Imaginen que ustedes dirigen la TVE de principios de los setenta. Tienen en plantilla a una serie de profesionales que han dado con la varita del éxito como Chicho Ibáñez Serrador que tras "Historias para no dormir" sorprende con el "Un, dos, tres", a Tico Medina que desde los 50 ha dirigido y presentado de todo y a un jovenzuelo que hace poco ha regresado de Londres y está revolucionando la Segunda Cadena con un programita en principio modesto pero que ya hace competencia a su hermana mayor, "Estudio Abierto" se llamaba el invento. Ahora pónganse en su lugar si un día Chicho les propone un proyecto en el que estas tres estrellas trabajarán juntas. ¿Qué dirían? ¡Adelante! El resultado recibía el pomposo nombre de "La gente quiere saber" y, contra todo pronóstico, fue un absoluto desastre.
Contaba José María Íñigo en su libro "La tele que yo he vivido" (Dolmen Books , 2006): "El año 1973 fue un año de doblete para mí porque junto al trabajo normal con "Estudio Abierto" asumí la presentación de un nuevo programa mensual titulado "La gente quiere saber". Era un programa de entrevistas donde veinte personas elegidas al azar podían formular preguntas al invitado. Los guiones los escribía Tico Medina, un periodista infatigable que siempre ha estado al pie del cañón tanto en prensa como en radio como en televisión. El esquema del programa era muy simple: tras la presentación y breve fotografía narrada del invitado, saludaba al invitado de turno y daba paso a las diferentes preguntas formuladas por el público." ¿Les suena esto de algo? Efectivamente, Chicho se inventó 34 años antes el formato de "Tengo una pregunta para usted" (y si posterior versión cotilla de Antena 3 "Si yo fuera tú").
Chicho dirigía y al principio también realizaba, Medina se encargaba de los guiones o, como rezaban los títulos de crédito, "asesoraba a los entrevistadores" e Íñigo moderaba, repartía turnos y, puntualmente, repreguntaba o aclaraba alguna respuesta pero su papel era realmente modesto. Su estreno en la Primera Cadena no le permitía desenvolverse con la misma "libertad" (recordemos que estamos todavía en la encorsetada tele del franquismo) que sí le permitía la limitada difusión del UHF: "Para mí eran dos trabajos muy distintos: en La gente me limitaba a estar y dirigir mientras que en Estudio Abierto era coprotagonista de lo que ocurría allí. En este tenía la facultad de hablar, de dirigir, de planear y orientar. En La gente hacía una labor puramente secundaria porque la auténtica protagonista era la gente, la gente curiosa. Yo me sentía mucho más cerca de Estudio porque era mucho más personal. En el otro me llamaron, me explicaron cómo era el programa y me limité a aceptarlo sin cambiar nada." (La tele que yo he vivido, 2006).
La cosa ya no empezó bien: "En el programa piloto, que es una prueba que se hace para ver cómo puede funcionar un programa, la invitada era Massiel. Sin venir a cuento empezó a decir que ella era partidaria de la píldora, que la tomaba habitualmente y que nadie tenía potestad para decidir por ella en la cuestión de tener o no tener hijos. Lógicamente el programa fue prohibido y esta historia no salió. Así estaban las cosas en la España de principios de los setenta". ("Ahora hablo yo". Belaqva 2004). Aquel programa grabado en 1972 nunca vio la luz pero la digitalización del Archivo de TVE depara gratas e inesperadas alegrías. El piloto maldito apareció y en el estreno del magazine sabatino "El día por delante" presentado por Inés Ballester en 2008 se recuperaron varios fragmentos. Más recientemente se ha colgado íntegro en la web del Archivo y, de nuevo, ha sorprendido a propios y extraños haciéndose viral. Al menos ha servido para que una nueva generación haya conocido a una lenguaraz y modernísima Massiel.
Aunque los datos sobre este espacio no están muy claros, parece que se grabó otro piloto con Álvaro de Laiglesia, escritor y director de la famosa revista satírica "La Codorniz" que tampoco llegó a emitirse. El estreno del programita de marras, ya famoso en los corrillos de Prado del Rey por sus continuos retrasos, se produjo el 4 de abril del año siguiente, 1973, con Xavier Cugat como interrogado. Si en los dos pilotos la mesa circular de "gente curiosa" estaba rodeada de público, en el de Cugat sólo están los entrevistadores, fórmula que se repitió, al menos, con el boxeador Urtain.
Según la base de datos IMDB sólo se emitieron cuatro programas, el de Cugat, otro dedicado a la bailaora Pastora Imperio, al bailarín Antonio y al torero Antonio Bienvenida en meses sucesivos. Sabemos que existe un episodio más, el ya mencionado de Urtaín, porque en "Ochéntame otra vez" aparecieron imágenes pero poco más hemos podido averiguar. Otro dato que hemos corroborado es que Chicho siguió dirigiendo pero que de la realización se ocupó posteriormente Pierre Baldie en alguna ocasión que, a la sazón, también se encargaba de esa tarea en "Estudio Abierto". Si bien es cierto que el presentador me comentó en cierta ocasión que creía recordar que Valerio Lazarov también había desempeñado esa labor alguna vez. Vamos, que aquello era un descontrol.
El propio Íñigo me confesó en una entrevista televisiva en 2004 (después de sorprenderse porque le preguntara por un título que él prácticamente había olvidado): "Aquel fue un programa maldito. Aquello era una pelea tremenda, una lucha, un desastre porque nos enfadábamos constantemente por los criterios sobre cómo hacer el programa. Un día dije yo ya no aguanto más, digo que estoy enfermo y no voy pero casualmente todos decidimos hacer eso el mismo día con lo cual aquello murió. Es muy duro trabajar con gente de tanto talento, demasiado talento junto... hablo de ellos, eh."
Posiblemente "La gente quiere saber" era demasiado moderno para su época. No sólo se enfrentaron a los censores, que no iban a permitir dislates como el de Massiel o preguntas como la de una mujer al torero Bienvenida sobre su supuesta pertenencia al Opus Dei (a lo que el respondió "¿Y usted?"). Las críticas fueron feroces desde la primera emisión. En definitiva, a pesar de que la idea era excelente, tal y como se demostró décadas después, faltaba libertad para poder hacer el programa tal y como se había ideado. Gracias al trabajo de los documentalistas de TVE ahora podemos alucinar con la inteligencia de Massiel o la finísima ironía de De Laiglesia en emisiones inéditas hasta ahora.
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