1 de noviembre y Don Juan están unidos indefectiblemente en el mundo teatral español. Desde que TVE asentó sus espacios dramáticos en la parrilla, esa tradición se traspasó directamente a la pequeña pantalla, de eso hemos hablado aquí en varias ocasiones. Hoy nos centramos en la versión realizada en 1963, considerada la primera superproducción destinada a adaptar el clásico de José Zorrilla. Recordemos que la cadena había tardado tres años en presentar su primera traslación de forma muy modesta y casi improvisada, protagonizada por Valeriano Andrés (tenéis aquí más información). También hemos hablado de la de 1962 con José María Seone al frente que aunque ya implicaba una tremenda evolución no fue tan mimada como esta que nos ocupa hoy.
Ismael Merlo, actor teatral de prestigio y éxito desde que debutara en las tablas en 1934 y en el cine en el 41 fue su protagonista. También era pionero de TVE en la que trabajaba con cierta asiduidad desde su inauguración. El director y realizador de esta emisión excepcional, Gustavo Pérez Puig, tenía muy claro que "puede hacer un Don Juan fenomenal porque da el tipo: un hombre ya maduro, ducho en ardides y en lides y lleno de brío y simpatía, de todo eso que necesita tener un auténtico Don Juan", tal como aseguraba a la revista TeleRadio en el número correspondiente al día del estreno.
Maite Blasco había obtenido un gran éxito personal televisivo precisamente con este director en "Tres sombreros de copa". Decía Pérez Puig: "Fue una revelación. Puede ahora revalidar aquel éxito con una interpretación perfecta de Doña Inés: romántica y humana". El tercero en discordia era Juanjo Menéndez, presentado "como una colaboración especial para TVE" que según el realizador "no será el clásico Ciutti, más parecido a un tenor cómico que a otra cosa, sino a un personaje realmente encarnado por un actor capaz de sacarle toda su gracia, su nobleza y su fidelidad. El resto del reparto no estaba formado por secundarios precisamente, muchos de ellos ya conocían la obra a la perfección por tenerla en su repertorio e incluso varios ya habían participado en las adaptaciones anteriores de TVE o lo harían posteriormente. El ya mencionado Valeriano Andrés, el primer Don Juan de nuestra tele, era aquí Don Luis Mejía, Maruchi Fresno (su Doña Inés) la Abadesa. Fernando Guillén que en 1966 sería Mejía y en el 73 el mismísimo Tenorio, encarnaba ahora al Capitán Centellas. Y destaquemos, por último, a un joven Sancho Gracia en el rol de Avellaneda que a finales de los 90 sería el protagonista de la versión del Teatro Español dirigida por... ¡Pérez Puig!
Cuando antes decía que esta fue considerada una superproducción no lo decía en vano, no se realizó desde el minúsculo estudio del Paseo de la Habana (todavía no se había inaugurado Prado del Rey) sino en el Estudio 3 de Sevilla Films que era el que se utilizaba para grandes programas o eventos especiales. Un centenar de profesionales se dedicó durante semanas a preparar la obra, desde los ensayos actorales en los huecos de las apretadas agendas de unos intérpretes pluriempleados en cine, teatro y otros proyectos en TVE hasta la fabricación de los decorados diseñados por Bernardo Ballester e iluminados por César Fraile. Pérez Puig había decidido respetar la versión original,sin los cortes habituales (y necesarios) que solía tener una tele prehistórica y afirmaba que no por eso iba a resultar lenta o pesada: "Todo el último acto, el más peligroso por lo que tiene de fantástico, y que en teatro suele quedar ridículo, se beneficiará totalmente de la técnica y del trucaje de la televisión. Es precisamente en este último acto donde yo espero no añadir nada fundamental sino redondear una versión realmente televisiva". Traducción: por primera vez se utilizarían efectos especiales y eso que en un escenario puede resultar "falso", en el primer plano de la cámara sorprendía a un espectador semi-virgen y muy agradecido.
Otra curiosidad: aquel "Don Juan" no se emitió el 1 de noviembre, como mandaba la tradición, sino el domingo 27 de octubre. Eso tenía su explicación: fue incluido en el espacio "Gran Teatro" que se emitía los últimos domingos de cada mes y aquel año el Día de Todos los Santos coincidía un viernes. Por cierto, según cuentan las crónicas, el equipo al completo irrumpió en aplausos al final. Algunos trabajadores llevaban 24 horas sin dormir preparando el excepcional suceso y la emoción tras un trabajo bien hecho se desbocó. Por supuesto no se conservan imágenes porque se emitió en directo y las fotos que hoy presentamos aquí se hicieron directamente a un monitor.
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