Pocas presentadoras de nuestra tele han alcanazado el estatus de icono, Mayra Gómez Kemp es una de esas gozosas excepciones y además por méritos propios. Esta cubana de nacimiento pero española de sentimiento logró cotas de popularidad inasumibles hoy en día gracias a programas como "625 líneas" (su primer TP de Oro a mejor presentadora en un lejano 1978), "Dabadabadá" o el justamente célebre "Un, dos, tres". Se ha repetido hasta la saciedad que fue la primera mujer en toda la televisión europea que condujo en solitario un gran formato en prime-time y quizás de tanto repetirlo ha perdido su significado pero tomáos unos segundos para reflexionar sobre ello y entenderéis por qué Mayra es una figura irrepetible. Por todo esto sus memorias bajo el acertado título "¡Y hasta aquí puedo leer!" es uno de los libros más esperados de cualquier aficionado al medio. Y ella no deja nada de lado. Comienza hablando de su cáncer de lengua, continuando con esa campaña en contra del tabaquismo y de concienciación de un tipo de tumor casi desconocido para la gran mayoría hasta que ella le puso cara.
Su primer anuncio en la TV cubana
Tampoco se escapa de otros temas dolorosos como su obligado exilio de Cuba donde sus padres eran reputados profesionales televisivos (director y guionista él, actriz ella) y donde Mayra hizo sus pinitos como actriz en anuncios como el de la foto (hoy impensable) siendo una adolescente de apenas 13 años.
Su huida a Puerto Rico primero, Venezuela después y finalmente Miami. Sus estudios universitarios de Filosofía y Letras en Miami. Su primera película como actriz, un horrible (y precisamente por eso divertídisimo visto hoy en día) film llamado "Death Curse of Tartu" donde era fagocitada por un cocodrilo de nombre real Chicho... (¿hace falta añadir algo más a la curiosa coincidencia?).
Su llegada a Barcelona en 1970 para ayudar a su gran amiga, casi una hermana, a afrontar una nueva etapa vital, su primer trabajo en nuestro país en una agencia de publicidad y el traslado a Madrid para ampliar horizontes. El abandono de una relación sentimental y de la Publicidad y el encuentro del que sería su marido, el actor Alberto Berco, en una compañía de doblaje... Todo es relatado con gran naturalidad por la presentadora. Y es, precisamente, hablando de su marido cuando descubrimos una historia de amor y complicidad que emociona. La depresión de su esposo ocupa algunas de las páginas más dolorosas (y sinceras) del libro.
Mayra en "The Rocky Horror Show"
Con él también coincidiría en "The Rocky Horror Show", la versión española de un espectáculo demasiado atrevido para las postrimerías del franquismo, tanto que no pudo ser representado en un teatro sino en una sala de fiestas. Aquello no podía durar demasiado y llegamos a 1976, una fecha histórica porque es cuando consigue que el mismísimo Chicho le haga una prueba como azafata del ya popularísimo "Un, dos, tres", número 1 de la audiencia española:
"Fue mi desparpajo, me confesaría
después, lo que le animó a seguir con la entrevista. En aquella prueba
no tenía ninguna oportunidad como azafata. Ya estaban escogidas, sólo
faltaba una plaza y prácticamente estaba asignada para la actriz María
Casal" escribe Mayra, que no escatima elogios para Kiko Ledgard, el primer presentador del mítico concurso:
"No sólo era un gran showman, también
una excelente persona que intentaba ayudar a todos. A mí, por ejemplo,
me llamó siempre por mi nombre. Con su "Mayra por aquí, Mayra por allá"
hacía que la gente me fuese conociendo. Nunca utilizó el nombre del
personaje que estaba intepretando, a pesar de que Chicho le regañaba por
ello. Lástima que años después yo no pude ayudarle del mismo modo
cuando sufrió el terrible accidente que impidió su continuidad en el
programa".
Junto a sus dos compañeras de Acuario, su marido Alberto Berco y unos amigos
La fama adquirida con sus fugaces apariciones en el programa convencieron a un promotor musical de la idoneidad de formar un trío canoro con dos de las azafatas y la propia Mayra (de hecho ella era la única con experiencia como cantante). Acuario revolucionó el verano de 1976 y fue el grupo con más bolos pero distintas circunstancias hicieron que el grupo se disolviera pronto. Quedan, eso sí, en la memoria temas como "Rema, marinero".
Juan Santamaría y Mayra reicibiendo en el aeropuerto a los protagonistas de "Raíces", invitados de "625 líneas"
En 1978 José Antonio Plaza la elige como sucesora de Paca Gabaldón para "el programa de programas", aquel que avanzaba la programación de la semana, "625 líneas" donde tendría la oportunidad de entrevistar a los protagonistas de los grandes éxitos del momento. El espacio consiguió, inesperadamente, el primer puesto en la lista de aceptación de TVE y Mayra fue premiada con el TP de Oro:
"Tanto éxito no evitó que unos meses
después me quitaran del programa. En esa televisión única de los
setenta se apostaba por cambiar las caras en lugar de innovar con nuevos
formatos. A los dos años se consideraba que el rostro del presentador
"estaba quemado", había agotado el interés del público".
Con Plaza seguiría trabajando en "Ding Dong", un híbrido entre show gastronómico y el "Un, dos, tres" copresentado con Andrés Pajares y el recordado infantil "Dabadabadá" junto a Rosa Otero y Torrebruno. Ambos espacios fueron dirigidos por el ex-corresponsal y fue grabando el último cuando estalló el golpe de estado. Había prevista una grabación al día siguiente y Mayra no faltó a su cita en Prado del Rey:
"Lo
recuerdo como un día apasionante e irrepetible. No podíamos grabar ya
que faltaba el público infantil, por lo que pudimos ver desde el control
central lo grabado en el interior del Congreso".
La comunicadora no ahorra elogios a Plaza pero tampoco pierde la objetividad cuando habla del final de su relación laboral cuando Mayra aceptó la sorprendente propuesta de Ibáñez Serrador para presentar el "Un, dos, tres":
"Siempre he creído que José Antonio Plaza nunca me perdonó que abandonara el programa infantil".
La presentadora no decepciona a los fans del concurso y habla extensamente de su etapa en él, casi siete años con audiencias superiores a los 24 millones de espectadores. Su relación de complicidad con Chicho... y también de decepción cuando
"no se dignó a llamarme para advertime de su cambio de decisión. Dolida
por la falta de lealtad que suponía su comportamiento, no pude evitar
especular sobre las posibles causas" en la vuelta a la programación en 1991 cuando, finalmente y a pesar de lo acordado inicialmente, tomarían las riendas Jordi Estadella y Miriam Díaz-Aroca.
"Ahora estamos en paz. Nos hemos demostrado que nos queremos" tal y como se demostró en la celebración del 40 aniversario organizada por los forofos del show y en la que Mayra se abrazó cariñosamente al que fuera su director durante más de un lustro.
Los años siguientes se planteaban apasionantes, su contrato con una primeriza Antena 3, las ilusiones puestas en "La ruleta de la fortuna" y en su propio talk-show, "Simplemente Mayra", un fracaso en toda regla:
"Durante
todo ese tiempo intenté una y otra vez que la dirección de la cadena
apostase por el talento, por un equipo en condiciones que habría dado
alguna oportunidad al programa. Fue como llover sobre mojado, no se
escucharon mis demandas y, tras ocho semanas de emisión, eliminaron el
programa y pusieron la edición doiminical de La Ruelta de la fortuna que
se podía seguir en directo". Su salto a la FORTA con "Luna de miel" y su cariñosísimo recuerdo a Cruz y Mainat por el exquisito trato que tuvieron con ella. Con cierta ironía titula su última etapa profesional "de profesión: invitada".
"¡Y hasta aquí puedo leer!" es un libro que no defraudará a los seguidores de esta magnífica mujer y aporta mucha luz a los historiadores televisivos. Aprovecho la ocasión para anunciar, emocionado, que próximamente tendré la ocasión de presentar su libro en Santiago y que posteriormente publicaré aquí una entrevista con ella, mientras tanto deberíais disfrutar con las palabras de Mayra narradas en primera persona.
Todas las citas y las fotografías 1, 2, 4, 5, 6 y 8 son publicadas con el expreso consentimiento de la editorial Plaza & Janés