martes, 25 de junio de 2019

Hollywood en TV3


Hubo un tiempo en el que la discoteca Studio 54 en pleno Paralelo barcelonés primero y los estudios de TV3 (Televisió de Catalunya) en Sant Joan Despí después parecían una sucursal de la Metro Goldwyn Mayer o la Paramount. Antes de que Àngel Casas convirtiera un plató de Sant Just Desvern en el lugar donde se celebraba que "Un día es un día" en TVE, consiguió que grandes estrellas del cine, la música y el deporte se sentaran a su vera para contar aquello que siempre contaban de su vida pero también esas cosillas que sólo un periodista como él se atrevía a preguntar con una cierta inocencia no exenta de picardía (y sí, lo sé, es un oxímoron pero en este caso muy ajustado a la realidad). Efectivamente, años antes de que toda España disfrutara con este formato, los catalanes ya lo conocían muy bien.

Raymond Burr recordaba vívamente su estancia en Barcelona en los años 30

TV3 se había inaugurado en septiembre de 1983, todavía estaba en proceso de apuntalamiento cuando llegó "Àngel Casas Show", fue el 17 de enero del 84. La fórmula era tan sencilla como clásica en la tele: entrevistas y música, un talk-show en el que el espectador sabía que se iba a encontrar a los protagonistas de la noticia de la semana. La diferencia, y en esto sí que eran pioneros, es que no importaba el origen de los invitados, no había límite. Si el "Estudio Abierto" de Íñigo (y "Directísimo" después) se había caracterizado por llevar a grandes artistas al plató, Casas fue un paso más allá y junto a viejas estrellas de la pantalla sorprendía al espectador con la inefable Cicciolina que había conseguido un escaño en el Parlamento italiano, con el atleta Ben Johnson días después de batir un récord mundial (aunque después resultó ser un fraude) o a una de las múltiples novias despechadas de Julio Iglesias. Lo divino y lo banal se unían en un mismo espacio y sus conversaciones eran aderezadas con la mejor música del momento. 

Uderzo no es muy amigo de las entrevistas y menos en directo así que esta charla es una joya del archivo

La lista de invitados era tan amplia como heterogénea. En aquella época, el programa se podía permitir el lujo de iniciar la emisión anunciando la presencia de Albert Uderzo, el dibujante y co-creador de Astérix. Un día podían tener a George Benson interpretando su versión de "Beyond the Sea" y la semana siguiente llevar al creador de la famosa canción, un casi octogenario Charles Trenet que, cantando en directo y acompañado de dos pianos y contrabajo era capaz de emocionar al público presente con su continuo crescendo. Por supuesto Casas se cuidaba muy mucho de que hubiera un equilibrio entre los entrevistados, los internacionales se mezclaban sabiamente con los nacionales y, por supuesto, con los autonómicos en un sabio cocktail. No sólo había entrevistas individuales, de vez en cuando se mezclaban parejas con una premisa peregrina pero simpática o inesperada, un poco al estilo de lo que Julia Otero sublimaría años después en "Las cerezas". 

Ann-Margret y George Sidney reunidos en un plató de TV3

Memorable fue la reunión entre José Luis Perales y el sarcástico humorista gráfico Jaume Perich que había declarado públicamente su inquina al cantante en varias ocasiones. Frente a frente le echaba en cara que se había vuelto calvo y miope por su culpa porque todas aquellas desgracias coincidían con el inicio del éxito de Perales. Otros diálogos eran menos surrealistas, por ejemplo el encuentro entre el director George Sidney y una tímida Ann-Margret a la que había dirigido en dos ocasiones. Y es que la presencia de grandes luminarias del cine de cualquier época era el gran atractivo de este programa. Ya fuera porque acudían a un homenaje en algún punto de Europa, bien porque estaban de oferta en la lista de celebridades disponibles para acudir a televisiones de medio mundo o quizás porque al equipo de Àngel se le ocurría alguna excusa para invitarlos, todos tenían su interés. Eso sí, se huía de la promoción y eso permitía que el programa nunca estuviera supeditado a las necesidades publicitarias de las compañías cinematográficas. Gracias a eso no veíamos a los mismos actores en todos los programas de las (pocas) cadenas existentes en aquel momento durante una misma semana. Los guionistas y productores tenían una amplia red de "buscadores de estrellas" en Londres, París, Roma, Nueva York... ¿Que un programa de la tele italiana contrataba a algún actor de "Dallas" para un show? ¡Perfecto! Que se venga también a Barcelona donde le alojaremos en el Ritz. Con tal intrincada telaraña de contactos, este talk-show conseguía lo impensable. 

Mecano en pleno éxito interpretó varios temas en el programa 

Esa marabunta de personajes interesantes nos dejó momentazos irrepetibles, desde la coincidencia un mismo día de Robert Mitchum y Anthony Quinn pero con la negativa del primero a ver siquiera al segundo hasta la famosa caída de una por entonces célebre Charlene Tilton (Lucy en "Dallas") mientras cantaba. Entre medias, las declaraciones en un sospechoso estado de Eddie Constantine en horas bajas (asegurando que nunca había tenido problemas con un director pero que en ese momento los estaba teniendo con Aristarain con quien rodaba "Golpe de estado"), Raymond Burr promocionando la reposición de "Perry Mason" y anunciando que pronto llegarían nuevos capítulos, Joan Collins seduciendo al presentador (como siempre) o un displicente Rock Hudson que pocas semanas después saltaba a los tabloides por su enfermedad. Por supuesto, no podemos olvidar la parte musical: Joe Cocker y Nina Simone podían coincidir en los camerinos con Serrat, Núria Feliu, Hombres G o Mecano. 
   Cuatro años duró el show de Casas y tan bien funcionó que fue trasplantado, tal cual, a TVE, primero en su circuito catalán y después al nacional con el nombre ya mencionado de "Un día es un día". Os recomiendo que os paséis por el archivo de la web de TV3 para alucinar con este programa. 

viernes, 14 de junio de 2019

"Zona franca", pop y rock desde Barcelona

Oasis, sí Oasis con los hermanos Gallagher un poco separados por si acaso, en el enorme plató de "Zona Franca"
  
En mayo de 1995 y hasta el verano del año siguiente el Estudio 3 de Sant Cugat del Vallès en Barcelona se llenaba de la música más actual que era coreada por 300 jóvenes que acudían como público a las grabaciones de "Zona franca", el único musical juvenil de aquella temporada y el primero de este tipo que se realizaba desde los estudios de TVE en Cataluña. Si bien Miramar (y Esplugues después) habían albergado musicales de gran importancia, había sido Prado del Rey el que llevara la batuta para el público más joven desde los tiempos de "Aplauso". Por eso, este proyecto se acogió allí desde el principio con muchísima ilusión y como una oportunidad para demostrar la valía del equipo técnico y artístico de aquellas instalaciones en un momento en el que estaban infrautilizadas.

Robbie Williams a punto de echarle los tejos a Arantxa mientras Gary Barlow pone cara de desaprobación y Tony directamente se tapa los ojos con unas gafas de sol muy prácticas para un plató casi a oscuras 

Carlos Garzón y Jordi Solanas dirigían este espacio destinado a una audiencia de entre 13 y 20 años. “Es un programa de actuaciones musicales muy duro, en el que vamos a intentar que se produzca un equilibrio entre lo más atractivo que nos viene de fuera y el producto nacional, con prioridad para los grupos, ya que salvo excepciones hay pocos solistas que sean del agrado de los jóvenes” aseguraba  Garzón en la presentación ante la prensa tal y como recogía el diario "La Vanguardia" en su edición del 1 de junio del 95. Los presentadores tenían ya experiencia en estas lides y la pareja elegida tenía su morbo porque unía a dos comunicadores que previamente se habían enfrentado con programas similares desde cadenas distintas. Arantxa de Benito había debutado con "Ponte las pilas" en 1991 en la 2 y después (junto a su compañero Benjamin Barrington) se pasó a "Los primeros de la Primera". Tony Aguilar en "Leña al mono que es de goma" en Antena 3 un par de años más tarde aunque ya trabajaba por entonces en la radio. Junto a ellos Manuel Martín ("Clip Clap Vídeo") se encargaría de la agenda de conciertos en las primeras emisiones. 

Céline Dion lo da todo en el Estudio 3 de Sant Cugat del Vallès

Realizaba con su habitual elegancia Jordi Solanas, un profesional vinculado a Sant Cugat desde los inicios de su carrera al que le gustaba especialmente jugar con la grúa, quizás influenciado por una de las maestras de TVE en Cataluña, Mercè Vilaret. La iluminación de Albert Botey, de exquisito gusto, sobre la escenografía de Gustavo Salinas era otro de los puntos fuertes de este musical que presentó ante las cámaras lo mejorcito de la época: desde Annie Lennox a Robert Palmer, de Radiohead a Take That, de Céline Dion a Lenny Kravitz y en cuanto a los nacionales: todos, todos aquellos que estaban de promoción pasaron por el plató de "Zona franca" que hacía honor a su nombre, allí se comerciaba libremente con música, sin prejuicios de ningún tipo, el único requisito era el más obvio: estar de actualidad y vender muchos discos. 

La pastilla central, el otro escenario de "Zona Franca", rodeado de público 

Si algo caracterizó a este programa, además de la impresionante lista de invitados y de su variedad en el género (en un mismo programa te podías encontrar a Björk dando saltitos, a Héroes del Silencio con su habitual histrionismo y a Los Secretos no precisamente animando almas) fue el ambiente discotequero. Las cámaras se movían sin descanso por los dos escenarios y los presentadores tan pronto aparecían entre el público como en la pastilla central. Era habitual que la cámara pasara directamente de ellos a la actuación, no eran las típicas presentaciones grabadas en batería en un lado del decorado; ese ritmo y sensación de directo importados del "Top of the Pops" de la BBC eran muy apreciables. Emitido los viernes a las 20.30 en la 2 (excepto para Cataluña que a esa hora emitía en catalán) y para toda España de nuevo los sábados a las 13 h, el programa cumplió expectativas pero ignoro por qué no fue renovado en la temporada 97/98 cuando fue sustituido por "Música sí", ya desde Prado del Rey. 

En Archivo RTVE podéis disfrutar de este ejemplo, edición del 12 de enero de 1996:


sábado, 8 de junio de 2019

Chicho, el legado


La noticia del fallecimiento de Narciso Ibáñez Serrador ha despertado una corriente de reconocimientos, públicos y privados, que demuestran que la obra de este maestro del teatro, la televisión, el cine y la radio (sí, todo eso y mucho más) trasciende su momento. Los productos que pergeñó para esos medios no se quedaron anclados en su época, en el caso de la tele traspasaron su temporada de emisión y es uno de los escasísimos ejemplos de autores televisivos que han visto como una de sus series con más de medio siglo de antigüedad, grabada en vídeo y casi con realización en directo, ha tenido varias ediciones en DVD. No es poca cosa. 

Con su padre, Narciso Ibáñez Menta

Para Chicho todo empezó en el teatro. Sus padres, Pepita Serrador y Narciso Ibáñez Menta eran actores de fama. Se crió entre bambalinas, aprendiendo a amar un arte que sería la base de sus trabajos posteriores. Allí comenzó desde abajo y llegó a ser autor y director reconocido, además de actor, una profesión que abandonó prácticamente cuando llegó a trabajar a España pero que la ejercía como diletante en sus múltiples presentaciones. Además de ese entrenamiento profesional, tenía talento, un talento innato e indiscutible. Y sentido común, algo muy importante en cualquier oficio pero en este mucho más. Siendo muy joven se dio cuenta de que si actuaba, dirigía e interpretaba, los carteles teatrales parecían de una función de aficionado, por eso comenzó a firmar sus guiones como Luis Peñafiel, nombre que también usó para sus guiones televisivos por la misma razón. 

Como actor de una de las obras de "Estudio 3" que también dirigía

Tras haber triunfado (y también arruinarse) en la televisión argentina, regresó a España, país de origen de su madre y donde él había estudiado (en Salamanca concretamente) para ofrecer sus  servicios a una TVE casi inicial. Llegó con una muestra de sus trabajos, cosa que ya sorprendió a los directivos, nadie había hecho eso antes aquí, y fue contratado inmediatamente. Su primer destino fue "Estudio 3", un ambicioso pero impersonal contenedor de obras únicas e independientes que él utilizó como banco de pruebas. Ese experimento le sirvió para saber de qué géneros adolecía nuestra tele y cuáles gustaban más a los españoles. 

Revisando el guión de "El trasplante" con Lola Herrera y José María Prada

De ahí surge su primera "especialización" en la pantalla patria. "Mañana puede ser verdad" y, sobre todo, "Historias para no dormir" tocaron temas inéditos: terror, suspense, thriller... incluso la ciencia ficción o las distopías, muy prácticas para metaforizar sobre el Franquismo sin que los paletos censores se percataran. Si un personaje se refiere a otro como "camarada", este capítulo estará criticando el comunismo, ¿no? Ay, bendita ignorancia. En esos años sesenta comienza a hacerse latente el legado de Chicho. En primer lugar en el espectador, fue uno de los primeros realizadores y directores reconocidos (y reconocibles) por la audiencia. No sólo por sus introducciones sino también por su estilo. Y también comienza a influir en los compañeros, su exigencia brutal, su perfeccionismo era tan temido como admirado y, por supuesto, imitado. 

El cameo en "Historia de frivolidad" con su compañero de guión Jaime de Armiñán

Pero él podía permitirse ser perfeccionista y exigir hasta lo indecible porque era, sin ambages, un genio. Y un pionero. Y un hombre con una cultura inmensa. Por eso podía echar broncas a aquellos que no cumplían con lo que esperaba de ellos. Algunos no aguantaban la presión y a otros, en cambio, eso les imbuía de un pundonor profesional que los llevaba a exigirse más a sí mismos para contentar al jefe. Los gerifaltes de la tele lo vieron claro: si querían presentarse a concursos internacionales para que el logo de TVE comenzara a sonar fuera de aquí tenían que contar con el talento de Ibáñez Serrador. De ahí vienen "El asfalto", "El trasplante" o "Historia de la frivolidad", especiales premiadísimos y con los que podía dar en las narices a los inmovilistas, hasta con una parodia sobre la censura conseguía un premio del Vaticano. 

Dirigiendo la mítica escena de las duchas de "La Residencia"

La tele se le queda pequeña al genio y decide probar suerte en el cine. Primero con "La residencia" y años más tarde con "¿Quién puede matar a un niño?", películas de género con las que consigue impresionante taquilla no sólo aquí sino en Europa y unos cuantos premios. Entre ambas un proyecto que no cristaliza ambientando en un psiquiátrico. Uno más de los guiones que no llegaron a filmarse como el de la ambiciosa serie (siempre en su lista de asuntos pendientes) "Cartas al director". Este mismo año ha recibido un Goya de Honor presentado por una muestra de los cineastas jóvenes a los que ha influido, entre los que se encuentran Álex de la Iglesia. J.A. Bayona o Rodrigó Cortés. El legado se extiende al cine... con sólo dos filmes rodados. ¿Pero acaso sus series grabadas en vídeo no eran puro cine?

Durante una de las presentaciones de "Mis terrores favoritos" en la primera etapa

Hay que reconocer que sus dos ciclos de "Mis terrores favoritos" también ayudaron a crear afición. ¿Cuántos chavales de dos generaciones bien distintas, la de los setenta y la de los noventa, vieron por primera vez filmes como "La semilla del diablo"? El humor, por cierto, siempre el humor presente en su carrera. Aquellas intervenciones autocríticas, autoirónicas y auto todo lo que queráis suponían una tirita antes de la herida. Si me vais a criticar, esperad, lo hago yo primero y con mucha más saña. Esa es también una gran lección, una más. 

Preparando un número musical de "Un, dos, tres... a leer esta vez" en 2004

El entretenimiento. El espectáculo. Estoy seguro de que le hubiera encantado dirigir un gran musical, al estilo Metro en su época dorada. Recordad el número de "A Chorus Line" en aquel "Un, dos, tres" de 1983 en el que cambiaba todo a mitad de temporada. La sorpresa, lo inesperado. Como su "Hablemos de sexo" o el regreso del famoso concurso pero con la coletilla "... a leer esta vez" cuando nadie lo esperaba. Era 2004 y, a pesar de las críticas o la progresiva bajada de audiencia consiguió algo importante: crear una nueva legión de fans del programa en una generación a la que la temporadas anteriores le quedaban demasiado lejos. 


Todos tenemos nuestro recuerdo de Chicho. Unos como espectadores, otros como compañeros y algunos, es mi caso, como admirador que tiene la oportunidad de conocerlo. Mi primer encuentro con él fue allá por 1995. Había regresado a Prado del Rey para realizar desde el Estudio 1 (uno de los platós en los que había grabado el "Un, dos, tres" en los 70 y 80) "El semáforo". Yo estaba de visita con un amigo común que había sido productor de una de sus series. Se encontraron en los pasillos y me presentó. Me quedé sin palabras aunque sé que él me dijo algo amable que soy incapaz de recordar. Poco después acudí a varias grabaciones de aquel show y pude verlo trabajar. Año 98, acudí como fotógrafo de una revista al estudio del nuevo "Waku Waku". Me vino a saludar, ¡me vino a saludar! y me dijo que tenía acceso libre para hacer las fotos que quisiera desde donde quisiera. Siempre tuvo una excelente relación con la prensa porque sabía que la promoción era necesaria. Yo tenía unos 20 años pero me trato como si fuera un viejo profesional. La última vez fue en 2005, en Santiago de Compostela y pude entrevistarle. De aquella charla ya he hablado aquí e incluso podéis verla así que no me extenderé. No era un buen momento para él pero se dejó llevar en la conversación y, creo, fue sincero. Para mí se quedan las palabras que me susurró al oído tras acercarme hacía sí con firmeza aprovechando el apretón de manos de despedida. 
   ¿Cuál es el legado de Narciso Ibáñez Serrador? TODO. Su legado es todo, todo eso que veis en la tele lo tenemos gracias a él porque fue quien trajo la modernidad a nuestros platós. Esa sonrisa de nostalgia por un tiempo de tele en familia, ese cosquilleo de agradecimiento que habéis sentido estas últimas horas al ver los reportajes sobre figura es su legado. Y por ello le debemos agradecimiento eterno. 

sábado, 1 de junio de 2019

La tele de los 70 según Miguel Herrero


Primero repasó la tele de los 80 en dos libros, después llegaron los 90, también recordó la historia del "Un, dos, tres" y, más recientemente, ha rebuscado entre talleres de marionetistas para descubrir los "Telemuñecos". El infatigable Miguel Herrero se enfrenta ahora a un nuevo reto: la década de los setenta. Un decenio fundamental en la historia de nuestra televisión, que va del tardofranquismo a la lucha por la democracia desde la Transición, una época en la que se afianzaron géneros y se probaron nuevas fórmulas, en la que la música amenizaba cualquier franja horaria y los niños pasaron de los Chiripitifláuticos a los Payasos de la Tele y en informativos se produjo una revolución liderada por unos "descorbatados". Herrero repasa las novedades año por año en su último libro editado, cómo no, por Diábolo. 

Julio Iglesias durante la grabación de su especial de la serie "La hora de..."
- Quizás si tu futuro lector piensa en los 70 televisivos le vienen a la cabeza los musicales. Los había de todo tipo y gracias a que se han conservado la mayoría en archivo son imágenes muy repetidas y características. ¿Qué destacarías de ese género en aquella época?

Efectivamente, los años 70 fueron brillantes en el campo musical. Era parte de la base de la programación junto a los dramáticos. Los hubo de todo tipo, dedicados a géneros, muy especializados. Desde el jazz al pop, lo comercial, lo regional y la copla. Especialmente interesantes resultan los de Valerio Lazarov, en los que los artistas grababan sus canciones interpretando de una manera muy cómica el contenido de las mismas. Lauren Postigo deslumbró con el inesperado éxito de sus "Cantares" cuando sus invitados parecían más que olvidados. "300 millones" apostó por el castellano aunque se saltó la norma con algunos invitados de la talla de ABBA. La lista abarca títulos como "Especial Pop", "A su aire", "3 programas 3", "Voces a 45", "Musiqueando" y el prestigioso "Popgrama" de Carlos Tena. Los archivos guardan actuaciones y entrevistas de primer nivel gracias al trabajo que se realizó, siendo curioso que ahora la tele se dedica a recordar a los artistazos que conservan los archivos pero haciendo poco por seguir esa estela y que en el futuro se puedan recuperar éxitos de esta época. En cualquier caso, me declaro fan de "Aplauso", que desde 1978 se preocupó por gran variedad de estilos, como si se tratara de una revista, dividida en secciones y páginas, con una bonita estética, concursos y hábil manejo del lenguaje para los jóvenes que vivían el sonido "disco 70s", "Grease", "Fiebre del sábado noche" o la Motown. En el libro quedan recogidos todos estos títulos y su historia.

Kiko Ledgard al frente del concurso más popular de la década
- Otro género que brilló en esos años fue el de los concursos, algunos popularísimos. ¿Cuáles destacarías y por qué?

Curiosamente, en los 70 el de los concursos habitualmente era un género residual en la programación. Como si fuera obligatorio tener alguno para completar estilos y variedad. Hay años en los que apenas hubo un par de concursos y sin apenas repercusión, pese a tratarse de un monopolio de dos cadenas. Así, enumerar todos los concursos de la década no nos llevaría demasiado tiempo. Apenas se resumiría en el final de "Cesta y puntos", "Un millón para el mejor" y "Las diez de últimas" con otros apenas recordados, como "En equipo", "Palmo a palmo", "Destino Argentina", "¿Conocemos España?" o "Cambie su suerte". Les costaba conseguir renovar por una segunda temporada. Incluso para tratarse de una tele única, apenas nadie recuerda "Las supersabias", "Subasta de triunfos", "Las siete y media musical" o "Fe de erratas". El género de los concursos tocó también al de los musicales en cierta forma, con casos como "Canción 71" o "La gran ocasión", que era una competencia de artistas al estilo de "Operación triunfo" pero no de preguntas y respuestas o pruebas de habilidad. Igualmente se encuentra mucho juego en infantiles de Torrebruno o como parte de espacios de dilatada duración, como "Todo es posible en domingo", incluso en "300 millones". Pero, claro está, el alto concepto que ha quedado del concurso se debe al impresionante éxito conseguido por el "Un, dos, tres... responda otra vez" de Chicho Ibáñez Serrador en 1972, lo cual es un logro épico ya que se alzó con el cariño del público como nunca antes había ocurrido. Así, el "Un, dos, tres" no sólo logró renovar sino que la audiencia lo echaba de menos con un aprecio casi humano dedicado a un programa de televisión, como una especie de persona a la que llegas a querer y te produce emoción su marcha. Su emisión tan continuada durante aquellas dos primeras etapas setenteras cambió el sentido del concurso televisivo, ya omnipresente en la programación, aunque igualmente le costó asentar sus raíces hasta finales de los 80, a excepción de la gran obra de Chicho, finiquitando títulos cada dos por tres.

Félix Rodríguez de la Fuente triunfó en medio mundo con "El hombre y la tierra"
- Los musicales y los concursos eran géneros ya populares desde el inicio de la tele pero el documental no tanto. En los 70 Rodríguez de la Fuente demostró que se podía divulgar entreteniendo y además con un producto de gran calidad. Y no fue el único, de la Quadra Salcedo también brilló. ¿Qué piezas encajaron para que, por fin, los documentales adquirieran esta importancia?

La necesidad de renovación en las parrillas televisivas hizo que sucedieran éxitos inesperados. Puede dar la casualidad de que unos programas triunfen por el momento histórico y social que el país esté viviendo como que sean rechazados porque no se adapten a los intereses generales de una sociedad que estaba viviendo profundos cambios como un final de dictadura, una monarquía, un Referéndum, elecciones, un grupo terrorista amenazante y la modernización de una sociedad muy pacata. TVE intentó triunfar con algunos shows a la americana, como en Estados Unidos tenían Julie Andrews, Dean Martin, Sonny y Cher o Carol Burnett, pero muchas de las denominadas "La hora de...", así como los programas de Marujita Díaz o Luis Aguilé fueron considerados casposos y ajenos a la época que se estaba viviendo. Todo lo contrario ocurrió con esos espacios que demostraban que la televisión pública podía realizar documentales de prestigio con los que poder presumir en festivales internacionales de Televisión, en eventos, ante la prensa y la dura crítica así como para intercambiar con otras cadenas o venderlos directamente. "El hombre y la Tierra" es el gran ejemplo de lo que se podía hacer con medios, buenos profesionales en todos los campos (no hay que olvidar una sintonía insuperable) y mucha dedicación. De hecho, para muchos de ellos algún programa, o una serie de ellos, les podía llevar parte del tiempo de su año trabajado. "Datos para un informe", "Los reporteros", "Primera página", "La España de los Botejara", "Vivir cada día" son buenos ejemplos de la mejor televisión de los 70. Miguel de la Quadra es un nombre imprescindible en aquella época y resulta sorprendente hasta dónde llegaban por conseguir una exclusiva que, a veces, incluso no llegó a ser emitida y casi les costó la vida. Incluso "Informe semanal" llegó para cubrir todo tipo de temáticas, aprovechando su gran cobertura de corresponsales y dio lugar a un estilo que fue escuela para las nuevas cadenas de los 90, tomando el concepto de reportajes de 10-15 minutos que ahondaran en una temática.

Amestoy y Hermida comparten portada en "TeleRadio" en 1979
- Este fue el período de reinado de grandes comunicadores que crearon escuela: Hermida, Amestoy, Íñigo... ¿Se apostaba más por comunicadores con personalidad? ¿Qué aportaron a nuestra pantalla?

LA TELE DE LOS 70 es la época de los grandes comunicadores de televisión. José María Íñigo es figura imprescindible de la cadena. Con él fueron pasando los años sin parar, de sus entrevistas en "Estudio abierto" a "Directísimo", "Esta noche fiesta" y "Fantástico", programas de larga duración y emitidos durante largos periodos. Incluso en los breves espacios de tiempo de descanso entre esos cuatro títulos hizo otros espacios, de sobremesa, galas de Nochevieja, ediciones para cadenas europeas dirigidas a emigrantes españoles y retransmisiones de todo tipo. Jesús Hermida fue habitual pero no tan omnipresente como después en los 80 y los 90, una vez finalizada su etapa como corresponsal. Alfredo Amestoy fue otra cara constante de la década. Hizo gran variedad de géneros pero destacó especialmente por su "Vivir para ver" en el que jugó magníficamente con escenas de la propia programación, que le servía para soltar sus soliloquios a cámara, moviendo el flequillo y dirigiendo sus dedos índices sin cesar. Hay nombres importantes como los de José Luis Uribarri, muy entregado a su oficio, o Miguel de los Santos, con su buen hacer. De otros, lamentablemente, se ha olvidado el tiempo pero en su época fueron fundamentales para el público como Raúl Matas o Juan Antonio Fernández Abajo, que llegó a desbancar en premio TP al mejor presentador al resto de profesionales. Y mujeres de primera también demostraron que podían hacerle frente al macho televisivo, como Rosa María Mateo, Victoria Prego, Isabel Tenaille, Mari Cruz Soriano o Rosa María Calaf. Y en otro plano, las locutoras de continuidad también supieron ganarse el cariño del público por sus diarias apariciones dirigiéndose a cámara a los espectadores con serena seguridad. 

Valerio Lazarov y José María Quero comparten control de realización en el primer programa de "Señoras y Señores"
- Esta década es la de la convivencia entre dos generaciones, la de los locutores de informativos con la de los nuevos periodistas (menos sobrios, más naturales), la de los realizadores pioneros y más clásicos (Pérez Puig, Quero, García de la Vega) y otros mucho mas rompedores (Lazarov)...

Para la historia han quedado esos nombres, que podían luchar con los de los propios profesionales que daban la cara en sus programas. El público les conocía y les reconocía. Lazarov y Quero tenían estilos tan marcados que pudieron jugar a realizar un mismo programa, "Señoras y señores", una semana dirigido al estilo Lazarov, más arriesgado y original, con sus zooms y sus derroches de humor, y la siguiente, por Quero y su aire más convencional, más seguro de convencer al público. Los profesionales que dirigían los dramáticos, como "Estudio 1" y "Novela" también se ganaron el cariño de los espectadores. En algunos casos, como Chicho, Pilar Miró o Fernando Navarrete, todos sabían claramente que ellos eran los encargados de sus producciones. Este último supo imprimir su estilo en los espacios de Íñigo o en otras emisiones como "La segunda oportunidad" para educarnos en la seguridad vial, con Paco Costas.

María Luisa Seco y Manolo Portillo presentaban "Un globo, dos globos, tres globos"
- Edad de oro de los infantiles, irrepetible, con personajes que todavía perduran y programas que se alargaron durante años

Fue uno de los grandes géneros de la televisión de los 70. Ahí sí que podríamos perdernos entre personajes, series, sintonías, programas, dibujos y presentadores que se ganaron el cariño del público. "Los Chiripitifláuticos" vivieron una segunda etapa a petición de los más peques pero la tele ya les tenía asignados unos sucesores, "Los payasos de la tele", que fueron los verdaderos reyes del género. "El gran circo de TVE" fue un éxito de dimensiones desconocidas, que abarcó a otros públicos no habituales de espacios como "Hoy es fiesta" o de los shows de los muñecos de Herta Frankel. María Luisa Seco fue el rostro habitual gracias a "Con vosotros", "El monstruo de Sánchezstein" y "Un globo, dos globos, tres globos", que fue un magnífico contenedor de series juveniles y dibujos, con poesías, juegos, marionetas y las tiras americanas de las criaturas de Jim Henson, aquí denominado "Ábrete Sésamo", antes que "Barrio Sésamo". Sin duda, Torrebruno es otro nombre imprescindible, con programas que encadenó sin parar pese a fueran prácticamente lo mismo, "La guagua", "El recreo", "La locomotora"... Títulos que se han quedado en la memoria colectiva y a los que añadir "La mansión de los Plaff" y animaciones como "Heidi", "Marco", "El perro de Flandes", "La abeja Maya" o "Mazinger Z", que en varios casos alcanzaron el nivel de fenómeno sociológico. 

Marisol González y J.A. Fernández Abajo en "Siempre en domingo"
- Se intenta una y otra vez la fórmula del ómnibus dominical...

En algunos momentos dio la impresión de que fuera obligatorio emitir un espacio que abarcara innumerables secciones durante la tarde del domingo. Posiblemente inspirados por el formato de éxito  italiano donde se podía hacer casi de todo, se intentó con producciones como "Siempre en domingo", "Tarde para todos", "Todo es posible en domingo" y "Fantástico". Y pese a la continua intentona de hacer que ese macroprograma llegase al gran público, casi siempre fue rechazado por él y por la crítica. Se hicieron entrevistas a figuras de primer nivel, incluyeron series y dibujos, combates de boxeo y sketches de humor con Joe Rígoli o Tip y Coll, que consiguieron ser los únicos supervivientes del programa donde realizaban sus sketches. Se trata de una fórmula que agotaba al espectador por una excesiva duración, que igualmente no consiguió funcionar en los 90 con "De domingo a domingo" en Telecinco, o "Un domingo cualquiera" en TVE1 en 2003. Bien es cierto que la herencia de todo aquello y, salvando las miles de distancias, sería "Viva la vida", que habría actualizado el espíritu de aquellas emisiones e, igualmente, no arrasa en audiencias. 

Alfonso Sánchez a punto de soltar una de sus sarcásticas críticas en "Revista de cine"
- Hay un gran interés por el cine, no sólo por los grandes ciclos y por el redoblaje directamente para TVE sino por los programas específicos de gran éxito (Revista de cine) o las presentaciones de Primera sesión.

El espectador consiguió habituarse al cine clásico gracias a TVE. No era habitual que se emitieran películas modernas puesto que tenían que pasar muchos años para poder distribuirse en la pequeña pantalla. Así que se tiraban de películas muy antiguas, por supuesto que en blanco y negro ya que aunque la película fuera en color, lo habitual es que los televisores aún fueran antiguos y se vieran sin colores. El hecho de que TVE emitiera ciclos dedicados a actores, actrices, directores o géneros permitió acceder a las filmografías imprescindibles de todos ellos, aumentando su popularidad y animando a la cinefilia. De ahí que naciera "Revista de cine", ya que eran muchos los aficiones al Séptimo Arte, a conocer más detalles acerca de los rodajes, de las biografías, de los estilos. Alfonso Sánchez es el gran nombre en el género, un crítico muy querido por sus divertidos análisis, no exentos de gran sapiencia. Tan conocido que fue imitado por todos los humoristas de la década por sus curiosos balbuceos. Alfonso Eduardo lo presentaba, se acercó al Festival de Cine de San Sebastián, pudiendo entrevistar a los protagonistas de "La guerra de las galaxias" debido a su estreno, incluidos los robots, y hasta hacían entregas de premios a las mejores películas españolas, lo que podría considerarse unos PreGoyas cuando estos ni se habían imaginado. A reivindicar sus resúmenes, narrados o doblados como una serie, de las galas de los Oscar. 

Sancho Gracia y Pepe Sancho en sus icónicos personajes de Curro y El Estudiante en "Curro Jiménez"
- Se inicia la época de las grandes producciones de ficción, en formato cine y que marcarán el devenir de la siguiente década y la exportación...

Los 70 son años de producciones americanas, comedias británicas y "grandes relatos". El país se paralizó con las intrigas de "Hombre rico hombre pobre", "Holocausto" o "Raíces", las aventuras de Sandokán, Pippi Calzaslargas, las creaciones de Aaron Spelling como "Los ángeles de Charlie" o "Vacaciones en el mar" e ídolos como "Kung Fu", detectives como "Colombo" y el prestigio de "Yo Claudio". Pero TVE había desarrollado una gran labor con sus dramáticos y fue probando con series grabadas en exteriores como "Los camioneros", "Ese señor de negro", "Plinio", "El pícaro" o "La señora García se confiesa", que sirvieron para lanzarse definitivamente a trasladar novelas a la pequeña pantalla con una calidad insuperable. "Cañas y barro" alcanzó niveles insospechados, que podían rivalizar con series americanas, y "Curro Jiménez", "La saga de los Rius" o "La barraca" no hicieron más que afianzar un estilo muy vivo, muy intenso, que daría lugar a otros fenómenos ochenteros como "Fortunata y Jacinta" o "Los gozos y las sombras", que ya se iban preparando, e incuso grabando, a finales de los 70. Posiblemente, todo amparado por propuestas como "La cabina", "Juan soldado", que emitidas como capítulos únicos, ya tentaban a los jefes a poder hacer lo mismo pero con una mayor periodicidad semanal. 
Una de las páginas del libro escrito por Miguel Herrero
- ¿Y ahora qué? ¿Estás ya estudiando los 60 para tu próximo libro?

Estoy absolutamente dominado por el espíritu de los 70, como si yo mismo fuera un "625 líneas" andante, preparando nuevos proyectos a los que dedicar tanto tiempo como a este panegírico de la década de los 70. Considero que los 60 es un trabajo que debe realizar mi amigo Alejandro Macías, que sabe más que nadie de los tiempos primigenios de nuestra tele. Y mientras, este verano recordaré lo que ha sido de muchas de las grandes estrellas de la tele de otras épocas en el programa de tarde de EsRadio cada lunes. La telenostalgia vive en mi y no puedo dejar de manejarla a gusto del consumidor.

Por alusiones, niego la mayor pero agradezco el guante lanzado.