La divulgación científica es una constante en nuestra televisión, quizás algún sociólogo debería estudiar el carácter hipocondríaco del que presumen muchos españoles que ha llevado al éxito (insospechado) a programas como "Escuela de salud", "Más vale prevenir" o "Saber vivir". De hecho, el programa presentado y dirigido por Ramón Sánchez Ocaña fue el número 1 en las listas de aceptación de TVE durante años y años. En octubre de 1989 se dio una vuelta a esa fórmula y la Primera comenzó a emitir "Ustedes mismos" los viernes a las 19.30h, un horario muy similar al que había tenido precisamente "Más vale prevenir". Para continuar con las coincidencias el director de este nuevo espacio sobre salud era Esteban Sánchez Ocaña, especializado en programas científicos y hermano de don Ramón, con quien había copresentado "Horizontes" en los setenta.
Una de las grandes novedades de este programa estribaba en que sus tres conductores eran médicos mientras que el mencionado S. Ocaña y Manuel Torreiglesias son periodistas que durante un tiempo se especializaron en estos contenidos. Jesús de la Vega, Carmen Ochoa e Ignacio Balboa fueron los elegidos a través de un casting para presentar esta adaptación española de un programa de la BBC, "Body Matters" que posteriormente sería versionado también en otros canales europeos. En este caso se utilizó una fórmula no muy habitual, la de la compra no sólo de los derechos sino también de los guiones y los decorados. El equipo de TVE se encargó de "traducir" esos contenidos para hacerlos interesantes para el público español. En cuanto a las caras del divulgativo, compaginaron sus trabajos habituales con las grabaciones de los 16 capítulos que conformaron la serie. Carmen Ochoa era la más joven, una recién licenciada por la Autónoma de Madrid y todavía no estaba ejerciendo pero sus compañeros sí. Jesús de la Vega se dedicaba en aquel momento a la investigación clínica estudiando los efectos de medicamentos antes de ser comercializados. Ignacio Balboa trabajaba en una multinacional fabricante de tecnología médica como responsable del área cardiovascular. Hoy en día sigue colaborando con diversos medios desde su Galicia natal (Correo TV, EsRadio).
"Ustedes mismos" era un programa sobre salud aprovechando las posibilidades que ofrecía la televisión al máximo y con un presupuesto holgado. Se utilizaban grandes modelos a escala del cuerpo humano para explicar su funcionamiento y esa espectacularidad llamaba la atención no sólo de los adultos sino también de los niños que se quedaban viendo la tele una vez finalizado el episodio correspondiente de "La linterna mágica", emitido justo antes del programa que nos ocupa. Estas escenografías cambiantes también ayudaban a entender cómo se desarrollaban ciertas enfermedades o la forma en la que actuaban bacterias y virus. Y si todo esto fuera poco, cada semana acudían varios famosos como invitados. En la fotografía vemos al periodista y comunicador Joaquín Arozamena con el dúo cómico Cruz y Raya que sirvieron para ejemplificar la importancia de un sentido: el del oído. José Mota imitó al otrora presentador del Telediario pero ambos estaban ocultos tras un biombo, el público debía adivinar cuál de las dos voces pertenecía al auténtico Arozamena. Este frívolo show servía de excusa para explicar la percepción del sonido y cómo se puede llegar a engañar a los sentidos si no actúan conjuntamente. El programa estuvo la temporada prevista en antena y fue una pena que no se renovara porque tenía todas las papeletas para haberse convertido en un clásico de nuestra programación.
Hubo un tiempo en que la tele invitaba a sus más jóvenes espectadores a ser aventureros. Si en los 70 “Misión Rescate” animaba a los chavales a expoliar el tesoro nacional buscando joyas perdidas, en los 80 y 90 la cosa dio un salto cualitativo importante gracias al mayor aventurero que ha tenido TVE: Miguel de la Quadra Salcedo. Partiendo de una sugerencia del Rey Juan Carlos I, el otrora lanzador de jabalina y reportero se sacó de la manga un concurso que permitía a adolescentes de todo el mundo emprender una expedición de mes y medio siguiendo la ruta de un explorador. En los 80 y bajo el título “Aventura 92” se convirtió también en programa de televisión con la fase de selección como concurso y el periplo como serie documental.
Con la entrada de nuevos patrocinadores y una vez superado el simbólico 1992 (no sólo por los JJ.OO. y la Expo sino por el aniversario del “descubrimiento” de América) el programa cambia su nombre por el de “Ruta Quetzal” (a veces con el añadido de Argentaria aunque eso no contaba para el espectador o el participante). Cada una de esas expediciones tiene su aventura y cada uno de los que la vivió tiene su historia irrepetible. Javier fue uno de los afortunados que vivió la impresionante experiencia del 93 y ha accedido a compartir alguno de esos recuerdos. Nos trasladamos al duro invierno de 1992 en Ponferrada, Javier no era muy aficionado a la televisión y se enteró de la convocatoria a través de un anuncio en “El País”, periódico que su padre compraba habitualmente: “se anunciaban las bases para participar en la continuación de “Aventura 92”, que pasaba a llamarse “Ruta Quetzal-Argentaria”, y decidí intentarlo. En principio era sencillo. Se trataba de escribir un trabajo original sobre un tema relacionado con Centro- o Sudamérica y, tras pasar un proceso de selección, participar en la fase eliminatoria en televisión. Como tema para el trabajo elegí la “Arqueoastronomía en el área mesoamericana” que le gustó lo suficiente al jurado como para seleccionarme y que, posteriormente, ampliamos un amigo y yo para publicar en una revista científica. Consistía en estudiar e interconectar las diferentes concepciones astronómicas de las civilizaciones que se asentaban en la zona entre México y Ecuador.” Como véis, los trabajos previos no eran precisamente redacciones de 2 páginas con la letra bien grande de los que se entregaban al profesor del instituto. Para Javier el tema elegido estaba claro desde el principio porque, precisamente, estaba coleccionando una enciclopedia sobre Astronomía en aquella época. Desde luego, Javier era un alumno de matrícula y esa era la tónica habitual entre los concursantes.
Poco después llegó la noticia de que estaba pre-seleccionado así que debería acudir a Prado del Rey para grabar el concurso y luchar por una plaza en el viaje. Ahí fue cuando nuestro protagonista se hizo consciente de que la cosa no era una broma: “mi sensación era de susto absoluto, principalmente porque creo que fue en ese momento cuando me di cuenta de que todo aquello iba ciertamente en serio y que realmente tenía alguna posibilidad de conseguir una plaza en el viaje. En cuanto a los compañeros, la verdad es que fue una sensación muy curiosa. Los quince que competiríamos en la eliminatoria estábamos juntos, cinco en cada equipo, por lo que era una mezcla muy curiosa de compañerismo y rivalidad sana, por otra parte. La verdad es que yo recuerdo buen ambiente, probablemente porque no competíamos directamente entre nosotros, sino que los grupos con mejores puntuaciones de todos los programas conseguirían una plaza. Charlamos, reímos y nos pusimos de los nervios juntos.”
Javier (con gafas) con su equipo durante el concurso
Aquella temporada estaba dirigida por Sergi Schaaff (un maestro en estas lides con “El tiempo es oro” a sus espaldas y “Saber y ganar” todavía rodando) y era la primera presentada por Félix Monclús que venía de presentar en el circuito catalán de TVE “Xafarranxo”, otro concurso con jóvenes. Su voz es muy conocida para los habituales de la radio en Cataluña donde es un popular locutor deportivo. Estaba “ayudado” por Mónica Albert, que había sido azafata de “La vida es juego” con Constantino Romero, programa también dirigido por Schaaff. De los presentadores poco recuerda Javier, mucho más concentrado en superar las fases del programa: “Poco puedo decir de ellos, los vimos únicamente durante el rodaje y nada más allá. Como anécdota curiosa, recordar que cuando poníamos a prueba su paciencia (nada como quince adolescentes estresados para crispar a cualquiera) y teníamos que repetir alguna toma, teníamos que volver a decir exactamente lo que habíamos respondido, a sabiendas de que algunas veces habíamos fallado, de ahí las caras “largas” que se podían ver de forma premonitoria durante algunas de las preguntas”.
Félix Monclús y Mónica Albert
A pesar de estar dirigido por Schaaff el programa no se produjo en Sant Cugat sino en Prado (Madrid) con Álvaro de Aguinaga como realizador. Las grabaciones eran rápidas para hacer rentable el uso del plató y el equipo: “Era prácticamente en tiempo real, llegábamos a Prado del Rey por la tarde, grabábamos al día siguiente por la mañana y esa misma tarde nos marchábamos para casa. La grabación no duraba más que unas dos o tres horas y prácticamente se hacía de corrido”. Y lo que resulta aún más curioso es que los participantes no fueron alojados en hoteles cercanos a los estudios, no, ¡acamparon al lado del plató! “Estábamos metidos en tres tiendas de campaña en uno de los jardines de Prado del Rey y nos controlaba, con poco éxito todo hay que decirlo, Rodrigo de la Quadra-Salcedo, sobrino si mal no recuerdo, de Miguel. Este hombre había colocado una hamaca al lado de las tiendas, entre dos árboles, y dormía como un bendito mientras nosotros nos fugábamos a “investigar” Prado del Rey por la noche. Si es que es fácil de imaginar. ¿Qué puede ir mal cuando juntas a unos adolescentes dispuestos a irse tres meses a la selva en un lugar tan mágico como los estudios de Prado del Rey? Yo creo que tardamos menos de una hora en salir disparados a los platós y recorrer todos los que no estaban cerrados a cal y canto. Entramos en el que se grababa “El precio justo” (y nos llevamos algún recuerdo de regalo), en el que del programa de María Teresa Campos, y muchos otros donde ni siquiera sabíamos que hacían, creo recordar que incluso en el de “Vídeos de primera”. Al final nos atraparon varias horas más tarde en el plató del concurso mientras investigábamos la mejor forma de escalar el monolito dichoso que estaba en las pruebas. Lo discutíamos entre todos, así que mucha competitividad no había. Recuerdo la bronca épica que nos cayó, pero nos lo pasamos realmente genial.”
La famosa prueba del monolito
Ahora ya sabemos por qué casi todos aquellos concursantes superaron la
prueba de la escalada… ¿Cuál fue entonces la parte más complicada del
concurso televisivo? “La segunda de las pruebas físicas sin lugar a
dudas. Las preguntas eran bastante sencillas y la primera prueba física
requería fuerza, pero la segunda requería coordinación y eso es algo de
lo que yo, simplemente, carezco (se trataba de andar con una especie de
esquíes de madera a los que todos los miembros del equipo estábamos
sujetos).”
Demostrando coordinación con los compañeros, la prueba más temida por Javier
Javier (y su equipo) superó aquella fase y poco después emprendió su aventura: “Fueron casi tres meses, desde mediados de agosto hasta mediados de octubre. Recorrimos ciudades del centro de España, como Madrid, Toledo, Salamanca y Valladolid, y luego realizamos parte del Camino de Santiago. En A Coruña cogimos un barco y fuimos a Lisboa y de ahí cruzamos el Atlántico, quince días de travesía, para llegar a Guadalupe. De ahí seguimos ruta hacia Santo Domingo, Puerto Rico, Honduras, Guatemala y México. Básicamente nos pasó todo lo que uno pueda imaginar, se nos averió un motor del barco mientras se nos acercaba una tormenta tropical, se nos inundaron varias veces las tiendas, recorrimos Chiapas apiñados en las lonas de camiones militares tres meses antes del alzamiento zapatista…” Y en todo momento, la figura de Miguel de la Quadra-Salcedo como referente ineludible: “La verdad es que sí que estaba presente en todo momento, si bien más como un general dirigiendo a sus tropas que como una influencia directa. El control del día a día lo ejercían una serie de “jefes” de monitores que a su vez controlaban a una serie de 40 monitores (veinte chicos y veinte chicas) que intentaban gobernarnos. La verdad es que aquello debía ser una tarea hercúlea. Por poner un ejemplo, cuando acampábamos en mitad de la nada más absoluta se colocaban las tiendas de chicos a un lado del claro, las de chicas al otro y en medio de la “tierra de nadie” las tiendas donde dormían los monitores. Puedo garantizar que no siempre conseguían su propósito."
Javier con el maestro, don Miguel
Ahora intentad poneros en la piel de estos chavales, esta experiencia vital sin duda marcó su devenir, su personalidad, su manera de enfrentarse a la vida: “Soy un lector ávido, leo todo aquello que cae en mis manos, pero debo reconocer que hasta el momento de irme a la Ruta siempre había considerado que las novelas de “viajes iniciáticos” eran extremadamente idealistas y muy poco creíbles. ¿Cómo es posible que una experiencia compartida, por muy impactante que fuera, tuviera la capacidad de cambiar a la gente? Bien, pues desde entonces lo creo. No voy a llegar tan lejos como para afirmar que la Ruta me cambió, pero con 16 años me hizo abrir los ojos, conocer gente tan ajena a lo que me rodeaba, países tan distintos, culturas tan dispares, y situaciones tan extremas que necesariamente te hace una persona distinta, no mejor ni peor, sólo distinta. En mi caso creo que despertó una necesidad imperiosa de conocer nuevos sitios y personas y me dio herramientas para comenzar a labrarme mi propio camino. En el fondo me convirtió en lo que mi padre definió como “un coleccionista de experiencias”. Una experiencia de este tipo, sobre todo a esa edad, te hace descubrir que el mundo es mucho más grande, diverso y maravilloso de lo que jamás te podías haber imaginado. Y eso te hace reevaluar obligatoriamente tu escala de valores. Fue en nuestra visita a Salamanca, en la charla que dio el escritor Mario Monteforte, donde nos dijo una frase que se ha convertido en una especie de mantra personal, “Pon en duda todas las frases que parezcan ciertas… y comienza por esta”. Toda gran experiencia vital, como bien lo defines, tiene cosas que lamentas. Y en mi caso hay una muy importante; no haberlo exprimido más, no haber forzado más límites y no haber intentado más cosas. Y te puedo garantizar que hicimos muchas, con el consentimiento de los monitores o, más habitualmente, sin él. Dormimos en las playas de Cancún, planeamos estrangular a los músicos que nos acompañaban y al jefe de monitores que nos despertaban todas las mañanas (¡el frio y el sueño no eran psicológicos como nos decías!), burlando todo tipo de toques de queda nos fugamos a un lago y una cascada paradisíaca para bañarnos (cherchez la femme!), quitamos tarántulas de las botas al despertarnos una mañana, subimos volcanes, cavamos letrinas, montamos tiendas a oscuras y las quitamos en medio de una inundación, cambiamos trabajo por agua e incluso nos escapamos de noche a la selva para ver surgir la luna entre las copas de los árboles encaramados a una de las pirámides mayas de Tikal. Pero aun así, siempre me quedará la sensación de que pude hacer más, pude ver más, pude experimentar más.”
Cherchez la femme!
Aquella aventura unió a los cientos de exploradores que la compartieron
pero ¿se mantiene el contacto después de tanto tiempo? “No, la verdad es
que no. Han pasado ya 22 años, y he de reconocer que más allá de los
dos o tres primeros años no hemos vuelto a estar en contacto. Y quizás
eso sea bueno, como decía el poeta: Donde fuiste feliz alguna vez no
debieras volver jamás: el tiempo habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo contra el que la ilusión chocará estupefacta.”
Hoy
en día Javier Vijande es profesor titular de Física atómica, nuclear y
molecular de la Facultad de Física de la Universidad de Valencia (ahí es
nada). ¿Con se queda de su Ruta Quetzal? “Con el horizonte inabarcable.
La Ruta no es un simple viaje, es el descubrimiento de que las
posibilidades son, si no infinitas, al menos desmesuradamente grandes. A
mí me enseñó que detrás de las montañas que haces crecer a tu
alrededor, más allá de tu zona de confort, hay más, mucho más, y que
merece la pena trepar y luchar sólo por la promesa de lo que se
encuentra en el horizonte.”
Las fotos han sido cedidas por Javier Vijande excepto la portada de TP, perteneciente al blog TP en Portada
Trasladar el espíritu cool, intelectual, aperturista y trangresor de la popular revista "Playboy" a un programa de televisión. No parece tarea fácil pero ese fue el objetivo de "Playboy After Dark", un espacio semanal emitido en horario de late-night, tal y como su nombre indicaba. La famosa revista que había iniciado su andadura en diciembre de 1953 con las fotos "prohibidas" de Marilyn Monroe era ya una publicación que vendía millones de ejemplares aunque todavía muchos la escondían dentro del periódico tras comprarla en el kiosko. Su combinación de desnudos con un gran sentido de la estética (sí, el exceso de silicona y lo kistch en la ambientación es posterior), entrevistas a grandes personajes y artículos de escritores de prestigio hizo que su público no fuera el de una revista porno... o al menos no exclusivamente. Ciertos sectores de la intelectualidad norteamericana comenzaron a presumir de leer el Playboy y se pensó que quizás esa audiencia, muy interesante comercialmente, podría trasladarse también a la televisión.
Jerry Lewis y Sammy Davis Jr., dos de los invitados de Hefner
La poderosa productora Screen Gems, responsable de series de éxito desde los cincuenta como "Daniel el travieso" o "Embrujada" y posterior propietaria de la compañía Hanna-Barbera, fue la que se atrevió a dar el paso en 1969. Aunque el programa se grababa en la CBS Television City de Los Angeles, la cadena no quiso emitir algo que prometía ser controvertido así que se optó por el sistema de la sindicación, se vendía el producto empaquetado, listo para emitir, a las emisoras locales que quisieran comprarlo. El programa pretendía ser un talk-show que reprodujera fielmente una de las fiestas que el editor de la revista, Hugh Hefner, daba en su lujoso ático. Actores, cantantes, escritores, humoristas... todos departían con el resto de invitados y las cámaras recorrían el falso dúplex para "captar casualmente" esas interesantes conversaciones. Por supuesto los cantantes cantaban y los humoristas hacían reír. Eso sí, en este programa actuaban artistas que eran considerados demasiado polémicos para las grandes networks como el caústico cómico Lenny Bruce.
Hefner sonríe, Bill Cosby pone gesto de ¿interés? y Shel Silverstein entona una de sus composiciones
En realidad este formato ya se había probado diez años antes en la cadena local de Chicago WBKB-TV entre 1959 y 1960 bajo el título "Playboy's Penthouse". De hecho, su sucesor comenzaba igual, la cámara estaba en un ascensor y enfocaba los botones que indicaban que iban subiendo hasta el ático de Hefner. Al llegar, las puertas se abrían, la cámara avanzaba y Hugh nos recibía junto a dos de sus playmates, dándonos la bienvenida como si fuéramos un invitado más. "Playboy After Dark" se emitió hasta 1970. Pasarían casi 20 años hasta que las madrugadas de Telecinco nos ofrecieran aquellos espacios de Playboy TV con música sensual, lentos movimientos de cámara, media en la lente y tramas... ah no, no tenían tramas reseñables.
Un ejemplo de "Playboy's Penthouse" en 1959:
Y varios programas unidos de "Playboy After Dark" diez años después. Inicia la fiesta Tina Turner:
La condesa Currita de Albornoz vive en tiempos del reinado de Amadeo de Saboya y mientras se producen decenas de conspiraciones contra él para iniciar el período de la Restauración, ella se divierte escandalizando a la pacata sociedad de la época. Si sabe que con un gesto va a impresionar a sus compañeras de tertulia no duda en hacerlo para provocar tanta admiración como desaprobación. Así sucede al no acudir a la fiesta del colegio de su hijo, uno de los mejores alumnos del centro que queda profundamente afectado por ese desprecio de su madre. Poco después, Currita hace pública su intención de entrar al servicio de la Reina como camarera para estar más cerca de Juan Velarde, un apuesto joven que le hace la corte, dejando en rídiculo a su marido. De este modo comienza "Pequeñeces" la novela del padre jesuita Luis Coloma que causó un gran escándalo cuando se publicó a finales del siglo XIX y que fue adaptada en el espacio Novela de TVE en marzo de 1976.
Manuel Aguado dirigió a un amplio elenco encabezado por Mercedes Alonso y Valeriano Andrés como Curra y su marido y completado por actores de contrastada solvencia como Luisa Sala, Nuria Carresi, Pastor Serrador, Ricardo Merino, José Orjas, Irene Daina y Enrique Vivó. Grabado en el estudio 2 de Prado de Rey constó de veinte capítulos emitidos en la sobremesa a diario. La protagonista definía a su personaje sin demasiada benevolencia: "Curra es una mujer frívola, a la que le valen todo tipo de calificativos. Es orgullosa, unas veces buena y otras menos, es coqueta, es infiel, es madre, amante, esposa...". Su esposo en la ficción decía del suyo: "Me comporto como un marido amplio hasta que muere ahogado nuestro hijo (interpretado por Pablito del Hoyo). Entonces cambio un poco mi forma de ser".
Esta serie también suponía el regreso a la tele de una clásica, Luisa Sala (a la derecha en la foto) que durante años había sido una presencia casi diaria en la pantalla. En su rol de marquesa de Brutón aseguraba a TeleRadio: "Somos un grupo de personas de la alta burguesía y de la aristocracia que se dedican al deporte y oficio preferido: el chisme y la habladuría. Un mundo cerrado. Pero no hay que pensar por esto que la obra es netamente reaccionaria. Coloma pone a todo este mundo raquítico patas arriba".
"Pequeñeces" fue una de esas Novelas perfectamente ambientadas y que tanto gustaban al público de los setenta, con mucho polisón y pololos en las mujeres y levitas y bastones para los caballeros. Tampoco ha cambiado tanto la cosa si nos fijamos en las series que se emiten actualmente a esa misma hora en la Uno y Antena 3, ¿no?
Fotos: Manuel Martín para "TeleRadio"
He aquí el primer capítulo de la serie que ya se puede disfrutar en la web de Archivo RTVE:
Actrices y guionistas... pocas. Hasta los setenta podíamos señalar quizás a Conchita Montes pero entonces llegó Ana Diosdado rompiendo tantos moldes que no fue bien comprendida durante mucho tiempo. Actrices y directoras menos aún, Ana Mariscal era el ejemplo más recurrente pero entonces llegó la Diosdado y revolucionó la escena teatral. Ayer se fue esta creadora polifacética tras años sufriendo una leucemia. Aún llevaba más tiempo sufriendo el ninguneo de la industria televisiva a pesar de haber dado a TVE dos de sus mejores series de los ochenta que, a pesar de su brevedad, siguen siendo referencia ineludible al hablar de tele de calidad.
Hija de actores, ahijada de la mítica Margarita Xirgu, su debut sobre las tablas de un escenario fue con tan sólo cinco años pero realmente mostró siempre más interés en la creación literaria que en su temprana faceta como actriz. Aunque desde ayer se repite continuamente que fue finalista del premio Planeta éste es un dato falso pero eso no deja de ser una anécdota porque su currículum como autora teatral es impresionante. "Olvida los tambores" fue su primera obra propia, estrenada en 1970. Tres años después se adaptó para Estudio 1 con Jaime Blanch, Juan Diego, María José Goyanes, Emilio Gutiérrez Caba y Mercedes Sampietro en los papeles protagonistas. "El okapi" corrió la misma suerte, estrenada en teatro en 1972, apareció en el espacio dramático en el 75 dirigida por Mercè Vilaret. Lo mismo sucedió con su obra "Los comuneros" (1974) que se convirtió en serie en el 77. Por entonces, Ana ya escribía guiones directamente para RNE y poco después tuvo la oportunidad de debutar en TVE como guionista de una serie original, "Juan y Manuela" que ella mismo protagonizó junto a Jaime Blanch. La serie no sólo no tuvo éxito sino que además fue bastante criticada. No es de extrañar porque realmente estaba adelantada a su tiempo. Rodada en cine, con un lenguaje directo, sencillo, nada grandilocuente y con unos personajes que encarnaban a la nueva juventud del tardofranquismo, no fue bien vista por una audiencia todavía muy inmovilista. Desde entonces, la prensa la trató con cierta condescendencia. Por ejemplo, en septiembre del 75 la revista "TeleRadio" informaba sobre su paso a la dirección teatral con estas ácidas palabras: "A Olvida los tambores siguió una obra más "vieja" aún, El okapi y a esta Usted también puede disfrutar de ella, un engendro bastante confunso. El cénit lo alcanzó la autora con Los comuneros, que estuvo a punto de producir epidemia de aburrimiento al personal aficionado. Ya había sido la protagonista (casi ná) y la autora de una serie televisiva que ni siquiera dio que hablar. Vistas estas expectativas, la Diosdado, osada ella, encarnó un papel especial en Equus y se quedó tan tranquila, esperando la ocasión, que ahora mismo se la ha presentado, la de estrenar y dirigir (han leído bien, dirigir) su última comedia Y de Cachemira, chales. Ella nos ha dicho que no quería quedarse sin la oportunidad de conocer esta nueva experincia, dirigir. Pues nada, a ver si ahora acierta..."
Era considerada una autora "roja" y eso, por entonces, no era algo bueno. Pero llegó la Transición y después la Democracia y Ana pudo volver a TVE por la puerta grande. "Anillos de oro" fue una serie atrevida y la apuesta funcionó a la perfección. Ella e Imano Arias encarnaban a unos abogados matrimonialistas, pioneros en este campo una vez aprobada la ley del divorcio. Diosdado también escribió los guiones mientras que Pedro Masó dirigió y produjo. La relación con el temperamental Masó no fue buena pero el resultado final fue excelente. Hoy precisamente se cumplen 32 años de su estreno en TVE. Tan sólo fue una temporada, tres meses de emisión, pero caló tan profundamente en la sociedad española que todavía hoy es recordada por la audiencia.
Con tal éxito lo lógico es que TVE encargara una nueva serie inmediatamente al mismo equipo. Si esa oferta se produjo en ese momento lo desconozco, lo cierto es que hasta 1986 no pudimos ver "Segunda enseñanza", de nuevo con Masó a la cabeza y con Diosdado en los guiones y dando la cara acompañada de Juan Diego, Ana Marzoa y toda una pléyade de actores jóvenes desconocidos que después se harían popularísimos como Javier Bardem, Amparo Larrañaga, Aitana Sánchez-Gijón, Gabino Diego, Jorge Sanz (él ya había sido actor infantil) o la desaparecida prematuramente Sonia Martínez, muy popular por su trabajo como presentadora de programas para niños. Esta serie tuvo éxito, difícil es que no lo tuviera teniendo en cuenta que sólo existía cadena y media, pero no generó tanto culto como la anterior, si bien merece una revisión inmediata que sorprenderá a más de uno por la elección de los temas sobre los que giraba la trama de cada uno de los capítulos.
Tan valiente y transgresora como sus textos, la Diosdado era además discreta. Tan sólo tres trabajos más para TVE (la adaptación de sus obras "Los ochenta son nuestros" y "Cristal de bohemia" y una versión que "El abanico de Lady Windermere") fueron su colofón televisivo. Aunque siguió dirigiendo y escribiendo para teatro, la audiencia mayoritaria se quedó sin una de las mejores voces que ha tenido la escena española. Ni la pública ni las privadas le ofrecieron nuevas oportunidades de mostrar su visión de la sociedad. Una pena.