domingo, 22 de mayo de 2022

Cita con Tony Leblanc

Tony Leblanc como "Cayetano" en "Cita con Tony Leblanc", 1969

Este mes se conmemora el centenario del nacimiento del polifacético Tony Leblanc: actor ante todo pero también guionista, director, productor, empresario teatral y compositor musical con unas cuantas canciones de éxito en su cartera. Quizá esa faceta artística no sea de las más conocidas de su amplísima trayectoria pero varios de sus temas consiguieron llegar a la memoria popular entre los 40 y los 70, ejemplo claro: "Cántame un pasodoble español". Bien es sabido que la TV fue importante en su devenir profesional pero, generalmente, cuando se habla de su paso por ella no se va más allá del concurso musical "Canción 71", del que era presentador junto a Laura Valenzuela, su mítico número de la manzana en "Esta noche... fiesta" de José María Íñigo o su papel del quiosquero Cervan en "Cuéntame cómo pasó". Pero hay mucho más porque Leblanc fue un pionerísimo de TVE. En 1958 había presentado el espacio de variedades "La Goleta" junto a José Luis Ozores y Miguel Gila, en 1960 el veraniego "Kermesse TVE" (del que hemos hablado aquí) y se hizo cargo de la última temporada del estelar "Gran Parada", una experiencia notable en definitiva pero hubo que esperar a 1965 para que encabezara su propio show, un programa más personal en el que era la gran estrella siguiendo la moda americana, "El que dice ser y llamarse Tony Leblanc" dirigido y realizado por Domingo Almendros. Un par de años más tarde reaparece con "En órbita, Tony Leblanc" y, de nuevo tras una pausa de dos temporadas, "Cita con Tony Leblanc". 

Tony como Cristobalito Gazmoño

Los tres habían compartido horario: los domingos en la sobremesa, a eso de las 16 h, en 1965 ubicado tras "Bonanza" y en el último antes de otro western, "El Virginiano". Curiosamente, en una entrevista a principios de los sesenta para la revista "TeleRadio", aseguraba que el único ratito que podía ver la tele, entre rodajes y funciones teatrales, era media hora los domingos después de comer. ¿Fue él quién solicitó ese horario a TVE pensando que era el ideal? Los tres programas tenían como base principal los sketches protagonizados por personajes que se harían popularísimos y con los que incluso llegó a girar por los teatros de todo el país. El más célebre sería el boxeador "Kid Tarao" y no es casual puesto que el propio Tony había sido profesional de este deporte en su juventud. El repelente niño Cristobalito Gazmoño, el anciano profesor Anselmo Carrasclás, el pesadísimo Pepe el Llorón y el educadísimo y andalucísimo Cayetano fueron los otros caracteres que poblaban su cita semanal. Para el tercer título contó con los guiones de Romano Villalba (creador de "La casa de los Martínez") para conseguir un show más "redondo", una evolución de los anteriores. En esta tercera etapa de su espectáculo televisivo perfecciona algo que ya había iniciado en la anterior, los monólogos. Sus creaciones se plantan ante la cámara para contar sus historias sin más aderezo que el carisma del actor. Además del humor se incluyen dos actuaciones musicales: una del propio Tony y la otra de un artista invitado, con especial predilección por las folklóricas y la canción española, no olvidemos que sus composiciones iban habitualmente por estos derroteros. 
"Cita con Tony Leblanc" se grababa  en los estudios de Barcelona porque era allí donde se encontraba aquella temporada en el teatro con "¡Que viene el Moreno!". ¿Y quién era ese Moreno? Precisamente el boxeador que siempre ganaba a Kid Tarao, personaje nacido en la televisión cuatro años antes y que el antihéroe de esta función. El programa tuvo éxito y recibió el premio de los lectores de "TeleRadio". En 1971 Tony recuperó a sus creaciones para "Canción 71" y gracias a eso podemos saber cómo eran porque "Cita..." y sus predecesores no se conservan. Bueno, algo ha quedado... unas cuantas tomas falsas que un avispado técnico decidió guardar en la "cinta de pifias" que circuló durante años de forma interna y que en los 90 se usó en la gala del 40º aniversario "Brindemos por los 40" y en "Pasen y vean" con Marlène Mourreau y Pepe Viyuela. 

domingo, 8 de mayo de 2022

40 años de TV infantil

 

De las marionetas de Herta Frankel a los Lunnis, de las aventuras de los Chiripitifláuticos a las travesuras de los Electroduendes, de las canciones de los Payasos de la Tele al Leti-Rap, de los edulcorados dibujos de Disney a los irreverentes de Cartoon Network, de los amables consejos de María Luisa Seco a las lecciones ecologistas de David el Gnomo. Desde 1956 a 1996 la televisión cuidaba su programación infantil y Jorge San Román ha recopilado la historia de esas cuatro décadas con cariño, respeto y mucha documentación. Los lectores recordarán con esta lectura a sus personajes favoritos pero también conseguirán recuperar del olvido series que, quizás en su día, había disfrutado cada tarde. Entrevistamos a este estudioso de la tele y también del cine y de la animación tal y como nos ha demostrado en sus libros anteriores, también editados por Diábolo. 

- La TV infantil es un género casi olvidado en la programación a pesar de que existen varios canales dedicados al público más joven. ¿Cómo le explicarías a alguien de unos 10 años en qué consistía la programación para los niños hace 40 años más allá de los dibujos animados?

Habría que empezar por explicarle que, no hace tanto, los teléfonos eran sólo de mesa o pared, y que tenían una rueda para marcar el número. En esos tiempos no tan lejanos, había hogares en los que ni siquiera había tele, y si ese fuera su caso, para verla tendría que ir a un escaparate de un comercio donde se vendiesen electrodomésticos, o a casa de un amigo cuya familia tuviese una. Aún teniendo tele en casa, sólo habría dos canales, y los dos en blanco y negro. A partir de ahí, quizá pueda formarse una idea de lo que suponía ver un programa de dibujos animados para quienes crecimos en aquellos años. Durante la semana, la programación Infantil concluía justo antes de la segunda edición del Telediario, y los fines de semana, en especial la mañana de los sábados, suponían un verdadero festín de series juveniles, telefilmes de aventuras, música, juegos y concursos.  

La careta de presentación de "Un globo, dos globos, tres globos" en su etapa en B/N

- Hasta los 90 la programación infantil funcionaba como una mini-parrilla adulta: tenía programas de puro entretenimiento, concursos, divulgativos, series de imagen real... ¡Se destinaba un buen presupuesto y había gente que se planteaba un organigrama equilibrado!

Cuando yo contaba 10 años, a mediados de los años 1970, la programación dirigida a los niños era excelente. Recuerdo en especial "Un globo, dos globos, tres globos", un programa-contenedor que empezaba a emitirse cuando llegábamos del cole, y en él se incluían espacios como "El taller de los inventos", donde el presentador Alberto Méndez nos enseñaba, por ejemplo, a construir un cohete espacial en miniatura, que se impulsaba con una mezcla de vinagre y bicarbonato. O a reproducir la superficie de la luna en la tapa de una caja de zapatos, empleando harina. Un globo, dos globos, tres globos incluía también una serie de dibujos que me encantaba, "Vickie el vikingo", que trataba sobre un imaginativo niño que gracias a su inteligencia solucionaba los problemas que surgían en la aldea vikinga. Recuerdo también "Las canciones del desván", que recorría España de la mano de la chiripitifláutica Mari Carmen Goñi en busca de la música popular de las diferentes regiones. Los sábados por la mañana podíamos pasar toda la mañana viendo "La Guagua", otro espacio-contenedor conducido por Torrebruno, que cada semana presentaba actuaciones infantiles, concursos, cuenta-cuentos, y series infantiles como "El pato Saturnino". El festín de los sábados continuaba en la sobremesa con Heidi, una novedosa serie de dibujos costumbrista y exenta de toda violencia, que logró reunir a toda la familia en torno a la tele. Y se completaba, por la tarde con "Los Payasos de la Tele", que introdujeron el circo mediante una forma de hacer televisión como nunca hasta entonces habíamos visto, sin fieras ni látigos, y sí con muchas canciones, aventuras, diversión y risas. La música clásica también tuvo cabida en aquella programación Infantil, gracias a Mari Ángeles Morales y al maestro García Asensio, que conducían "El mundo de la Música". Y por supuesto el Deporte, que no podía faltar, de la mano de Daniel Vindel, en "Torneo", un programa que presentaba una mezcla de competiciones deportivas y pruebas de atletismo enfrentando los equipos de diferentes colegios. Lo que más me gustaba de aquel programa era su música de cabecera, nada menos que una sección del disco “Tubular Bells” de Mike Oldfield.

"Cesta y puntos", uno de los concursos más populares de los 60

- Para realizar este volumen imagino que te has pasado mucho tiempo buceando en todo tipo de archivos, ¿cómo ha sido ese proceso?

La primera parte del libro, la que abarca los orígenes y el nacimiento de TVE, es la más difícil de documentar, ya que no existen grabaciones. Gracias a las hemerotecas, y a Blogs de investigación como  vuestro “Carta de Ajuste” han salido a la luz programas que habrían estado condenados al olvido. La parte que se desarrolla desde finales de los años 1960, cuando me convertí en telespectador, hasta mediados de 1980, cuando progresivamente dejé de ver la tele (no sólo la programación Infantil), es la que he podido contar desde mi propia vivencia como telespectador. La tercera parte llega hasta 1996, cuando se cumplieron 40 años desde la inauguración oficial de TVE, y este es un período del que existe mucha información en toda clase de formatos.

- ¿Por qué tu estudio se detiene a mediados de los 90?

El subtítulo del libro es “Cuarenta años de programación Infantil en TVE”, porque esa cifra de “Cuarenta años” ha tenido unas connotaciones muy especiales en la reciente historia de España, aunque en este caso la mitad del relato se desarrolla durante el anterior régimen, y la segunda, en el nuevo. Además, es a mediados de la década de 1990 cuando comienza el principio del fin de la programación Infantil, tal como la habíamos conocido.

- ¿Cómo eran los programas infantiles en los inicios de TVE? ¿Había una planificación?

Seguro que la había, tenía que haberla. Pero a mediados de los años 1950 los medios técnicos con que contaba el recién nacido medio televisivo sólo permitían una incipiente programación Infantil, compuesta por espectáculos de circo o de títeres, emitidos desde el antiguo plató del Paseo de la Habana de TVE, con una cámara fija, y sin cortes ni otra clase de posproducción.

Boliche y Chapinete en un programa de 1962

- Las primeras estrellas de aquellos espacios distan mucho de las que lo que fueron en los 90, Walter, Boliche y Chapinete...

Aquellas primeras estrellas televisivas nacieron con el medio, alguna de ellas, como el caso de Walter, se habían forjado en la radio, que fue el gran medio de comunicación y entretenimiento hasta mediados los años 1960, y a través de las ondas llegaron a convertirse en verdaderos ídolos de masas.

- Muchos piensan que la tele infantil nació con los Chiripitifláuticos o, con suerte, con Herta Frankel, hay un total olvido de los pioneros...

Es que no existen grabaciones de aquellos primeros tiempos, de algunos programas y presentadores se conservan unas pocas fotografías, pero de otros, ni siquiera eso. Y esto sucede hasta mediados los años sesenta, cuando el Video Tape llega a TVE. Podemos hallar capítulos de series infantiles históricas emitidas en TVE a finales de los años 1950 o principios de los 1960, pero proceden de las cadenas americanas que las programaron antes. Queda, eso sí, la memoria colectiva, aunque son cada vez menos quienes quedan para recordar los tiempos en los que en Madrid había sólo seiscientos aparatos de televisión.

Herta Frankel en el programa de 1972 "Vuestro amigo Quique" con el loro que daba nombre al espacio

- Hablando de Frankel, las marionetas fueron una constante en los programas infantiles durante esos primeros 40 años...

Los títeres, el guiñol y las marionetas siempre han ejercido una fuerte fascinación entre los más pequeños, y, al igual que el circo, estuvieron presentes en la programación Infantil desde el principio. La marionetista y ventrílocua Herta Frankel es uno de los rostros más recordados y queridos, hizo famosa a la ratita Violeta y, sobre todo a la perrita Marilyn. Entre los creadores de personajes destaca el muñequista “oficial” de Prado del Rey, Alejandro Millán, que mucho antes de los Electroduendes de “La Bola de Cristal” ya había dado vida a Don Procopio y otras marionetas que aparecieron en “Televisión Educativa”, a finales de los años 1960.   

Los protagonistas de "Bonanza", una de las series más famosas y longevas de la TV

- En los 60, a tenor de las encuestas, la mayoría de la chavalada prefería las series que venían de EE.UU., como Bonanza, antes que los espacios destinados para ellos. Teniendo en cuenta que se consideraban "programas infantiles" algunos religiosos quizás no sea de extrañar...

Aquella España era en blanco y negro, y no me refiero sólo a la tele. Los telefilmes norteamericanos, cargados de emoción, suspense y aventuras podían trasladar al espectador a mundos lejanos sin salir de casa, proporcionando así momentos de evasión. Y abandonar la rutina y poder soñar,  era entonces algo muy necesario.

- Los dibujos animados eran y son parte imprescindible de la parrilla y en tu libro dedicas una parte especial a las producciones españolas (incluidas las que se realizaban en Taiwán o Corea).

La animación española siempre ha gozado de muy buena salud, de hecho algunos incluso afirman que los dibujos animados se inventaron en España, y que fue el aragonés Segundo de Chomón el creador de las primeras secuencias animadas. Entre 1966 y 1967 TVE participó en la producción de las series de animación “Villancicos de España y América” y “Molécula”, ambas obra del animador madrileño Cruz Delgado, que en 1979 vería estrenada su serie de dibujos “Don Quijote de la Mancha”. Es a partir de la década de 1980 cuando la animación española se internacionaliza, gracias sobre todo al productor Claudio Biern Boyd (“Ruy el pequeño Cid”, “David el Gnomo”, “D’Artacán”...), que planteó sus series de un modo menos artesanal, y transformó la animación española (aunque hecha fuera) en una industria muy competitiva.

Valentina, Locomotoro y el Capitán Tan en 1967

- ¿Podríamos decir que los Chiris fueron realmente las primeras estrellas de la programación infantil? ¿Qué tenían para arrasar como lo hicieron?

“Antena Infantil” renovó el entretenimiento infantil televisivo gracias a la imaginación de su creador, el productor Oscar Banegas, que introdujo en el programa un personaje que cautivó de inmediato a la audiencia: el Capitán Tan. A este le siguieron Valentina, Locomotoro, el tío Aquiles, y toda una saga que fue apareciendo en las sucesivas etapas del programa, que terminó titulándose “Chiripitifláutico” debido al éxito que sus protagonistas habían alcanzado. El Capi viajaba a lo largo y ancho de este mundo; Locomotoro (conductor de todo menos del codo), era como un niño grande vestido de ferroviario; el tío Aquiles, que tenía sobrinos a miles, aparecía vestido como un tirolés; los Hermanos Malasombra decían ser malos de verdad, pero todo les salía al revés; y Valentina representaba la cordura, y era quien ponía orden en el disparatado grupo. Después llegarían Poquito, Barullo, y Fileto Capocómico. A parte del carisma de los actores que les daban vida, los Chiris presentaban nuevas canciones cada semana, y terminaron ofreciendo conciertos multitudinarios en estadios de fútbol, como si de estrellas de Rock se tratase.

Milikito, Miliki, Gaby y Fofito en los setenta

- ¿Fueron los Payasos de la Tele sus sucesores en cuanto a cariño y estrellato? ¿No podrían haber convivido?

Hubo un tiempo en que compartieron sus espacios en la parrilla, un programa se emitía a continuación del otro, y aquello no tenía mucho sentido, pues los Payasos, por ejemplo, incluían en su espacio una aventura, como hacían los Chiris en el suyo. Finalmente se produjo el relevo, como establecen las reglas no escritas de la televisión, y años después los propios Payasos también terminarían por desaparecer de la programación.

Walt Disney en la presentación de unos de sus shows para TV

- Disney y Hanna-Barbera fueron estrellas de todas las televisiones, pero aquí, además, se usaban como relleno ante cualquier eventualidad. Cada productora tenía sus características propias...

Los desajustes de programación que se producían en horario de mañana o de tarde era lo bueno que tenían, si ponían dibujos animados los niños corríamos hacia la tele, porque resultaban un bien escaso. Hoy día, que existe una oferta tan amplia de dibujos que se emiten durante las 24 horas en diferentes canales, resulta difícil concebir la ilusión que aquello nos hacía. Hanna-Barbera se dedicó por completo a la animación televisiva, que emplea procedimientos técnicos y artísticos diferentes a los del cine. Los cartoons de Warner, alocados e irreverentes, contrastaban con la producción de Disney, que iba no sólo dirigida al público infantil, sino a toda la familia. Antes de que llegase el mercado del vídeo doméstico, en los años noventa mi pasión por Disney me llevaba a destinar cintas completas de vídeo para grabar los cortos que con cuentagotas se emitían en la Segunda cadena, y al finalizar “Club Disney” en la Primera, los sábados por la mañana.

- Los 70 suponen una verdadera edad de oro en la programación infantil, ¿qué sucedió en esa década para que hubiera tantos programas (y de tal calidad) destinados a la juventud y en buenos horarios?

Estos son años en los que TVE se encuentra plenamente consolidada, cuenta con un importante número de técnicos y profesionales que han ido formándose y creciendo a la vez que el medio. Además, están los estudios de Prado del Rey y de Miramar, las unidades móviles, y una cobertura de emisión que abarca todo el país. Todos estos elementos hicieron posible una programación de gran calidad, y no sólo en el apartado Infantil. 

María Luisa Seco y Manolo Portillo, presentadores de "Un globo, dos globos, tres globos"

- Los 80 no van a la zaga pero se da un paso más, si antes se trataba a los niños desde el papel de la tía simpática y cómplice (María Luisa Seco, por ejemplo), aparecen espacios transgresores como "La Bola de Cristal" que les tutean y les hacen sentir adultos...

La tele evolucionaba con el país, aquellos efervescentes y creativos años 1980 trajeron una nueva forma de comunicación con los telespectadores, se trataba – o eso debía parecer –, de que los niños aprendiesen a pensar por sí mismos, de que se les tratase como a “mayores”, aunque eso ya lo hicieron los Chiripitiflaúticos cuando se dirigían a la audiencia diciendo “Señores Chicos”… 

El Hada Vídeo de los Electroduendes

- "La Bola de Cristal" convivía en la programación con programas más clásicos como "Dabadabadá", era realmente una tele plural...

Muy cierto, además, aparecieron una serie de comunicadores que supieron sacar todo el partido al medio televisivo, por ejemplo el mago Juan Tamariz, o el ilustrador José Ramón Sánchez, que conectaron con la audiencia a las mil maravillas.

- En esa década, además, se emitían con asiduidad series europeas de procedencias poco habituales antes, como Checoslovaquia...

Cómo no recordar los dibujos animados checoslovacos, de una delicadeza abrumadora, aquellos que terminaban con el rótulo “Koniec”; nada que ver con la desenfrenada locura de Bugs Bunny y el pato Lucas. Además de las series venidas “del Este”, también llegaron películas cuya estética y sensibilidad eran completamente distintas a la de los telefilmes y los dibujos animados norteamericanos, que habían primado hasta el momento. Recuerdo en especial una, esloveno-yugoslava nada menos, titulada “Kekek” o “El hábil Kekec”, que vi en la Primera Cadena en 1976 o 1977, cuya melodía de apertura me ha perseguido y sigue resonando en mi cabeza después de tantos años.  

Juanjo Pardo rodeado de niños en la primera temporada del "Club Disney", 1990

- ¿La llegada de las privadas fue el principio del fin de la tele infantil tal como la conocíamos?

Al final así fue, porque la llegada de los canales privados supuso una guerra de audiencias que con el tiempo terminaría transformando las preferencias de los telespectadores, siguiendo criterios meramente comerciales. Aunque no hay que olvidar que cuando “las Privadas” comenzaron sus emisiones, trataron de copiar de alguna manera el formato de programación Infantil de TVE, y ese período y esas programaciones infantiles merecerían que se le dedicase un libro aparte.

- ¿Tendrían cabida hoy programas y no sólo series en canales como Clan TV?

Aquellos programas-contenedor que se emitían los sábados por la mañana tenían un encanto especial, alternaban dibujos animados con series juveniles, y los presentadores organizaban juegos y concursos, o proponían manualidades. Es difícil saber si espacios así hoy tendrían o no audiencia, aunque no creo que hoy pudiera adoptarse la “vieja fórmula”. Eso dependería de las cadenas de televisión, que se han esforzado por conseguir que las franjas horarias que antes ocupaba la programación Infantil ahora se dedique a sectores de público como amas de casa y jubilados, que son quienes hoy día pasan más tiempo delante de la tele.

Como complemento de esta charla os proponemos un viaje audiovisual a nuestra infancia con la entrega del programa "Cómo hemos cambiado" dedicada al asunto. Podéis verlo aquí

domingo, 1 de mayo de 2022

Inmaculada Franco

Inmaculada Franco en un Telediario de finales de los 90

Desde mediados de los ochenta y hasta la primera década del siglo XXI la presencia de Inmaculada Franco en los informativos de TVE fue constante. De la radio pasó a la tele por puro pragmatismo y, sin esperarlo ni ambicionarlo, se convirtió en una periodista de referencia no sólo para el espectador exigente sino también entre sus compañeros. Aportó credibilidad a los Telediarios de todas las ediciones, incluido el que se realizaba para el Canal Internacional, además fue una de las primeras mujeres editoras de informativos y puso en marcha el programa de reportajes "Crónicas". Su absoluta falta de ego quizá influyó en que no alcanzara la fama de algunos compañeros, la discreción fue su norma y también una de sus mayores virtudes porque afianzaba su imagen de periodista fiable y veraz.

El ERE de 2008, de infausto recuerdo, se llevó de Torrespaña a centenares de profesionales en su mejor momento, entre ellos a Inmaculada, pero como ella misma dice en esta entrevista (citando a un compañero) hay vida más allá del Telediario. 

- ¿Cómo fueron sus inicios en RTVE? ¿Cuál fue su primer trabajo allí y cómo lo consiguió? 

Mi llegada a TVE fue bastante casual. Yo trabajé previamente 4 años en Radio Nacional de España y también en Radio Exterior, ambas en Prado del Rey, en las afueras de Madrid. Después de un periodo de contratos temporales, me quedé en paro y aproveché esos meses para preparar unas oposiciones libres, que saqué, de modo que volví a RNE como personal fijo. Yo estaba muy contenta en RNE, la radio siempre me ha encantado, con su inmediatez y su cercanía; el inconveniente para mí era la distancia, que me obligaba a emplear más de dos horas diarias en el transporte, lo que, junto a los horarios siempre difíciles del periodismo, dificultaba mucho la atención a mi hija. De modo que, cuando me enteré de que Jesús Hermida comenzaba un nuevo programa en TVE, en el Pirulí, muy cerca de mi casa, pedí un traslado y me lo concedieron. Y esa fue mi llegada a la tele, por razones puramente prácticas. Poco después, Hermida me puso detrás de una cámara para una prueba y comencé a dar las noticas en “Por las mañanas”. Unos meses después, me pasaron al Telediario de fin de semana. En ningún caso hice nada por conseguirlo.

Inmaculada en marzo de este año

- ¿Qué recuerda de aquellos primeros tiempos en la Casa? ¿Pensaba que ese trabajo iba a ser algo temporal o sus ambiciones profesionales iban encaminadas desde el principio a la radio y televisión públicas?

Soy una gran defensora de la radio y la TV públicas por lo que significan. Como trabajadora, la experiencia de trabajar en una gran empresa, donde hay posibilidades de cambiar de sección, de programa, de responsabilidad, de aprender, en definitiva, es estupenda. Los inconvenientes: la complejidad del funcionamiento, sobre todo de TV, tanto por la parte técnica como humana. Yo he estado todo el tiempo en los Servicios Informativos, y mayoritariamente en los Telediarios, aunque con una etapa de cuatro años al frente de "Crónicas", cuya primera directora fui yo, y que recuerdo con gran cariño, por el contraste que significó pasar de hacer noticias para el Telediario -siempre breves, con prisa…- a abordar un tema en profundidad, con 30 minutos para exponerlo.

En un informativo de finales de los ochenta

- Sin saber si esa era su idea inicial, lo cierto es que usted es una de esas profesionales que ha representado a la perfección esa idea de "tele pública", ¿considera que, efectivamente, hay un "espíritu de medios públicos"? ¿En el caso de TVE qué supone? ¿Cómo debería ser TVE? 

Me duele hablar de TVE, de la tele pública, porque soy su gran defensora,  pero veo que nadie parece tener un proyecto sólido para ella a medio y largo plazo, lo que la somete a continuos vaivenes que merman su ejercicio y ponen continuamente a prueba a sus trabajadores.  

Creo que el servicio a la información, el esfuerzo de objetividad, deben de marcar el espíritu de los medios públicos y que es una garantía democrática que existan esos medios, sin depender de los intereses empresariales -siempre vinculados a los políticos- de tal o cual grupo. Es cierto que los medios públicos precisan un control como garantía de ese servicio que han de prestar. Pero ese control no ha de ser exclusivamente político, ha de tener una base de autorregulación profesional, si no queremos que la tele se convierta en un escenario bis de los mismos debates del Parlamento o de la esfera política. 

Por eso fue un gran logro democrático el que se diera carta de naturaleza a los Consejos de Informativos, como órganos de participación de los trabajadores; no se pronuncian sobre las condiciones laborales, que eso lo han de hacer los sindicatos. Se pronuncian sobre los contenidos informativos y sobre los funcionamientos empresariales que puede influir en esos contenidos, y velan por la misión de servicio público: emiten informes sobre los nombramientos del Jefe de Informativos, denuncian posibles irregularidades o manipulaciones y atienden las reclamaciones de los trabajadores en materia de contenidos. Esto tiene una enorme importancia para la autorregulación de la profesión periodística. Sin embargo, las modificaciones legales, como ésta, introducidas en la época Zapatero y saludadas por la mayoría de los periodistas, han quedado en poco. La televisión vuelve a estar al albur de la clase política, que no tiene, ni en la izquierda ni en la derecha, un proyecto para ella, de modo que todo lo que se adopta son soluciones de compromiso, temporales, sin un horizonte sobre el modelo y su correspondiente articulación económica. 

Jesús Hermida consultando las últimas noticias a la "señorita Franco", como él solía llamarla

- Su trabajo en "Por la mañana" fue un paso importante en su carrera y, quizás, el que le dio a conocer al gran público, es una Chica Hermida, aunque sólo estuviera una temporada.

Sí pero fue de una manera totalmente casual. Yo era una de las periodistas del equipo inicial de Hermida, pero no llegué al programa para hacer imagen sino como redactora. Fue Hermida el que me puso por sorpresa delante de una cámara, junto al realizador, Luis Tomás Melgar. Y les gustó mucho la prueba. Yo no me puse nerviosa, porque ni me lo esperaba ni esperaba nada de la tele y sí que tenía memoria para improvisar y costumbre de hablar en público. De modo que así empezó esa aventura de dar las noticias cada hora en “Por las mañanas”, yo permanecía bastante alejada del show, aunque Jesús quería que todos participáramos en todo. Pero yo estaba la mayor parte de la mañana físicamente alejada del plató, en la planta primera, recabando información de los teletipos y de los contenidos de los telediarios. Aún así, pude comprobar muy bien el funcionamiento peculiar de ese programa innovador, que se hacía en directo, en el que cada día se inventaba algo y que tenía una gran frescura. De ahí su éxito absoluto. Él era un gran dinamizador y daba oportunidad a la gente de hacer cosas diversas. Para mí fue una gran escuela y tengo que agradecérselo.

- Hay mucha leyenda con respecto a la exigencia de Hermida y por extensión, de Luis Tomás Melgar, claro, ¿cómo fue su trato con ellos?

Es verdad que ambos eran muy exigentes. Cada día, después del programa, había una reunión donde se revisaba lo que había salido bien y mal y se daban ideas para la jornada siguiente, a partir también de las previsiones. Creo que esa era una manera buena de proceder, abierta, participativa, clara. Lo que se les reprochaba a ambos, sobre todo a Hermida, era su dureza en corregir en público a “sus chicas”, especialmente, que a veces terminaban llorando por alguna esquina. No fue mi caso: me sentí tratada siempre con respeto y sólo recuerdo un grito en plató, como recordatorio a algo que yo había olvidado. Después, he escuchado muchos gritos en medio de las prisas de la profesión y del Telediario. Puedo decir que tengo un buen recuerdo de esos seis meses con Hermida y que, globalmente, era un profesional enorme y esa profesionalidad lo redimía de su idiosincrasia particular.

La famosa foto de Hermida con "sus chicas" de "Por la mañana" que la revista TP usó para una portada bajo un título que hoy se nos antoja muy machista: "El harén de Hermida"

- ¿Qué recuerda de aquella breve temporada? ¿Por qué no continuó?

Recuerdo que fue una aventura magnífica. Empecé a descubrir lo que significaba la fama, porque los niños me reconocían por la calle y me acompañaban gritándome “señorita Franco, señorita Franco…”, que era como me llamaba Hermida. Descubrí esa potencia comunicadora del medio y su poder. Trabajé con grandes profesionales en aspectos creativos y muy televisivos, pero no directamente vinculados a la información, que es algo que no he vuelto a hacer. Porque unos meses después, Pilar Miró decidió que fuera la cara de las noticias del fin de semana. Me lo comunicó el jefe de informativos de entonces, Julio de Benito, de un día para otro. Eso fue demasiado brusco, me sentí como lanzada de un avión sin paracaídas. Porque Hermida sí exigía, pero acompañaba a su gente. El paso a presentar el Telediario del fin de semana fue, de entrada, sin ninguna clase de acompañamiento. Lo único que me dijeron es “tienes que cortarte el pelo”, porque yo llevaba una gran melena entonces que igual no era muy imagen del telediario. En ese paso a esa información más formal, estuve un poco desamparada, lo veo ahora claramente. Aunque también fue una prueba de confianza, sin duda. Se me dieron muchas oportunidades en poco tiempo, sin que yo las pidiera. Pero igual que se me dieron se me quitaron: a los pocos meses, otra presentadora me sustituyó y tampoco hubo ninguna explicación

"48 horas", el magazine informativo del fin de semana en su etapa dirigida por Pedro Erquicia, de pie junto a Inmaculada y a su izquierda Miguel Adrover. También destacaban en este equipo María Escario (izda. de la foto) y el hombre del tiempo José Antonio Maldonado (derecha).  

- Se incorporó definitivamente a Informativos en una etapa muy intensa en la propia Casa. ¿Cómo recuerda esos momentos de cambios continuos de equipos, criterios informativos...?

Sí, como digo, estuve de presentadora en el fin de semana. Primero sola, brevemente y luego de pareja con Miguel Adrover, un gran profesional con el que tejimos una gran complicidad profesional y una buena amistad. Formamos parte de varios equipos, primero con Pedro Erquicia y luego con Aberasturi, ya que el informativo se integraba en una programación más amplia de fin de semana. A partir de entonces, siempre seguí de redactora en los Servicios Informativos, a veces haciendo imagen y a veces no.

La mayor parte de mi tiempo en TVE ha sido en el Telediario: el del fin de semana, el de las 21 h, y los Telediarios Internacionales, con horarios diferentes. Finalmente, en mis cuatro últimos años, estuve en el Telediario que más me gusta, que es el de las 15 h, porque de alguna manera marca las pautas del resto del día. En ellos, en diferentes momentos, he sido editora adjunta y editora. También dirigí "Noticias 2", presenté el programa "Campo y Mar", presenté dos veranos "Informe Semanal", fui corresponsal temporal en París y en Roma, dirigí los primeros años del programa "Crónicas" y estuve al frente del equipo de periodistas desplazado a Roma por la muerte de Juan Pablo II y la posterior elección de Benedicto XVI.

Fotografiada para una revista a principios de los noventa

- ¿Cómo eran las presiones de los gobiernos de turno? ¿De qué manera las sufrían?

Es una pregunta recurrente pero no fácil de contestar. Porque visto desde fuera, se cree que el gobierno o los diferentes poderes tienen una especie de botón automático para decir “esto sí y esto no”, o bien un hombre de paja que recibe las instrucciones que se aplican de forma inmediata. Eso, tengo que decirlo, es de una simpleza tremenda, porque desconoce la complejidad y el funcionamiento del medio. 

La influencia que los gobiernos quieren tener -y quieren, unos más y otros menos, pero quieren- se ha de instrumentar necesariamente a partir del propio sistema, es decir, a través de la cadena de mando, ya que el TD es una máquina muy engrasada que ha de funcionar como un reloj en el que cada uno tiene un puesto asignado, una responsabilidad y una tarea, que es siempre supervisada por varias personas. De modo que la influencia ha de pasar por ese ejercicio profesional, por esa cadena de montaje, que es compleja siempre y en la que no todo el mundo tiene la misma percepción de las cosas; es decir, el mando ha de contar con esa complejidad porque si se anula el ejercicio profesional, no hay información, y si se desconoce el funcionamiento de la maquinaria, tampoco. Es decir, se puede nombrar en puestos de responsabilidad a profesionales afines, pero la maquinaria mayoritaria seguirá estando formada por los mismos periodistas con los que unos y otros han de contar. 

Y los periodistas no somos marionetas que obedezcamos sin más; con un sistema de pura obediencia sería imposible hacer un informativo. Dicho esto, los mandos, desde el jefe de informativos a los jefes de áreas (economía, política, etc.) y los editores de los TD ejercen su responsabilidad, pero han de hacerlo en un equilibrio siempre difícil entre respetar la jerarquía -obedecer- y hacer valer la suya -discutir- sobre temas siempre opinables.  Además de que el redactor que se desplaza y escribe a noticia también tiene un criterio y una percepción que ha de ser tenida en cuenta. 

A mediados de los noventa en el famoso decorado del mapamundi en relieve 

El buen jefe será el que sea más capaz de mantener esa interlocución respetuosa en todas las direcciones, hacia arriba y hacia abajo, pero con la vista puesta en una información de calidad, es decir, equilibrada y respetuosa. Sobra decir que he tenido, y sigue habiendo, buenos, regulares y malos jefes. Cuanto mejor profesional es uno y mejor conoce la empresa, más posibilidades de ser buen jefe, aunque no es automático: la gestión de grandes grupos humanos es en sí misma muy difícil y los periodistas no estamos, de entrada, formados para ello. De modo que grandes periodistas pueden ser muy malos jefes y periodistas menos brillantes pueden serlo mejores.

Por otro lado, hay que decir que hay muchos filtros antes de que la noticia se elabore:  la elección de lo que se ofrece como información en medio de una oferta creciente es el principal; los jefes de área tienen que seleccionar cuántas de las ruedas de prensa que se producen en una mañana pueden ofrecer y necesariamente discriminan; también han de elegir cuál de las noticias propias de investigación o qué reportajes podrán concluir con el personal y los medios técnicos que tienen. Y muchas veces sus previsiones y su organización quedarán desbaratadas por la actualidad que irrumpe y obliga a cambiar todos los planes. Y ahí se produce otro momento radical de selección en la asignación de los medios: a qué acontecimiento, rueda de prensa, etc., se envía una cámara, una unidad móvil y un periodista, o qué imágenes se compran y cuáles se rechazan. En la asignación de los medios técnicos y humanos se juega tanto como en la redacción de los contenidos.

A lo largo de mi vida profesional he de decir que no he compartido con frecuencia las prioridades informativas, por ejemplo, o la orientación de una noticia. Pero he tenido la oportunidad de manifestarlo y lo he hecho. También he tenido claro que formaba parte de ese entramado complejo que he tratado de describir, en el que me correspondía una responsabilidad limitada siempre por otras responsabilidades. 

Guardo un recuerdo especialmente bueno de mi última etapa en el telediario de las 15 h, presentado por Ana Blanco y editado por Pilar G. Padilla y yo misma, con Fran Llorente como jefe de informativos. Fueron cuatro años de gran libertad -dentro de esos equilibrios que he descrito-, de 2004 a 2008, y los más satisfactorios de mi carrera. Tuvimos además la alegría de ser calificados como el informativo más objetivo y de calidad en las encuestas de opinión que se realizaban.

Inmaculada durante la etapa de los SS.II. dirigidos por Mª Antonia Iglesias

- Durante más de dos décadas fue una presencia constante en la pantalla, ¿le gustaba el trabajo de plató? 

Sí, sin duda. La cámara no me impresiona, que es lo puede ser el obstáculo para algunos. En el fondo, es como mantener una conversación, como dirigirse a un interlocutor cualquiera. Me ha gustado mucho el trabajo en directo, es decir, los Telediarios o cualquier conexión en directo.  Me ha gustado poco el trabajo en diferido, como cuando se graba un programa: todo resulta muy lento para los que estamos acostumbrados al directo, porque hay que sincronizar el trabajo de los que están en el estudio (regidor, iluminadores, operadores de cámara, presentadores) con los que están en el control: responsable de estudio, control de sonido, control de cámaras, control de emisión, rótulos y, por supuesto, el realizador, que es como el director que orquesta el trabajo de todos hasta que la señal sale al aire.

Esa belleza del directo contiene también su propio inconveniente: significa mucha presión, porque no hay corrección ni aplazamiento posible: hay que entrar a tiempo y responder a la cámara pase lo que pase, sin perder los nervios ni el hilo de lo que hay que contar. Es algo que tiene su grandeza; cuando acaba un TD se vive una gran satisfacción profesional y un gran alivio a la vez: se relaja la tensión de esos minutos frenéticos en los que se ha estado realmente en el centro de la información con la satisfacción del deber cumplido porque cada TD es en sí mismo un producto que se completa en la emisión… y hasta el siguiente. 

- Su estilo era muy "BBC", discreción, credibilidad... ¿fue algo que llegó de forma natural o era consciente de su responsabilidad y trabajó esa imagen?

En mi época, eso que tú llamas estilo BBC era la norma en los informativos: sobriedad y sencillez, tanto en el atuendo como en la redacción y la presentación. Ahora hay, a mi entender, un dominio del periodismo-opinión y del periodismo-espectáculo. Se ha ganado en flexibilidad, frescura, medios técnicos y puesta en escena de los informativos. Pero se tiende a un excesivo protagonismo de los periodistas, que lejos de competir en discreción lo hacen en agresividad. Me refiero a los programas para informativos, más que a los telediarios pero hay una influencia creciente sobre ellos de ese estilo opinativo, que sacrifica el relato equilibrado por el titular llamativo. Me alegro de que TVE mantenga aún las viejas esencias en su telediarios. 

En un TD de finales de los noventa, en la época en la que los dirigía Buruaga

- Los estudiantes de periodismo no son conscientes de las dificultades de presentar un informativo hace 10 o 20 años, ¿cómo les explicaría ese proceso (las conexiones en directo que fallaban, el autocue manejado por otra persona, etc)?

Todavía hay mucha complejidad técnica en los Telediarios y los informativos. La televisión sigue siendo un medio complicado y no hay más que asomarse a un control de emisión para saberlo. El gran cambio es que ahora los periodistas asumen mucha responsabilidad también en la parte técnica: las noticias se montan con la imagen incluida en el propio ordenador mientras que antes había que ir a una cabina de montaje previo visionado de la imagen a emplear. En algunas televisiones los periodistas acuden también con la cámara al lugar de la noticia. Afortunadamente no siempre, porque se trata de sustituir a unos profesionales imprescindibles que han hecho la grandeza de la TV, que son los operadores de cámara. Lo mismo se puede decir de los montadores: se ha sacrificado la calidad del montaje por la rapidez y la cantidad.

En cuanto al trabajo de presentación, no estoy segura de que hoy sea radicalmente diferente a hace años. El autocue lo manejaba otra persona, efectivamente, y lo hacía muy bien, de modo que el presentador no tenía que estar también pendiente de ese tema. Y las conexiones en directo siguen fallando, como antes, no hay quien evite ese elemento de incertidumbre, especialmente en circunstancias complicadas. El presentador, antes y ahora, está expuesto y ha de mantener su sangre fría, por un lado, y tener el Telediario en la cabeza, por otro, para salir airoso de cualquier fallo (una noticia que no entra, una conexión que se interrumpe…), y esos fallos seguirán produciéndose

"Informe Semanal", agosto de 1996

- Además de hacer pantalla era una de las pocas mujeres que editaba Telediarios, ¿sufrió algún tipo de machismo?

En TVE, la profesión periodística está muy feminizada: hay más mujeres que hombres, las había en mis tiempos y creo que la proporción ha seguido aumentando, como lo ha hecho en las facultades de periodismo. Sin embargo, como en el resto del mundo, las responsabilidades eran mucho más masculinas que femeninas, y cuanto más arriba, más masculinas, y eso que tuvimos a Pilar Miró de Directora General y a Mª Antonia Iglesias de Directora de Informativos. Es verdad que se daban los comportamientos que todos hemos interiorizado como normales, hasta el punto de no detectarlos, pero que revelan muchos micromachismos: sobre todo la tendencia masculina a ponerse siempre al frente y la creencia de que un presentador garantiza más credibilidad que una mujer, y eso sí lo he sufrido en alguna ocasión. Por lo demás, mis compañeros varones han sido impecables en ese terreno en su inmensa mayoría. 

Telediario para el Canal Internacional de TVE desde el set montado en la plaza de Colón en Madrid para celebrar el primer aniversario del Canal 24 horas en 1998

- Entre los cientos de Telediarios que tuvo que editar podríamos destacar uno muy especial, el que se realizó desde el Museo del Prado con motivo de su reapertura, un TD fuera de plató es más complicado, pero hacerlo rodeado de arte tendrá sus ventajas...

Guardo un recuerdo hermoso. Sí, hacer el telediario desde la sala de Velázquez, con las Meninas al fondo, no es cualquier cosa. Pero con las tensiones derivadas de la complejidad técnica, que hay gestionar fuera del bien engrasado carril del Pirulí. También guardo el recuerdo de haber presentado un Telediario Internacional para América desde la Plaza de Colón, en un set montado con motivo del primer aniversario del Canal 24 Horas. 

Editando el TD 1 realizado en directo desde el Museo del Prado en 2007

- Durante cierto tiempo fue cara de las Noticias de La 2, ¿cuál era la diferencia entre los informativos de uno y otro canal? 

No fui presentadora de Noticias en La 2, sino la directora. La presentadora principal era Ana Blanco, y varios presentadores más , porque hacíamos boletines horarios, como en la radio. Tratábamos de hacer algo más fresco, más breve y con atención a noticias que entonces tenían menos cabida en los telediarios: noticias de medio ambiente, de sociedad, culturales y un poco alternativas. No sé si lográbamos distinguirnos mucho, porque, como expliqué antes, los medios técnicos eran los que eran y se dedicaban en prioridad a los telediarios y nosotros nos alimentábamos del mismo material. Creo que en etapas posteriores, cuando Fran Llorente estuvo al frente, con Lorenzo Milá de presentador, fue cuando se logró consolidar ese perfil diferente que nosotros apenas esbozamos.

- ¿Por qué se fue de TVE, prejubilación? ¿Hubiera preferido seguir?

Me fui de TVE en mi mejor momento profesional, era consciente de ello porque me fui cuando ya conocía bien ese complejo aparato que es la televisión, es decir, cuando conocía el medio y conocía mi empresa, además de tener tablas en casi todos los puestos que como redactora pueden ocuparse en la Casa. De modo que sí, hubiera preferido quedarme. Pero vimos que había que irse porque la decisión política y económica era adelgazar radicalmente la empresa y eso no era opcional, aunque formalmente existía la posibilidad de pedir quedarse, una excepción que la empresa debía de conceder o no graciosamente. 

El adelgazamiento se hizo por criterios de edad y no con un proyecto o modelo de televisión pública detrás, que determinara cuánto personal sobraba o faltaba en cada categoría. Pero la propuesta fue avalada por los sindicatos y en esa situación, y con una oferta económica ventajosa, solo cabía irse. 

- ¿Echa de menos ese agobio diario de la radio o la tele?

Me sigue pareciendo un medio precioso y sí, tengo cierta adicción por los telediarios, aunque al acabar en TVE quise poner distancia emocional durante un tiempo, porque si no,  una acaba diciendo “esto yo lo hubiera hecho así, esto otro está mal…”. La adrenalina del Telediario engancha, ciertamente, pero se vive mejor, sin ella. Como decía con sorna un compañero, “hay vida después del Telediario”, una obviedad que a veces olvidábamos los que hemos vivíamos absorbidos por la tarea informativa incluso en nuestro tiempo personal.

Inmaculada en una imagen reciente disfrutando de una de sus pasiones, la montaña

- En realidad no ha dejado nunca de estar activa pero la audiencia de la tele quizás no sepa a qué se ha dedicado estos años, ¿cómo resume su trabajo actual cuando algún antiguo espectador le pregunta eso de "qué hace ahora"?

He concedido más tiempo a otros espacios: la familia, especialmente, pero también los viajes, la afición a la montaña y diversos compromisos sociales. Siempre he sido bastante activa en algunas organizaciones de la Iglesia progresista (pertenezco a Profesionales Cristianos y a la Revuelta de mujeres en la Iglesia) y he ido descubriendo también la meditación como medio para cultivar el terreno espiritual, que es muy importante en mi vida. La espiritualidad o vida interior, los afectos y la idea de que tenemos compromisos con el mundo en el terreno de la justicia y del cuidado de la casa común, son los ejes que vertebran mi vida. Pero no he abandonado el ejercicio profesional: colaboro habitualmente con una revista digital, "Alandar" (alandar.org), de información social y religiosa con una mirada crítica y una atención especial hacia experiencias poco conocidas pero novedosas en el terreno tanto de lo religioso como de los movimientos sociales. Como exponente, acabo de publicar una entrevista con un traductor y doctor en teología que estudia y critica algunas traducciones de la Biblia que sirven para marginar a los homosexuales. 


El Archivo RTVE nos permite recordar algunos de sus trabajos, por ejemplo este "Por la mañana" del 13 de mayo de 1987 o este fragmento de abril del mismo año. Recientemente también ha colgado dos "Informe Semanal" de agosto de 1996 que podemos ver pinchando aquí y aquí.