Lunes 8 de julio de 1991. Después del Telediario 2 comienza el anunciado programa veraniego de la temporada dirigido y realizado por un veterano de los musicales, Hugo Stuven. El título dejaba bien a las claras lo que pretendía, "Caliente" quería "animar" las noches del estío del comienzo de década con ritmos latinos, fundamentalmente Salsa aunque también ofrecerían otros estilos más patrios como la Rumba y, desde luego, no podía faltar el Pop, presente en todo tipo de programas en aquella época, incluidos los matinales. En un espectacular decorado construido en el Aquópolis de Villanueva de la Cañada (Madrid), diseñado por Paco Bello, se movería un amplio cuerpo de baile acompañando a los intépretes de primera línea contratados para el show.
Ana Obregón y Rody Aragón presentaban el espectáculo y lo hacían como era costumbre en la época: con unos guiones supuestamente simpáticos en los que se perpetuaban roles televisivos propios de los sesenta pero con unos toques más picarones. Vistos hoy resultan sonrojantes pero hace treinta años no llamaban demasiado la atención, era lo habitual. Ya en la primera cita Rody simulaba querer levantar la falda a su compañera con la ayuda de un abanico, nada más que añadir, señoría.
Fofito, hermano del presentador e hijo de Fofó, era quien ponía la nota de humor con una serie de sketches repartidos a lo largo de la hora de programa y grabados en el propio parque acuático o sus alrededores. Solo o acompañado de Rody protagonizaba unos pequeños gags mudos (o con sonido ininteligible) y que se reproducían a cámara rápida, para dejar más patente aún su referencia cinematográfica. Fofito grabó unos años después un piloto para una serie cómica compuesta de números cómicos similares a los del programa que nos ocupa pero no consiguió venderlo a ninguna televisión. En la productora donde se grabó todavía recuerdan con mucho cariño la profesionalidad del veterano payaso y el caos que se provocaba en el plató en los episodios de puro slapstick (comedia física, esa en la que una batalla de tartas es el culmen perfecto de la escena).
Como era habitual en los espacios firmados por Stuven, había hueco para todo y las secciones se iban sucediendo con bastante ritmo: presentación (supuestamente graciosa), música, humor, música y luego te cascaba una entrevista de Ana Obregón a figuras de la política (lo juro), el deporte o la cultura. Por eso no era raro encontrarte a José María Aznar siendo simpático (al menos intentándolo) en un entorno para el que, claramente, no se había preparado. Acudir con traje oscuro a una charla de este tipo, rodeado de gente en manga corta y sentado en sillas terraceras de plástico... es raro. Que conste que no fue el único, José María Álvarez del Manzano (por entonces alcalde Madrid) llevaba el mismo uniforme en la primera emisión. Otro momento ridículo de estas entrevistas informales se produjo cuando la Obregón presentó a un invitado que "no es un personaje público, no es un político, no es una persona que necesite promocionarse en ningún sentido, es doctor en historia, máster en economía, cinturón negro de karate tercer Dan y el futuro marido de Ana Obregón". Hablaba de Alessandro Lecquio.