Este santanderino había comenzado su trayectoria profesional a finales de los 50 en los míticos Estudios Moro (responsables de la mayor parte de los anuncios de la época y de los celebérrimos Telerín) y fue creciendo paulatinamente hasta que en 1979 estrenó su propio largometraje de animación, "El desván de la fantasía". No es de extrañar, por tanto, que José Antonio Plaza, en calidad de director del programa infantil, le eligiera para esta sección. Pero no sólo tenía José Ramón una calidad artística innegable y una rapidez necesaria para el ritmo televisivo, además aunaba calidez y carisma. Escucharle y quedarte embobado era todo uno.
No necesitaba nada más que un papel y rotuladores, el realizador Ramón Pradera ya se encargaba de colocar una cámara casi cenital y tenías una sección didáctica con dibujos que iban creciendo ante tus ojos. A veces lo más sencillo es lo más eficaz.
Cuando finalizó "Dabadabadá" José Ramón continuó en su sucesor, "El Kiosko" y allí se mantuvo hasta 1987, cuando éste también cerró sus puertas.
Comparto hasta la última coma de tu comentario, es más, siempre (desde la perspectiva de un niño y la capacidad para elaborar asombrosas teorías a esa edad), me fijaba atentamente e intentaba descubrir el "original" debajo de su folio en blanco, siempre pensé que calcaba, por eso era tan rápido y perfecto.
ResponderEliminarEra simplemente alucinante. Años después tuve el verdadero placer de conocerle en una de sus exposiciones y aunque quedé como un patán él fue el más amable y encantador hombre del mundo para conmigo.
ResponderEliminarResultaba muy ilustrativo ver como de trazos simples creaba maravillas sobre el papel y con una rapidez, normal nos quedásemos embobados...
ResponderEliminarsííííí, mi sección favorita también :)
ResponderEliminarMe encantaba el programa y me encantaban los dibujos de José Ramón Sánchez.
ResponderEliminarSiempre recuerdo el momento en que mi hermano y yo descubrimos en un encuadre, que no estaba del todo bien iluminado, còmo se podía distinguir el dibujo completo debajo antes de ser dibujado o calcado. Ni que decir queda que enseguida cambiaron de plano. Pero el mal ya estaba hecho. Habiamos perdido un poco de inocencia. Jose Maria Calcón Sánchez ya no volvería a ser el mismo ante nuestros ojos.
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