más genéricos (y tendentes al sensacionalismo) como la Viagra o la relación de los jóvenes con la droga. Tan sólo diez programas fueron suficientes para agotar la paciencia de los programadores, no se llegó a completar la temporada. Quizás la hora no fuera la adecuada, el late-night de los lunes en plena competencia con un fortísimo"Crónicas Marcianas" en Telecinco. Posiblemente el dúo de presentadores no llegó a empastar o bien el formato no estaba pulido del todo aunque no se puede negar que fue un buen intento de hacer algo distinto y hay que reconocer el mérito de unir a dos grandes comunicadores.  

miércoles, 6 de febrero de 2019

Las batallas campales del "Julio César" de 1960


Un marcial Miguel Palenzuela a lomos de un caballo aparece en la portada de la revista "TeleRadio" una semana después de haber protagonizado en directo el 25 de abril de 1960 la versión de TVE de la inmortal obra de Shakespeare "Julio César". Lo curioso es que esta portada no se publicara una semana antes para promocionar la superproducción pero es que el esfuerzo que se había hecho para poner en antena esta obra debía ser explicado y merecía aparecer en primerísima página. 


A unos 15 km de Madrid, en el barrio de Lacoma en Peñagrande, se trasladaron en autobuses, como si fueran de excursión, los equipos artísticos y técnicos dirigidos por Juan Guerrero Zamora. Él fue uno de los primeros en vislumbrar en las brumas de la prehistoria de TVE que los dramáticos podían ser algo más que breves adaptaciones de obritas más o menos populares y en un solo escenario. Este ambicioso director-realizador (también uno de los primeros en asumir este rol) se empeñó en ampliar escenarios fuera como fuera y de ahí que para acometer la complicada tarea de adaptar el César de Shakespeare se atreviera a hacer algo que no era, ni mucho menos, habitual. 


Para representar los actos cuarto y quinto, aquellos que incluyen las batallas entre las tropas de Marco Antonio, Octavio Augusto y Lépido contra el ejército de Bruto y Casio decidió filmar unos días antes las escenas en exteriores y en formato cinematográfico. Fue una situación excepcional que la propia TVE publicitó de forma rimbombante: "Un vez más no se escatimó ningún esfuerzo para continuar cumpliendo con una de sus grandes consignas: atender siempre a las exigencias más altas de su público" presumía el reportaje de la citada revista, órgano oficial de la Casa y, por entonces, exclusivo para sus escasos suscriptores. En realidad sólo se usó una cámara de 16 mm para rodar las complejas secuencias y esas imágenes se incorporarían a la emisión en directo desde el minúsculo estudio del Paseo de la Habana donde Bernardo Ballester había preparado un decorado único pero muy apañadito, con partes móviles que ayudaban a crear la sensación de contar con varios sets. 


El rodaje en exteriores se saldó con dos accidentes. Manuel Torremocha, que interpretaba a Metelo Cimber, fue arrojado por su caballo y se dio un fuerte golpe en la cabeza aunque finalmente no tuvo mayores consecuencias. El equipo siguió rodando hasta que José María Escuer, el gran senador Casio, también fue lanzado por su montura hacia una cuneta. Esta vez la cosa fue más grave, el actor quedó sin conocimiento y cuando sus compañeros fueron a recogerle se dieron cuenta de que tenía "el rostro bañado en sangre" según reza la crónica. Fue trasladado a la Casa de Socorro más cercana  donde recibió cuatro puntos en la nariz. Escuer fue sustituido por un especialista pero pocos días después tuvo que aparecer ante las cámaras en directo con la sutura disimulada por el maquillaje. 


Aquel "Julio César" emitido en el espacio "Gran Teatro" fue un éxito brutal. El limitado público que veía TVE en 1960 alucinó, literalmente, al ver más de 100 actores moviéndose por el decorado y a unos cuantos más moviéndose por el monte. ¡Hasta había caballos, qué más se podía pedir a una producción de la muy modesta tele de la época! Pocos años después a Chicho Ibáñez Serrador se le afearía por usar fragmentos cinematográficos en sus series porque algunos críticos pensaban que la televisión era televisión y el cine, otra cosa, juntar ambos formatos era poco menos que un pecado. En el caso que nos ocupa no hubo tanto jaleo simplemente porque la audiencia era muchísimo más limitada y estos "experimentos" eran sólo eso, experimentos.