Rafael Romero dirigía y Antonio Albert presentaba en el que fue su debut ante las cámaras. Por aquella época ya se había hecho un nombre como crítico televisivo, más tarde llegarían sus colaboraciones con las Campos en Telecinco y Telemadrid, sus programas en autonómicas o la dirección de la versión rumana de "Sorpresa, sorpresa" (esto no es broma).
Albert se situaba a la derecha de la pantalla y en el centro, en una silla con pinta de ser muy incómoda, el invitado que bien podía ser alguien célebre como Terenci Moix o Paco Lobatón o bien un ejemplo del tema a tratar en el debate, por ejemplo, una senadora para hablar de política, o un cura para defender a la religión.
Una treintena de jóvenes de distintas edades, procedencias, formación e ideas interrogaba al invitado y expresaba su opinión. No se huía de la polémica y desde luego se evitaba la incorrección política así que a veces el invitado casi se sentía acosado y alguno llego a decir "es que son 30 contra 1".
Lo cierto es que entre 1993 y 1994, una tarde a la semana la 2 permitía que los jóvenes pudieran expresarse con libertad y que los espectadores de esa franja se sintieran reflejados o incluso representados. Con todos los defectos que pudiera tener el programa, tendencia al sensacionalismo quizás o a la discusión fácil, era una buena idea y tuvo cierto interés.
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