¿Qué hacen cuatro miembros de la familia real británica vestidos de esta manera? ¿Por qué Fergie, Edward, Andrew y Anne se prestarían a una mascarada pública? Si os digo que no se trataba de un Carnaval y que eran capitanes de equipos que participarían en una especie de Grand Prix posiblemente os costaría creerlo pero esto es absolutamente cierto. El 15 de junio de 1987 se grababa un programa especial de "It's a Knockout!" o sea, el título inglés para "Juegos sin fronteras" (del que tanto bebería el mencionado programa veraniego presentado por Ramón García). Se emitiría cuatro días después en varios canales británicos con el nombre "The Grand Knockout Tournament" aunque para el público british es más recordado como "It's a Royal Knock Out!".
El formato era el mismo pero con la diferencia de que en vez de países competían equipos liderados por los Príncipes Ana y Eduardo y los Duques de York. Por supuesto, los Royals no se enfangaban sólo capitaneaban y daban órdenes a sus súbditos, todos ellos grandes figuras del mundo del espectáculo y del deporte: Christopher Reeve y Margot Kidder (famosísimos como Superman y Lois Lane en aquel momento), John Travolta, Cliff Richard, Tom Jones, Gary Lineker, Kevin Kline, George Lazenby (el segundo James Bond), Jane Seymour (la doctora Quinn) y así hasta casi cincuenta participantes a los que hay que añadir otras figuras como Rowan Atkinson como heraldo y otros cuatro Duques (allí sobran) como "imparciales jueces". Vamos, una astracanada que ni "La venganza de Don Mendo" aunque los británicos preferirían que esto se denominara "stravaganza" o quizás "pantomime".
¿Y cómo es posible que el programa consiguiera esta lista impresionante de concursantes? En realidad, el formato llevaba unos años de descanso en el Reino Unido pero fue resucitado para esta ocasión por, atención, el Príncipe Eduardo que por aquellas épocas había creado una productora de televisión y no se le ocurrió nada mejor para promocionarla que convencer a sus familiares para que participaran en este chiste visual con la excusa de que todas las ganancias se destinarían a la beneficiencia, cada equipo luchaba por una organización distinta (aunque también estaba incluida en esa categoría la fundación que otorgaba los premios Duque de Edimburgo, ejem). Por supuesto, las cadenas estaban entusiasmadas con el evento y no sólo en el país sino también en el resto de Europa y Estados Unidos donde se emitiría poco después.
El programa, por supuesto, fue un éxito de audiencia pero la crítica lo puso pingando y la prensa tradicional y "seria" llamó la atención sobre el papel que querían jugar las nuevas generaciones reales y si era el adecuado para su posición. En realidad no habían conseguido acercarse al vulgo sino que se habían ridiculizado, se habían reído de ellos, no con ellos. El autor de la biografía "Elizabeth II, The Queen" Ben Pimlott cita a un amigo de la Reina para asegurar que ella misma lo consideró un error. Su incapacidad para decir no unida a la "indulgencia materna" y el "entusiasmo juvenil" de Eduardo fueron una mala combinación. Por cierto, hablando de entusiasmo, el de la Duquesa de York fue el más criticado y ahí se notaba que hasta en eso hay clasismo. No es lo mismo un Duque por herencia que una consorte que adquiere el título, una vez más Fergie era vapuleada por la prensa.
Hace poco la presentadora del programa Su Pollard (junto a Stuart Hall y Les Dawson) recordaba aquella grabación en Alton Towers como una situación surrealista, complicada por las lluvias de los días anteriores y con una cena posterior (sin cámaras) en la que los miembros de la Realeza iniciaron una guerra de comida. Lovely!
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