Fue maestro de periodistas, cultivador del reporterismo romántico, entrevistador incansable. Tenía 86 años y seguía colaborando en la COPE, ABC y Canal Sur. Escolastico Medina, "Tico", ha fallecido hoy y su desaparición ha desatado una oleada de cariño y admiración de varias generaciones de periodistas que han trabajado junto a él y es que su larguísima trayectoria profesional de más de sesenta años ha permitido que viejos camaradas se unan a recién llegados al oficio en sus condolencias. Precisamente él consideraba el periodismo un oficio, su forma de entender este trabajo se basaba en la escucha atenta, en la crónica con detalle del contexto en el que se producía la conversación, en observar con respeto y desde la cercanía todo aquello que pasaba a su alrededor. "Viejo druida", así se consideraba este granadino que hasta hace unas semanas demostraba su olfato y fina ironía en el análisis de la actualidad.
Inició su carrera periodística en su tierra, en Radio Granada y el diario "Ideal" pero muy pronto se trasladó a Madrid para trabajar en el, entonces muy popular, periódico vespertino "Informaciones" pero sería en "Pueblo" donde su nombre comienza a sonar fuerte por un estilo directo y desenfadado. Corría el año 1957 y TVE llevaba apenas unos meses funcionando oficialmente cuando un chaval de apenas 23 años se presentó en el Paseo de la Habana para ofrecer sus servicios. Quizás era su juventud o que tenía un sexto sentido pero supo ver que aquel medio novísimo (y muy minoritario en esos días) tenía muchas perspectivas de futuro. Su entusiasmo debió convencer a los jefes porque enseguida se integró en la redacción y no tardó mucho en aparecer ante las cámaras. Nunca había visto televisión (como prácticamente todos los que trabajaban allí) pero era un comunicador natural y así lo demostró enseguida, por eso le permitían entrevistar a grandes figuras como el tenor Alfredo Kraus.
Pero Tico era inquieto y buscaba nuevas fórmulas constantemente. En el chalé del Paseo de la Habana se encontró con un cómplice perfecto para sus travesuras ante las cámaras , Felipe Navarro, "Yale", cordobés cuatro años mayor con el que forma pareja en programas como "Tele-Madrid" o "Plaza de España". En el verano de 1958 incluso se atrevieron con un precedente de los programas veraniegos, "Sierra, mar... o nada". Su verdadero éxito llegaría con "Juicio sumarísimo", mini-espacio incluido en "Edición especial" en el que sometían a un interrogatorio nada amable a personajes famosísimos. Unos años después volvería como programa independiente con el título de "Tercer grado". Algunos de los entrevistados no se tomaban nada bien las "impertinencias" del dúo y se cuenta que Jorge Mistral estuvo a punto de llegar a las manos con esos imberbes por ahondar en sus supuestas estrecheces económicas.
A Tico se le reprochaba todo, hasta la largura de su cabello, pero también se le envidiaba su valentía en las entrevistas. ¿Era un brindis al sol en plena dictadura? Posiblemente... porque a él no se le permitía entrevistar a los ministros pero al menos se atrevía a desprenderse del obligado encorsetamiento y por eso gustaba a la audiencia. A los dos se les tachaba de sensacionalistas pero simplemente eran buenos profesionales que sabían cómo ejercer su profesión con una mínima dignidad. Y mientras incomodaba a medio país junto a su amigo Felipe, Tico seguía probando otros formatos que, a veces, de tan novedosos no gustaban. El ejemplo perfecto es "Cuarta dimensión", un "cajón de sastre" (según definición del propio Medina) lleno de buenas ideas pero que no consiguió despegar. Sin embargo, con mimbres parecidos triunfó "Kilómetro 0" del que era guionista y copresentador. En 1961 Tico consiguió su primer premio Ondas.
A mediados de los sesenta Tico siente la necesidad de salir de los estudios y comienza una apasionante etapa de reportero para programas como "A toda plana" o "Los reporteros". Al mismo tiempo comienza su larga colaboración con el periódico ABC. En los setenta regresa al plató en programas como "Buenas tardes" o el informativo de medianoche "24 horas" y lo combina con otros espacios itinerantes como "España en directo" en el que recorría pueblos de nuestra geografía en un precedente del género de la antropología televisiva del que más adelante sería maestro. A mediados de esa década, justo después del experimento fallido de "Todo es posible en domingo" (dirigido en la sombra por Chicho Ibáñez Serrador), es nombrado corresponsal en México y desde allí informaría sobre la zona centro de Hispanoamérica para diversos espacios.
"Tuve que dejar la corresponsalía de México por diversas causas, entre ellas la de que mi mujer no podía aguantar los 1.300 m de altura, su tensión se descompensaba. Otro de los motivos por los que tuve que volver fueron los "cables" que llegaron hasta mí y que algunas personas habían lanzado indicando que me había desplazado hasta México con el fin de vivir de manera confortable y rehuir este momento español" le contaba a Jesús María de la Calle en 1978 en la revista "TeleRadio". Al continente americano regresaría continuamente para realizar grandes documentales como uno sobre la dificilísima situación en Nicaragua para el espacio "Dossier". En febrero de 1979 ese reportaje participó en el Festival de Montecarlo y Tico declaraba "Para mí ha sido, después de veinte años de televisión, quizás el más importante documento periodístico de toda mi vida y miren que uno ha volado bajo. Les diré que hasta se ha llegado a decir que era el canto del cisne de un buen reportero. Pues mira qué bien. Mejor es morir gritando". (TR 1096)
1978 fue un año intenso, además de ese reportaje que dio la vuelta al mundo, los jefes aceptaron un formato que había propuesto en multitud de ocasiones, "Las buenas noticias" y se emitiría los martes a las 21 H. "Nació hace diez años, tiempo en el que vengo brindando la misma idea a todos los directores de informativos, cinco minutos de buenas noticias del ser humano... con su protagonista. Una especie de "buenas noches" pero en noticias y emitido diariamente". Al final se convirtió en un semanal de media hora, probando distintas fórmula pero con el mismo espíritu: "Lo único que intento es mostrar el lado bueno de la vida, buscar la humanidad en un mundo en el que la mayoría de los hechos noticiables (paradójicamente) está cargada de de falta de humanidad" (entrevista de J.M de la Calle para TR).
Su tan ansiado programa no duró mucho, la gente no quiere buenas noticias, es un axioma de la profesión que, una vez más, se confirmó. Pero no estuvo mucho tiempo sin aparecer ante las cámaras porque enseguida fue reclamado para "300 millones", un ambicioso proyecto que pretendía unir a toda la comunidad hispana. El espacio fue muy criticado aquí pero se mantuvo unos cuantos años en pantalla y en buena parte de Sudamérica era un exitazo. El granadino se paseó por todos los países que compartían nuestra lengua haciendo reportajes de interés humano. En la entrevista ya citada reconocía que "para mí el reportero es el hombre que se limita a contar la vida con la mayor honestidad (...) Creo que es una especia en extinción. Cada día quedan menos buenos reporteros. Hay una gran base en la formación del reportero que son los sucesos, foco de innumerables noticias y ese género está dejándose cada vez más de lado". Sin embargo, confesaba que "la entrevista es el género periodístico más difícil" y que diga eso el hombre que acumuló en su cuaderno decenas de miles de entrevistas es una muestra más de su humildad.
En los ochenta fue desapareciendo gradualmente de la televisión porque su labor como redactor jefe en "¡Hola" y sus múltiples colaboraciones con otros medios hacían imposible que se involucrara de pleno en la exigente dinámica de los proyectos televisivos. Ya en los noventa regresó como colaborador en programas de Antena 3 como "A toda página". Su verbo florido, sus circunloquios podían parecer anticuados a primera vista pero en realidad tenía una puntería certera así que sus "croniquillas" como él se empeñaba en minusvalorar, encerraban una gran sabiduría periodística. De forma sorprendente sustituyó a José Antonio Gavira en el remedo de "¿Quién sabe dónde?" de la cadena, "Se busca", en 1996. Al año siguiente presentó un matinal dirigido a la tercera edad (eufemismo que él no aprobaba) de título con resonancias a las viejas clasificaciones morales para las películas, "Mayores sin reparos" (en la Dictadura algunos filmes eran clasificados "para mayores con reparos", es decir, "véala pero allá usted con su conciencia"). A finales de la década lo vimos en "Las mañanas de Rosa" (con Rosa Villacastín) y en la siguiente en el "Con T de Tarde" de Terelu Campos en Telemadrid.
En la última década seguía trabajando para "ABC", el matinal de Herrera para la COPE o el programa de Juan Y Medio en Canal Sur. Atrás quedan sus premios, sus libros y hasta sus guiones cinematográficos, el maestro se atrevía con todo. Con él muere una forma de entender el "oficio" que, desgraciadamente, se está perdiendo, la de la honestidad y la independencia.
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