El 31 de mayo de 1993 se celebró la segunda convocatoria del debate electoral entre los dos candidatos a la presidencia, Felipe González y José María Aznar, una semana después del primer round de esta lucha verbal por el Gobierno de la nación. A la sazón era el segundo cara a cara televisado de este tipo de la historia de nuestra tele, demasiado retardo si lo comparamos con otros países europeos y no digamos ya con respecto a EE.UU. Si el primero fue en los estudios de Antena 3 (como ya hemos contado aquí), éste fue en Tele 5 (lo de "Telecinco" es posterior), en aquel momento se ninguneó a la cadena pública... como parece que va a suceder esta vez también si no se le pone remedio.
Luis Mariñas, el director de informativos del canal, fue la elección lógica para moderar el encuentro aunque como ya le había sucedido a Manuel Campo Vidal siete días antes, su trabajo estaba tan constreñido por los acuerdos a los que habían llegado PSOE y PP para aceptar el duelo que prácticamente se limitaba a dar paso a los distintos temas y controlar que los tiempos fueran equilibrados. El presentador recordaba años después que tuvo un sufrimiento extra: había tanto nerviosismo en aquel plató que el técnico de sonido le incrustó (literalmente) el pinganillo en su oreja. Tuvo que esperar a la brevísima pausa de cinco minutos para que una maquilladora le extrajera el molesto objeto con unas pinzas.
Si en el anterior debate la prensa había llegado a la conclusión unánime de que el Presidente de Gobierno había quedado en evidencia ante el aspirante popular, esta vez Felipe se tomó en serio su comparecencia ante las cámaras y se preparó a conciencia. Hasta eligió mejor su camisa, una azul que daba mejor en pantalla que la blanca que había lucido en Antena 3.
El líder del Partido Popular había sido beligerante en el primer enfrentamiento mientras que un González cansado de un viaje y sin prepararse los datos necesarios (y previsibles) para defender su gestión se vio acorralado. Esta vez se invirtieron los papeles, Aznar decidió adoptar un tono más sosegado, más "presidenciable" le dijeron sus asesores. Fue un error porque Felipe decidió atacar, responder con cifras lo que no había contestado en la cita anterior y dejar en evidencia a su contrincante al recordarle que en su programa no se incluía ni una sola línea que explicara qué harían con los desempleados, 3.300.000 en aquel momento, a pesar de criticar continuamente al Gobierno por su inoperancia en este asunto. También le echó en cara su postura cambiante con respecto a la ley del aborto.
Más de diez millones de espectadores, un 75,3% de la audiencia, vieron aquel debate que comenzó a las 22.36 y se alargó hasta la 1.15 de la madrugada, más de una hora con respecto a lo previsto. Un enorme decorado basado en una estación de Metro de Nueva York que había llamado la atención de Valerio Lazarov (el director de la cadena) y que pidió reproducir fue el escenario; dos mesas frente a frente para evitar que se repitiera la situación del debate anterior, ante el continuo desprecio visual de González a Aznar que provocaba un continuo salto de eje en la realización. Lazarov quería organizar el primer encuentro pero al final le convencieron de que conseguiría más share si se encargaba del segundo, así fue. En cuanto al ganador de aquellas elecciones, fue el PSOE aunque el agotamiento de aquel Gobierno era evidente y los siguientes comicios se adelantaron. En 1996 no hubo debate y Aznar consiguió la Presidencia.
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