Hoy se ha ido uno de los humoristas gráficos más destacados de nuestro país, Forges, pero también desaparece la persona que estaba detrás de ese pseudónimo, Antonio Fraguas y él fue mucho más que el genial cronista del último medio siglo en sus viñetas en prensa, Antonio comenzó su carrera profesional con tan sólo 14 años en TVE. Fraguas fue uno de los pioneros del Paseo de la Habana y por entonces hacía de todo y, como la gran mayoría de aquellos primeros trabajadores, posó ante la cámara con el primigenio logo de la cadena.
Desde el primer momento estuvo detrás de las cámaras, en la parte técnica. Casi desde el principio fue encargado de tele-cine, es decir, la máquina que se encargaba de convertir las imágenes cinematográficas en señal de vídeo. En realidad era una especie de vídeo conversor con una cámara de vídeo que grababa una pantalla en la que se proyectaba la película. Ese proceso era imprescindible para poder emitir no sólo las series que venían de fuera o los pocos largometrajes de los que se conseguían derechos sino también para las noticias y cualquier reportaje que se realizara en exteriores.
Más adelante se especializaría aún más y se convertiría en mezclador de imagen, o sea, el que pincha las imágenes que decide el realizador o, para entendernos, el que controla de verdad la mesa de realización. ¿Y cuándo comenzó a dibujar? Por supuesto, Fraguas ya le daba al lápiz desde pequeño pero fue en un largo puente de 1962 cuando decidió (según contaba él mismo, de forma repentina) crear chistes gráficos. Aquellos días dibujó y dibujó decenas de viñetas sin ningún propósito aparente. Su primera ilustración se publicó en abril de 1964 en el diario "Pueblo" a instancias de Jesús Hermida. Poco a poco su firma, la traducción al catalán de su propio apellido, fue haciéndose conocida en todas las publicaciones satíricas de la época, entre ellas la más popular: "La Codorniz".
¿Y por qué utilizar un pseudónimo? Pues porque al formar parte de la plantilla fija de un estamento público como era TVE no estaba bien visto que se dedicara a la crítica (aunque fuera sutil) a través del humor. En 1973 pidió excedencia de la que era su Casa profesional ante la imposibilidad de compatibilizar el trabajo como coordinador de plató (su último destino allí) con sus múltiples compromisos editoriales aunque en realidad nunca la abandonó del todo, bien como colaborador bien como director de series. La más curiosa de las cuatro que firmó fue "El Muliñandopelicascarabajo", una absurdez maravillosa rodada en formato cine 16 mm y emitida, cómo no, en UHF (la 2 antes de ser la 2).
En 2014 regresó a los estudios televisivos atreviéndose a dirigir e incluso presentar un programa de nombre bien forgiano: "Pecadores Impequeibols", un distendida tertulia sobre temas monográficos que, una vez más, servían para describir la sociedad española. Y es que lo mejor de Forges es que nos estampaba nuestros defectos en la cara pero haciéndonos reír.