Diversos problemas logísticos me han tenido unos días alejado de este blog y sería imperdonable que no homenajeara a un maestro como Gustavo Pérez Puig aunque sea con cierto retraso. Este hombre de mirada benevolente y al que en los últimos años habíamos escuchado hablar en diferentes ocasiones de la historia de la televisión en diversas entrevistas es una figura indiscutible de nuestra tele pero tampoco podemos ni debemos obviar su brillante carrera como director teatral. Él fue el responsable, por ejemplo, del estreno de "Tres sombreros de copa" en 1952, era un pipiolo que había dirigido el TEU (Teatro Español Universitario) pero su juventud no fue óbice para convencer a Mihura, a quien quedaría unido para siempre, no en vano, se dice que las mejores adaptaciones televisivas de la obra de don Miguel son obra de Pérez Puig, incluída la serie "Ninette y un señor de Murcia".
Pérez Puig ya estaba en el Paseo de la Habana en la inauguración de TVE, en aquel mínimo espacio se bregó como regidor y ayudante de realización hasta que ascendió a realizador. Ya en 1958 dirigió "Teatro Apolo", primer programa en el que se usó el play-back en nuestra tele, por cuestiones obvias: con aquellos medios era literalmente imposible montar una zarzuela así que usaban discos y los actores de la Casa movían los labios con más o menos acierto. Una solución práctica que permitió que los espectadores pudieran ver desde su casa un gran espectáculo musical (o algo así).
Sin embargo, si tenemos que destacar uno de sus programas de su extensísima carrera televisiva debemos centrarnos en el contenedor "Estudio 1" para el que montó grandes obras de teatro de autores nacionales e internacionales. Dos ejemplos brillan por encima de todos, su adaptación del Tenorio de 1966 con Paco Rabal y Concha Velasco y la de "Doce hombres sin piedad", considerada un clásico difícilmente superable.
Don Gustavo trabajó hasta el final en el teatro y en televisión dirigió la última serie de Lina Morgan, "Se puede" en 2004. Con Lina también tenía una relación especial, él fue el realizador de aquella retransmisión de "¡Vaya par de gemelas!" repetida hasta la saciedad y récord de audiencia en su día.
Pérez Puig tocó todos los palos en este medio pero nos quedamos con su imprescindible aportación al teatro televisado donde supo sacar lo mejor de los actores, todo un especialista en crear imágenes imborrables aprovechando el talento de las estrellas de la escena.