Si hay un showman norteamericano asociado a la Navidad televisiva ese es, sin duda, Andy Williams. Desde 1962 hasta 1974 fue la gran estrella de la NBC y entre 1980 y 1990 recurrieron a él de nuevo aunque de forma intermitente. Con semejante curriculum no es de extrañar que desbancara a Bing Crosby del podio y que su "It's the Most Wonderful Time of the Year" se convirtiera en un clásico netamente televisivo.
De hecho podemos asegurar que la Navidad fue la salvación de Andy. Tras una etapa frustrada en la CBS en 1959, fue fichado por la cadena del Radio City 3 años después para conducir su propio show semanal. Los ratings mejoraron con respecto a su trabajo anterior pero no lo suficiente como para estar en la lista de los más vistos, sin embargo, su especial Navideño fue un éxito brutal y consiguió que subiera la audiencia de su espectáculo semanal.
Grabado en el sistema de color exclusivo de la NBC (In Living Color!), el especial se reconvirtió a lo largo de los años en un programa familiar en el que Williams involucraba a su propia parentela, comenzando por su mujer de entonces, la francesa Claudine Longet quien, puntualmente, entonaba alguna canción con un tono suave y sensual.
Andy provenía de una estirpe musical y convenció a sus tres hermanos, con los que había formado grupo desde finales de los 30 hasta principios de los 50, de reaparecer en Navidad. A pesar de la reticencia inicial, ya tenían su propia vida y habían abandonado el mundillo, los chantajeó emocionalmente aludiendo a la ilusión de sus padres de ver, de nuevo, a los hermanos juntos y cantando por primera vez para televisión. La experiencia fue tan gratificante que se repitió año tras año. Si en el primer especial todos aparecieron vestidos de verde, en los siguientes vimos diferentes combinaciones, a cada cual más pastel, que incluían no sólo los jerseys y pantalones sino también calcetines y zapatos.
Otro de los clásicos de aquellos especiales eran los números de patinaje, con los participantes perfectamente combinados cromáticamente. En alguna ocasión se usó un doble para escenas de patinaje profesional pero, en honor a la verdad, Andy se defendía elegantemente en la pista construida ex profeso en el plató de la NBC.
Más números recurrentes: el de los Osmond Brothers, una familia devota de la Iglesia de Cristo de los Últimos Días con una descendencia numerosa y con talento. Más adelante algunos de los hermanos tuvieron su propio show y dos de ellos siguen cantando y participando en realities de famosos como "Dancing with the Stars".
Otra escena que se repetía habitualmente era la de la canción melancólica interpretada en torno a una hoguera en la que se calentaban esa especie de nubes que tantas veces vimos en el Manual de los Jóvenes Castores.
Eso solía suceder en el camino a la Iglesia, otro clásico del show. Allí Andy interpretaba temas sacros (o similares) como "Ave María" o "Silent Night".
En cierta ocasión, memorable por cierto, Andy comandó un trineo de varias plazas que sobrevolaba un pueblecillo nevado. El chroma no era perfecto y no se disimulaba que la aldea era una pintura, una fantasía navideña que se aceptaba en fechas como estas.
A finales de los 60 el formato dejó de ser tan fantasioso y se "naturalizó". Andy hizo que participaran no sólo sus hermanos (cantantes profesionales, al fin y al cabo) y su bella mujer (envidia de las espectadoras) sino también sus hijos, padres y hasta cuñadas y sobrinos. Esa especie de reality con 40 años de adelanto revitalizó el programa y a partir de ahí la audiencia pudo comprobar cómo sus hijos iban creciendo. Incluso tras la separación, Claudine continuó apareciendo en el show y tras un accidente en el que disparó a su novio a mediados de los 70, Andy la apoyó públicamente y se mostraron, de nuevo, como una familia unida aunque con una relación distinta.
En 1991 Williams montó su propio teatro y allí alargó sus espectáculos navideños hasta su muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario