La carrera de Chicho Ibáñez Serrador es tan amplia como popular. Todos los aficionados a la televisión creen conocer al dedillo sus programas y en cuanto a sus trabajos en ficción buena parte de ellos han sido editados en DVD y también hay una completa lista de los que se han perdido para siempre, tanto de su etapa argentina como de la inicial en TVE cuando todo se realizaba en directo. Por eso, cada vez que sale a la luz un dramático del que sólo existían oscuras referencias en prensa y que no se había vuelto a ver desde su estreno, saltan las alarmas de los "chichófilos" (sí, me acabo de inventar el término, que quede constancia para el futuro). Este es el caso de "El águila tatuada", recuperado por Archivo RTVE en su web. Basado en un relato de O'Henry, es un programa de apenas media hora que, quizás, podría haber sido el piloto de una serie y así se planteó (tímidamente) la posibillidad en su momento pero en realidad era un experimento técnico y visual, un encargo de TVE al gran Chicho para probar una nueva tecnología recién adquirida por la Casa. Nuestro realizador favorito se lo tomó como un reto y, a la vez, como un regalo a la cadena que había sido su hogar durante 6 años antes de abandonarla temporalmente para iniciar el rodaje de su primera película, "La Residencia".
La nueva técnica era la cámara electronicam, una curiosa mezcla entre la calidad de imagen del celuloide y la rapidez de grabación que permitía la multi-cámara de un plató televisivo. Según le contaba al periodista de la revista TeleRadio (y posterior y reconocido realizador) Luis-Tomás Melgar: "En esencia viene a ser una especie de cámara de televisión pero que, en su interior, lleva una cámara de cine cuyo encuadre puede seguirse desde el control de realización. Eso permite rodar como en cine pero con tres cámaras al tiempo, como en televisión. Eso es algo que ya venía, desde hace tiempo, intentándose (o haciéndose) en el cine que ha querido tomar de la televisión esta mayor rapidez de trabajo y, sobre todo, la unidad, el "raccord" que dentro de cada secuencia consigue la televisión al tomar los distintos planos simultáneamente, en acción continua y con tres cámaras".
Hasta aquel momento se había probado la electronicam en musicales dirigidos por José María Quero y Martí Maqueda con resultados satisfactorios pero quedaba la gran prueba, ¿serviría para los dramáticos? Eso permitiría explorar nuevos caminos y, sobre todo, exportar más productos de TVE al exterior. El sistema de vídeo no era el mismo en todos los países pero los telefilms rodados en soporte cine viajaban por todo el mundo y como esta técnica tenía calidad cinematográfica pero un coste de rodaje mucho menor, era perfecta. Mientras que en el cine sólo se usaba una cámara y se repetía la secuencia varias veces para rodarla desde distintos ángulos, con la electronicam sólo había que hacer una toma (si todo salía bien) con el consiguiente ahorro de celuloide (que es mucho más caro que una cinta de vídeo): "Están encendidas las tres pero el paso de la cinta por lo que de ellas es cámara de cine, se detiene o reanuda su marcha a voluntad. Es decir, que aunque el realizador puede seguir los encuadres de las tres, corrigiendo posiciones y eligiendo tomas de entre ellas, cada máquina sólo rueda aquello que el realizador decide".
No era la única ventaja, además de ahorrar tiempo y dinero durante la grabación, el montaje final era infinitamente más sencillo: "El realizador disponiendo de una película fotográfica ve enormemente facilitado su posible trabajo de montaje puesto que puede realizarlo en una moviola normal de 35 mm. viendo en cada momento la imagen directamente, pudiendo cortar por donde lo desee y no teniendo que prestar atención a otra cosa que a sus necesidades estéticas y expresivas y no a consideraciones tales como impulsos (se refiere a los "impulsos" de la cinta magnética de vídeo), etc." Si en una grabación en plató el sonido no siempre era perfecto y se escuchaban más las cámaras moviéndose que a un actor susurrando en una escena íntima, la electronicam tenía una gran virtud: "El sonido, como en cine, se incorpora independientemente a la imagen pudiendo, por tanto, cuidarse mucho más y facilitar enormemente la labor de doblaje para el caso de posibles ventas al extranjero". Si todo esto fuera poco, Chicho encontraba en esta tecnología experimental una razón indiscutible para considerarla prácticamente perfecta para sus propósitos televisivos: "Ofrece, además, una nueva ventaja: la de que las filmaciones de exteriores, cada día más frecuentes en los programas de TV, y el trabajo de estudio se mezclan con absoluta facilidad, en la misma forma que en el cine". Recordemos que él había sido criticado por haber incorporado imágenes grabadas en exteriores en 16 mm (considerado casi un formato casero) en sus "Historias para no dormir" para dotar de mayor movimiento a sus capítulos y de "aire".
"El águila tatuada" es una maravilla olvidada. El ejemplo perfecto de cómo se desechó una tecnología que podría haber dado grandes satisfacciones a los realizadores de TVE. El por qué no se usó más es un misterio. Quizás, las pruebas posteriores no fueron tan satisfactorias como ésta o también es posible que al resto de la plantilla le faltaran ganas de probar cosas nuevas o que no tuvieran la experiencia con el celuloide que sí tenía Don Narciso y que, evidentemente, ayudó a que supiera comprender las posibilidades que albergaba la electronicam. Muchos años después, en concreto 23, TVE volvería a pedir a Chicho que probara las posibilidades de las nuevas cámaras de vídeo y de las unidades móviles para grabar series en exteriores. El resultado fue la última (y breve) etapa de "Historias para no dormir" en 1982. Gracias a esa prueba llegaron otras series como "Tristeza de amor".
Primera página del guión cedida por Carlos Urrutia. PROINTEL todos los derechos reservados |
En cuanto a los méritos artísticos de este "piloto", más allá de los puramente técnicos, "El águila tatuada" reúne los elementos habituales del trabajo de Chicho: una perfecta descripción del ambiente, la contextualización de los protagonistas en el lugar y la época, unos personajes muy bien definidos y un humor muy cercano a lo british que impregna todo el guión. Por supuesto y como era habitual, Chicho no sólo realizaba, también había escrito la adaptación del relato y dirigido. Si efectivamente era el piloto para una serie (cosa que dudo mucho teniendo en cuenta que ya tenía todo listo para comenzar a rodar su película), podría haber sido un éxito tras el paso de "Los premios" de forma casi inadvertida por la programación en 1968. "El águila" se rodó en octubre de ese año y se estrenó en enero de 1969 con una crítica entusiasta. José María Caffarel y Juan Luis Galiardo la protagonizan con breves intervenciones de Venancio Muro y Emilio Laguna, entre otros.
Era la despedida por una temporada del considerado oficialmente como uno de los genios de la tele. Hoy podemos recuperar esta cuenta perdida del bello rosario de obras de Chicho. Disfrutadlo. Estoy seguro de que cuando leáis la palabra "Fin" una sonrisa asomará en vuestro rostro, una sonrisa de pura satisfacción y admiración renovada por el maestro incluso ante "obras menores" como esta. Menor pero que promete mucho.