Aquí se maquilla todo quisqui, Presidente

Algo así debieron de decirle la primera vez que pisó Prado del Rey a Carlos Arias Navarro, sorprendido ante el atrevimiento de aquel señor con pinta de afeminado que quería maquillarle, "Sr. Presidente, es que aquí se maquilla a todo el mundo, sino las cámaras le sacarían pálido, ¿no recuerda lo que le pasó a Nixon en su debate televisado contra Kennedy?" ¡Ah no! Eso sí que no podía permitirse, uno será muy machote y presidente de un gobierno dictatorial pero salir pálido y que te comparen con Nixon, no. En el sonido de la grabación a la que pertenecen estas imágenes se escucha: "No me voy a convertir en una estrella de cine pero salir hecho un ecce homo tampoco".
Primero unas servilletas de papel para no manchar el cuello de la camisa, después el babero extra grande para evitar que los polvos antibrillo salpiquen el traje, un poquito de anti-ojeras, de corrector para las imperfecciones de la piel, ahora el pote subido de tono para que se le vea con buen color... aunque la tele sea en blanco y negro.
No se asuste, presidente, el rimmel se lo pone hasta Joaquín Prat y fíjese qué hombre es que se ha ligado a una extranjera. Es sólo para que resalte su mirada. "Ah, en ese caso..."
Y así es como salía Arias Navarro explicando a los españoles en una entrevista que si se pagaba poco por el azúcar era porque el Gobierno se encargaba de pagar los aranceles en las aduanas y así rebajar su precio en el interior, todo porque aunque Franco fuera dictador pensaba en sus paisanos... Ejem...
Eso sí, las bolsas en los ojos, el bigotillo fascistoide, las orejas de soplillo y la calvicie no se podían disimular con el maquillaje. Milagros no, presidente.