miércoles, 18 de octubre de 2017

"Apueste por una", la Campos y sus discusiones


Hubo un tiempo en el que RNE compartía el servicio público de radiodifusión con Radiocadena Española y la sinergia entre esas emisoras y TVE era muy sólida, estrellas de un lado se iban al otro o incluso compaginaban ambos medios y la hermana más popular de las tres (la tele) se nutría de las mejores ideas para adaptarlas en sus platós. Así sucedió con "Apueste por una", el programa que catapultaría definitivamente a María Teresa Campos en la tele tras varios decepcionantes intentos previos ("Diario de Sesiones" y una breve temporada en "La tarde"). 
   En verano de 1983 había comenzado este formato en las tardes basado en una premisa muy simple: dos mujeres se enfrentan vehementemente sobre un tema en el que que tienen posturas totalmente opuestas. Esas mujeres eran dos periodistas de armas tomar, la ya mencionada Campos y Patricia Ballestero. Ambas asumían un rol que nunca sabremos si se correspondía con su verdadera personalidad pero hacían muy bien aquello de discutir apasionadamente aunque "sus opiniones personales no coincidan completamente con la posición defendida" que más tarde veríamos también en "Tribunal Popular" con Ricardo Fernández-Deu y Xavier Nart. 
   Eloy Rosillo intentaba moderar la discusión y en la última parte del programa se abrían los teléfonos para que participaran los oyentes, con intervenciones no superiores a los 30 segundos, y votaran por su tertuliana favorita. Su horario más habitual fue de lunes a viernes entre las 19 y las 20 h pero a partir de mayo de 1987 se incluía en el magazine "Buenos días". 


Y en esa época andaba por los pasillos de Prado del Rey María Teresa, deseando tener una oportunidad en la tele cuando solicitó un encuentro con Jesús Hermida que, por entonces, había iniciado su aventura matinal con el ya popularísimo "Por la mañana". La Campos no se anduvo por las ramas, quería formar parte de su equipo y qué mejor que trasladar su "Apueste por una", del que era directora, al estudio en una versión más reducida, más vibrante y sin las llamadas de los oyentes. Hermida aceptó y el resto es historia. Las dos demostraron que sus dispuestas también podían ser muy visuales y ni siquiera necesitaban un moderador. Don Jesús sólo intervenía cuando la cosa se desmadraba o para dar por finalizada la polémica. Muchos espectadores todavía recuerdan aquella emisión de un 28 de diciembre en el que María Teresa estaba "desatada" y se encaraba a su director que tras una serie de incómodas palabras le decía aquello de "¿usted pertenece a Radiocadena, no? Si quiere irse del programa y no venir más, márchese". Todo era una inocentada que los espectadores descubrían al final, al ver cómo todos los miembros del programa aparecían en el escenario con su muñequito de papel aunque décadas después se nos quiso hacer creer que aquello había sido cinema verité. 
   La Campos fue fiel a esta sección, que tanta fama le había dado, en sus siguientes magazines aunque ya sería sin Ballestero (que siguió su carrera radiofónica en la COPE). Cuca García de Vinuesa discutiría años y años con ella incluso en su etapa en Telecinco. En aquella última época se había perdido la esencia divulgativa y de llamada al diálogo que se pregonaba desde la radio, no en vano el lema original era "Apueste por una... pero respete a la otra". 

viernes, 13 de octubre de 2017

Estudio 1: Todos eran mis hijos. 1973.


La obra de Arthur Miller ha sido frecuentemente usada para dramáticos televisivos y TVE no era ajena a ello. Si la censura no permitía obras que criticaran lo que pasaba aquí, en cambio estaba muy bien visto aquellas que reprobaban los males de la cultura del capitalismo salvaje norteamericano, por ejemplo. Si Pedro Amalio López había adaptado con éxito (y en dos ocasiones) la célebre "Las brujas de Salem" que era una metáfora de la Caza de Brujas instaurada por el Senador McCarthy y aquí nadie se dio por aludido, con "Todos eran mis hijos" la comparación con la coyuntura española era un poco más difícil así que miel sobre hojuelas. Esta pieza teatral está basada en la historia real de un hombre que había vendido piezas defectuosas al ejército estadounidense durante la II Guerra Mundial y que fue denunciado por su propia hija. El estreno original se produjo en 1947 y apenas un año después se estrena su primera adaptación cinematográfica. A España llegó al teatro en 1951 y a la televisión en 1967 dirigida por Gustavo Pérez Puig con José Bódalo, María Luisa Ponte, María Luisa Merlo, Ana María Vida, Álvaro de Luna y Carmen Rossi en el reparto. 


La versión que nos ocupa hoy se estrenó en el espacio "Estudio 1" el 22 de junio de 1973 dirigida por Alberto González Vergel, un teleasta comprometido con el teatro más reivindicativo que se hizo famoso, no sólo por su sensibilidad artística y la elección de obras con enjundia intelectual, sino también por la compañía de actores que se creó dentro de los propios estudios de TVE. Sus repartos solían repetirse constantemente y consiguió aupar a actores de la categoría de José María de Prada, Marisa Paredes, Ana María Vidal o Julián Mateos. En esta ocasión eligió a Narciso Ibáñez Menta como protagonista en un papel muy alejado de los que le habían hecho popular en nuestro país gracias, fundamentalmente, a su hijo, Chicho Ibáñez Serrador. Dejó a un lado su habitual histrionismo (perfecto para los roles de "Historias para no dormir") para mostrar su excepcional versatilidad encarnando a un sexagenario Joe Keller que intenta justificar sus actos en nombre de su familia y que, en realidad, vive agobiado por el peso de la culpa. Le secundan otros actores no menos brillantes: Luisa Sala como su esposa, los ya nombrados Mateos y Paredes (que repiten una vez más con Vergel), Rafael Arcos, Marisol Ayuso, Antonio Durán, Pilar Barrera y Enrique Cerro. Tras "Crónicas de un pueblo", a las 22 h, la audiencia pudo ver por primera vez en la pequeña pantalla, la historia de una familia que se desgaja entre reproches.
   El jueves 17 de agosto de 1978 se repuso dentro de "Teatro Estudio". En aquella época buena parte de la programación era en color ya y su emisión entre la segunda edición del Telediario y "Últimas noticias" en un horario estelar, sorprendía. Pero más sorpresa tuvo que ser para los programadores comprobar unas semanas después que en el panel de aceptación aparecía nada menos que en el 9º puesto (con una puntuación de 7,8 sobre 10) por encima de  programas "Informe Semanal" o "Gente joven" y de las series "Starsky y Hutch" y "Baretta". Estaba claro que el texto de Miller seguía vivo y que las actuaciones de intérpretes tan solventes dirigidos por el habitual pulso de Vergel no habían envejecido... a pesar del blanco y negro. 

lunes, 9 de octubre de 2017

"Tan contentos" con Consuelo Berlanga


"Tan contentos", con un título tan efusivo quedaba muy claro que el nuevo magazine para las mañanas de Antena 3 en la primavera de 1991 no iba a ser precisamente un espacio triste. Todo en aquel luminoso y pequeño plató de San Sebastián de los Reyes intentaba generar positividad y su directora y presentadora siempre recibía a su audiencia con una sonrisa. Consuelo Berlanga llegaba a la cadena comandada por Martín Ferrand para suceder en las mañanas a su ex compañera y amiga Nieves Herrero cuyo "De tú a tú" se asentaba definitivamente en las noches en un formato más lujoso tras una serie de especiales que complementaban a su versión diaria. El 15 de abril a las 11.20 h desembarcaba la periodista cordobesa en las privadas tras su exitosa etapa al frente del "Waku Waku" de Chicho Ibáñez Serrador.


Entrevistas, mirada a la actualidad, concursos, música con orquesta propia y grupos o solistas de promoción, reportajes, interés por asuntos solidarios... En realidad el programa no se diferenciaba demasiado de su predecesor o de sus competidores en TVE ("De par en par") y Tele 5 ("Tele 5, ¿dígame?"), lo que cambiaba era la mirada y los ojos de Consuelo Berlanga siempre se han caracterizado por la empatía, la frescura y la alegría. Su experiencia en "Por la mañana" con Jesús Hermida había sido muy valiosa pero si a eso añadimos su etapa con Chicho tenemos un cóctel excepcional del que la comunicadora supo extraer lo mejor y por eso consiguió crear momentos que han servido de relleno constante para programas recopilatorios o de pifias de la cadena como "Todos somos humanos" (presentador por Carrascal y Xavier Sardá) o "Los + ..." todavía hoy. Loquillo ayudándola a desmontar de un caballo encabritado, un espontáneo con claras evidencias de ebriedad saltando al escenario durante un desfile de ropa... son sólo un par de ejemplos de esas "cosas del directo" que la Berlanga no evitaba ni tampoco intentaba disimular. Por eso, su reacción ante el alegre borrachín abrazándole mientras bailaban para sacarle de allí es impagable. 


Sin embargo, lo más recordado del programa son sus homenajes. En un clarísimo antecedente de sus dos grandes éxitos posteriores en las autonómicas, "¿Qué pasó con...?" y "Canciones para el recuerdo", detectó un interés del público por las grandes figuras del espectáculo que habían desaparecido de la primera plana de los medios. Especialmente emotivo fue el de Antonio Molina, ya muy enfermo, que se convertiría en su última aparición televisiva. 
   "Tan contentos" heredaba una apreciable audiencia de Nieves Herrero pero poco a poco consiguió superarla e incluso se convirtió, para sorpresa de la pública, en líder en un momento en el que Antena 3 todavía no tenía cobertura nacional. Además del buen hacer de la Berlanga contribuyó a ese éxito una serie que se incluía en el programa (como era habitual en los magazines matinales y vespertinos desde finales de los 80): "Santa Bárbara". El interminable culebrón estadounidense fue "robado" de TVE que la emitía desde hacía algunas temporadas. El viernes 11 de mayo los espectadores vieron un capítulo en la Primera y el lunes 13 vieron el siguiente en la privada. Eran tiempos de contraprogramación, estrellas desplazadas a golpe de talonario... El caso es que la estrategia funcionó y la serie sirvió de "locomotora" para arrastrar audiencia y que la gente curioseara qué hacía Consuelo y, al ver el buen ritmo que había creado en su plató, se quedara. Tal fue el éxito que en verano, cuando la mañana se llenaba de contenidos infantiles, se trasladó a la tarde para no perder comba. 


Este esfuerzo sumado a la responsabilidad de dirigir y presentar un programa realizado en condiciones ínfimas, con medios todavía muy precarios en una cadena novata y con presupuesto limitado fue afectándola poco a poco. En marzo de 1992 abandonaba el espacio para presentar un concurso diario, "Corazón de melón" y un espectáculo semanal en prime-time, "Quédate con la copla". La sustituyó durante unos meses Jesús Cisneros que, junto a Emilio Varela (antiguo pianista de "Por la mañana") Ángel Hidalgo y Antonio Albella, ayudaba en pantalla a la directora. Fue un cambio breve porque una alergia al níquel que contenía el maquillaje la retiró temporalmente de los estudios. En realidad, tal y como contó la propia afectada años más tarde, esa fue la respuesta al estrés y agotamiento al que se había visto sometida durante un año. Irma Soriano la suplió en el concurso y Andrés Caparrós en el show musical. "Tan contentos" finalizaba definitivamente su andadura el 25 de septiembre de 1992, el carisma de Berlanga era el auténtico motor del magazine y sin ella, no tenía sentido. 

jueves, 5 de octubre de 2017

"Los pajaritos" de Mercero


En 1973 Antonio Mercero todavía seguía dirigiendo la popularísima "Crónicas de un pueblo" pero el triunfo internacional de su mediometraje "La cabina" le iba a permitir liberarse definitivamente de aquel encargo de endulzar la cucharada semanal del Fuero de los Españoles, el verdadero objetivo de aquella serie: formar con la excusa del entretenimiento. Si bien la angustiosa historia protagonizada por López Vázquez se había estrenado en España el año anterior, fue al siguiente cuando comenzó su carrera en televisiones y certámenes extranjeros que culminaría con el primer Emmy para nuestro país. Aquel verano fue intenso para el director porque lo dedicaría a rodar su siguiente especial dedicado a recorrer festivales en la famosa "Operación Premio" (una estrategia para demostrar fuera que aquí no había dictadura y que existía libertad de expresión). "Los pajaritos" se estrenaría el 21 de enero de 1974 y según explicaba el propio realizador a "TeleRadio" durante el rodaje: "El guión surgió hace ya mucho tiempo pero hasta hace poco  no fue elegido por TVE entre varios proyectos que les presenté. Unos en colaboración con José Luis Garci (con el que había escrito "La cabina" y con el que volvería a trabajar en "La Gioconda está triste") y otros exclusivamente míos, como este. Lo escribí hacia el 69 o el 70, ahora he tenido que remozarlo, sobre todo en el sentido de darle una mayor fuerza crítica al problema de la contaminación"


El propio Mercero explicaba a los medios qué se contaba en aquel cortometraje de apenas 36 minutos: "Es la historia de una ciudad envuelta en la polución atmosférica. La película comienza con el hecho irrevocable de la muerte de unos pájaros. Es un poco ciencia-ficción pero con base tan real que es posible lo vivamos a la vuelta de unos años. Digamos que el problema central es, repito, la contaminación y que, a causa de ella, los pajaritos están en trance de desaparecer. Para la trama argumental tenemos a dos viejecitos que, cada uno por su cuenta, han decidido salvar la vida de un pájaro. Las aventuras y las desventuras se suceden entre lo cómico y la ternura, es un poco la línea de Tati, a base de gags."


Aunque pensemos que la preocupación por el medio ambiente es algo reciente, en aquellos inicios de la década de los setenta era titular constante de los medios, eso sí, todavía no se sospechaba nada del cambio climático. Por eso no es de extrañar que algunos periodistas en la jornada de puertas abiertas durante la grabación le acusaran de usar casi un tópico para ganarse al público, de escoger un asunto muy cómodo para la demagogia: "Es un tema trillado, no desaparecido. Se ve cuáles son sus causas y sus efectos. Lo que hago aquí no es una crítica a un ente abstracto sino a unas causas concretas que lo crean. Y si, al decirme lo de cómodo quieres decir oportunista, creo que no. Es un problema actual, vigente, es estar al día y me parece algo importante. Podría ser más científico, más serio... pero con el humor se puede ser más inteligente y más profundo que con el drama. A través de una línea cómica se pueden decir muchas cosas. Sí, de acuerdo, es una envoltura amable y poética pero con una daga escondida... si se empieza a pensar en lo que dice". Quién iba a decir entonces que al final ese supuesto oportunismo iba a convertir a "Los pajaritos" en una historia de actualidad. 


El reparto estaba encabezado por dos secundarios habituales del cine, el teatro y la televisión, los extraordinarios Julia Caba Alba y José Orjas. Para ella era su primer trabajo como cabeza de cartel en una pieza televisiva o cinematográfica: "Es que mi trabajo no es de protagonista, no, por mi tipo, por... otras muchas cosas" decía a "TeleRadio" y reconocía que además: "tiene muchas dificultades, tengo que montar en bicicleta, hacer de paquete en una moto, saltar de ahí a un 600... pero es muy divertido". Esta magnífica (y siempre divertida) actriz se mostraba totalmente concienciada con el ecologismo latente en esta peliculita: "Es que antes daba gusto mirar al cielo, ¡ojalá no veamos nunca morir a los pajaritos porque, si ese día llega también veríamos morir a los niños!". El elenco se completaba con otros eficaces actores como José Franco, Blaki o Roberto Cruz en pequeños papeles. La música del siempre brillante Carmelo Bernaola recalcaba los momentos más emotivos. No sería la única vez que Mercero recurriría a este compositor, la sintonía de "Verano azul" también es suya. 


Mercero no tuvo ningún problema en hacerse él mismo un spoiler décadas antes de que la palabrita se pusiera de moda: "El desenlace es un tanto amargo. Yo no doy ninguna solución porque pienso que no tengo por qué darla, que no es mi misión, no soy ni un político ni un científico. La película termina con la idea de los viejecitos a una ciudad maravillosa, donde no existen esos problemas. Se van subidos por una grúa... Para un problema real, una solución poética". Y esto lo dijo 6 meses antes de que se emitiera, que conste. Curioso resulta que Hitchcock tampoco quisiera dar una solución a otro film de nombre similar...

   La crítica fue positiva, quizás por el prestigio que había alcanzado el director con su trabajo anterior, si bien este dramático no tenía la misma garra que "La Cabina". El diario ABC fue uno de los más entusiastas: "Desarrolla un mundo entrañable con pulso firmísimo en el que laten vivencias concretas y específicas. El horroroso porvenir de la Humanidad que se contamina no tiene en este relato tintes sombríos ni patéticos aunque lo patético está bajo la anécdota porque Mercero ha querido, y ha sabido, buscar contrapuntos optimistas que descargan la tensión y animan la esperanza. Viejos y niños, tan queridos por Mercero y a los que sabe dirigir con especiales resultados, componen el friso más humano de Los pajaritos en el que hay, de paso y como fundamento a la vez, censura contra el aspecto caótico y frío del mundo del progreso".

   "Los pajaritos" hizo el recorrido habitual de los especiales de TVE por concursos y se llevó el Premio Especial de la UNDA en XIV Festival Internacional de Montecarlo y y el Cino del Duca a su realizador en Milán. TVE la repuso cuatro años más tarde dentro del espacio "TV en el recuerdo" y los espectadores la colocaron en lo alto del panel de aceptación con una nota del 7,4. Más recientemente la hemos podido ver en Canal Nostalgia y en el espacio de la 2 "Singular.es".

martes, 3 de octubre de 2017

Cirilo Rodríguez, el otro hombre en la Luna

Foto cedida por @ArchivoRTVE

"¡Está tocando la superficie de la Luna en este momento, está probando si la superficie de la Luna es compacta! ¡Es la culminación de una hazaña histórica!" Con esas entusiastas palabras pronunciadas casi a gritos, Cirilo Rodríguez retransmitió para RNE la llegada del hombre a la Luna. Si Hermida consiguió emocionar a los televidentes, Rodríguez hizo lo propio con los oyentes con la diferencia de que, a finales de los 60 no todo el mundo tenía tele en casa pero la inmensa mayoría sí poseía un transistor. Si escuchamos ambos crónicas notamos ciertas similitudes, en el tono, en el verbo y es que tanto uno como otro eran periodistas pasionales y además compartían oficina en Nueva York por aquel entonces y se cubrían uno a otro no sólo como buenos compañeros sino también como amigos. La figura de Cirilo se ha agrandado con los años en la profesión, sobre todo gracias al premio que lleva su nombre, pero se ha ido ensombreciendo entre la audiencia. Él fue nuestro otro hombre en la Luna. 
   Orgulloso segoviano del último día de 1926 (aunque algunas fuentes aseguran que es del 27 sin aportar más datos), tras sus estudios de Periodismo comenzó a ejercer de locutor en Radio Segovia. En 1967 es galardonado con el Ondas por "la mejor información realizada en la radiodifusión privada", premio que le aupó a nivel nacional y que desencadenó su fichaje por RNE. Un año después fue nombrado corresponsal tanto de la emisora como de TVE en Nueva York, plaza compartida con Jesús Hermida y, más tarde, con Pedro Erquicia. 

Foto cedida por @ArchivoRTVE

Pocos años después de su famosa crónica desde Houston le confesaría a Jaime Ruiz de Infante en "El Faro de Vigo": "No hay duda de que aquella madrugada del 20 de julio de 1969, unas sombras borrosas en el monitor de la NASA, el pisar tímido de Neil Armstrong en la Luna, podría llenar la ambición profesional de un periodista. Yo estaba entonces transmitiendo para RNE. De pronto perdí la noción de lo que me rodeaba, solamente estaba la sombra de un ser humano sobre el satélite de la Tierra, un micrófono delante de mí y yo gritando durante veinte minutos. Cuando después me felicitaron por la transmisión y me dijeron que las palabras emocionadas con que relaté el acontecimiento quedarían grabadas como un modelo de profesionalidad en la radio, no podía creerlo; realmente no recordaba una sola palabra de cuanto dije". Él en realidad nunca se dio demasiada importancia, hablaba del periodismo como de un oficio que hay que desempeñar, eso sí, con la mayor de las responsabilidades y con toda la seriedad que eso implica. En esa misma entrevista describía las cualidades de un buen corresponsal: "Añade a las de un buen periodista, una adicional rapidez de redacción, capacidad así mismo para improvisar un comentario, que muchas veces no hay tiempo de escribir; preocupación constante por la actualidad para no perder el momento; sacrificio para aceptar la jornada de 24 horas, y una especie de sexto sentido, que permite al buen profesional estar atentto cuando lo imprevisto sucede. La avería del Apollo XIII ocurrió a las nueve de la noche. Yo me encontraba en Washington siguiendo a un ministro y Hermida estaba en Nueva York. Nos llamamos por teléfono, ambos nos habíamos enterado al tiempo de la noticia. La muerte de Nasser o la invasión de Checoslovaquia fueron noticias de sorpresa para el mundo, unos minutos después de producirse estábamos improvisando una crónica para RNE". En el verano de 1979 ampliaba esa respuesta a Tico Medina en la revista "TeleRadio" ampliando esa última característica necesaria en un buen cronista: "Sobre todo estar atento, estar atento siempre. Nosotros tenemos la obligación de que, aunque parezca que descansamos, de estar las 24 horas del día atentos, o sea que, aunque parezca que estamos descansando o sin hacer nada, lo que estamos es trabajando... Porque eso entraña el estar al pie del cañón, una auténtica responsabilidad. Mira, hay que saber cuándo ocurren las cosas en un país. Y si no se saben, no se es un buen profesional, aunque estés todo el día escribiendo a máquina". 


En 1970 obtuvo el Premio Nacional de Radio y TV por "la mejor labor informativa de actualidad nacional e internacional" y aquel mismo año es requerido por Prado del Rey para ayudar en la revolución de los Telediarios. Aquella brevísima etapa quiso romper el techo de lo noticiable (en palabras de Pedro Macía) y por eso recurrieron a alguien que estaba modernizando la información internacional desde la radio y también en la pequeña pantalla aunque de manera intermitente puesto que Hermida era el "titular" del puesto. Cirilo, además, se había empapado de la cultura periodística norteamericana, sabía que era necesario un cambio radical, no sólo en la libertad informativa, sino también en la forma de contar las cosas, agilizar aquellos anquilosados Telediarios. Se trajo a España aires de Walter Cronkite pero aquello fue un espejismo. En 1972 los jefes decidieron que aquello ya era demasiado y se cargaron todo el invento (incluido el enorme decorado lleno de locutores y pantallas explicativas) y le cargaron el marrón de dirigir los informativos a otro hombre rompedor, Alfredo Amestoy que, por cierto (y aunque esa sea otra historia) se encontró con el mismo inconveniente de "lo que se podía contar". 
   Precisamente el mayor problema estaba en una de las inquietudes de Rodríguez, contestar a la más importante de las seis W del periodismo (Qué, Quién, Cómo, Cuándo, Dónde y Por qué, que en inglés comienzan todas por W): "Yo creo que la más aguda es el WHY, el por qué, la razón muchas veces aparente de las cosas, el motivo que las origina, el proceso que las precede. Siempre ha sido para mí una obsesión el considerar los acontecimientos de nuestro tiempo, la búsqueda de su "por qué", el "why" norteamericano". ¿Por qué en España pasaban ciertas cosas? No, eso a principios de los 70 y en la tele no se podía responder. En 1975 ocuparía el cargo de redactor jefe de los informativos de RNE pero sería otra de esas estancias discontinuas en España.

Foto de Tico Medina para "TeleRadio"

Tras el desengaño por la impotencia de ejercer su trabajo con libertad volvió a Nueva York para seguir con sus crónicas. Trabajador incansable y entregado, había decidido no tener una vida privada que le distrajera de sus obligaciones laborales o que le enraizara demasiado con EE.UU. Un matrimonio le complicaría la decisión de volver a su patria, tal y como le confesó a Tico Medina en la entrevista que le concedió justo al saber que regresaba a España reclamado por RNE donde dirigiría el Servicio de Información Internacional. Él siempre quería hacer más: "A veces iba a España a decir: ¡oye, que trabajo poco, que quiero trabajar más! A veces he ido con esa queja, palabra que sí pero nadie se cree lo que digo. Una vez le dije a un director general, hace años, que no iba a protestar, me subió el sueldo, por cierto, sino a pedir más trabajo, que quería hacer más cosas por el mismo dinero. Iba a protestar, sí, pero de que no trabajaba, de que tenía tiempo libre de que, de acuerdo con los cánones de los EE.UU., yo rendía mucho menos de lo que podía pedir... cosa que al final, ha sido cierta. Lo cual no evita que acaso otra persona piense, considere, que he trabajado muchísimo pero esa ya es una cuestión más personal". En aquel momento se realizaban unas cinco crónicas diarias  dese Nueva York pero anteriormente la media era más alta: "Era cuando estábamos Hermida y yo, había días que llegábamos a las diez crónicas entre él y yo para la radio y la televisión. Pero eso se acabó. Por una parte porque en España hay muchos temas nacionales ahora, que digamos impiden meter un exceso de información internacional y, de otra parte, porque parece que España ha perdido interés por los temas más amplios. Creo yo que interesa, por ejemplo, saber más la opinión del secretario del PSOE de una ciudad cualquiera, de Soria por ejemplo, por decir un dato, opinando sobre si España debe estar en el Mercado Común Europeo mejor que en la OTAN que si, desde aquí, desde los EE.UU., desde Nueva York, opinamos sobre el tema de si la OPEP quiere subir o ha subido el precio del petróleo. La verdad es que siempre he pensado, esta es mi opinión personal, claro, que el corresponsal trabaja poco". 

Foto de Tico Medina para "TeleRadio"

"La RTVE ha hecho con nosotros una inversión fenomenal. Ha costado mucho dinero, muchos millones a la Casa el que estemos aquí. Yo le he costado mucho al medio. Por eso pienso que yo, a cambio de eso, puedo darles algo, mi experiencia, mucho de lo que aprendí aquí. Todo. Pienso que no debe ocurrirme lo que a aquel que, siendo comandante de artillería, le enviaron aquí para aprender de balística todo y se pasó no sé cuanto tiempo en Nueva York lanzando cohetes, gastando dinero, apretando botones, etc... Y cuando volvió a España le hicieron comandante del archivo de ex combatientes. Yo creo que tienen la obligación, ahora que vuelvo, de sacarme todo lo que sé, lo que he aprendido en esta magnífica escuela diaria, todo lo que puedan..." le decía a Medina y con ese espíritu de entrega regresó a Madrid pero esa nueva etapa duraría muy poco. El 21 de noviembre de 1980 fallecía de un paro cardíaco tras la complicación de un proceso gripal que se unía a una enfermedad respiratoria que arrastraba desde hacía años. Sus compañeros le preguntaban desde hacía tiempo por los pasillos cómo iba su salud, él respondía (según Ruiz de Infante en TeleRadio 1.198) siempre con una sonrisa que no podía faltar a su cita con la radio. Su saludo diario en "España a las 8" era ya un clásico y en esa época coordinaba la información internacional. El día de su muerte estaba preparándose cuando pidió a sus compañeros que le enviaran una ambulancia una hora antes del programa. 

   Esa profesionalidad llevada al límite deja traslucir su pasión por el periodismo. Su filosofía sigue vigente hoy en día y es el mejor consejo para cualquier periodista, becario o veterano en dificultades laborales:  "Nuestra profesión es suficientemente dura para que no necesite decirle a nadie: trabaja fuerte. Si diría: no os conforméis nunca con lo que sabéis. Lo de hoy quizá no sirva para mañana. El periodista necesita renovarse, alcanzar profundidad, belleza, rapidez y esto todos los días. Estar siempre dispuesto a romper los moldes ideales que podáis tener formados. Nunca penséis que os concederán tiempo para vuestro artículo, ayuda, audiencia y respuesta. Si tratáis los temas con profundidad os llamarán eruditos, si tratáis de que os entienda la masa os calificarán de frívolos, si estáis serios dirán que añadís sombra a la noticia, si dejáis una sonrisa siempre habrá gente que dirá: ¿de qué se reirá ese imbécil? Pero es así... y además, nos gusta el oficio".