Posiblemente la mezcla perfecta entre filosofía y ficción, la adaptación definitiva de lo Kafkiano al universo televisivo. Esta serie producida por la ITV con el apoyo económico de la CBS se emitió como reemplazo veraniego al Show de Jackie Gleason en 1968, sólo 17 capítulos para desarrollar una trama compleja ideada por el protagonista de la serie, Patrick MacGoohan quien, incluso, escribió algunos capítulos.
Un espía secreto presenta su dimisión y cuando llega a casa es sedado con un gas. Cuando se despierta está en una isla idílica donde todos los habitantes son números y nadie recuerda de dónde viene o quizás es que no quieren recordarlo... ¿Por qué está allí? ¿la información que ha ido acumulando es peligrosa para alguien que está fuera de la organización y podría ser peligrosa? ¿le están probando para después dejarlo libre? ¿Por qué todos son números y nunca consigue acceder al Número 1? ¿Por qué el Número 2 nunca es la misma persona?
Cada vez que intenta escapar una bola blanca lo atrapa, una imagen que ha trascendido al tiempo y ha sido parodiada, por ejemplo, en Los Simpson.
Todo lo que rodea a esta serie es fantástico, desde la fortaleza de su protagonista y creador frente a la televisión imperante convenciendo a productora y cadenas para que la financiaran hasta el hecho evidente (aunque no oficial) de que era una continuación de su serie anterior, Agente Secreto. El complejo turístico de Portmeirion (en Cardigan Bay, North Wales) fue el escenario ideal para tan agónica historia. "¡NO SOY UN NÚMERO!"
El año pasado Jim Caviziel protagonizó un remake.
Sí señor!!!! Todo un clásico. LA sintonía es una de las mejores, me sigue encantando.
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