Era un sábado, 10 de enero de 1987, 18.30 de la tarde. Tras la serie Disney "Los Wuzzles" y antes del matrimonio de detectives "Hart y Hart", se emitió el último programa de "Si lo sé... no vengo" o así se anunciaba porque en realidad regresaría poco después y se mantendría en antena una temporada más. Mientras se decidía si regresaría a la pantalla, el concurso presentado por Jordi Hurtado y dirigido por Sergi Schaaff decidía despedirse a lo grande, con un invitado estrella, Emilio Aragón, como "sufrido concursante".
Esta vez la segunda parte del programa, el "Doble o mitad" donde o bien doblaba los kilómetros que había conseguido en la primera y que después se traducirían en pesetas o perdía la mitad. Al ser un invitado famoso el que participaba, lo conseguido se destinaría al Hospital San Juan de Dios. Sin embargo, si habitualmente el programa era una desenfrenada sucesión de pruebas que se desarrollaban en un amplio plató de Sant Cugat del Vallès, en esta ocasión la cosa adquiría tono de superproducción porque recorrerían "cuatro esquinas del mundo" como decía Hurtado: Nueva York, El Cairo, Londres y Roma. En cada uno de esos puntos tendría que superar una prueba y cada 40 segundos (el doble de lo habitual) tendría que regresar "al centro del decorado" para cambiar de escenario. Para eso usarían "una máquina del tiempo" que les permitiría pasar de un país a otro adentrándose en sendas fotos de esos lugares instaladas en el estudio.
Grabado a lo largo de varias semanas, el equipo pasó de las tórridas temperaturas de Egipto a las gélidas de Londres o Nueva York en diciembre pero los que más sufrieron, sin duda, fueron Hurtado y Aragón a los que se les notaba ateridos en el entorno del London Bridge, "¡qué frío, eh, Emilio!" decía el longevo presentador entre risas cómplices de ambos. ¿Y por qué no iban más abrigados? se preguntarán algunos. Para mantener la fantasía de la máquina del tiempo y que no hubiera fallos de raccord (continuidad en la imagen) era necesario que llevaran siempre la misma ropa.
Patinar en la pista de hielo del Rockefeller Centre, conducir uno de los famosos autobuses londinenses de dos pisos, recoger 100 monedas de la Fontana di Trevi y recorrer en un tiempo limitado una distancia considerable por el desierto montado en un camello hasta llegar a una pirámide eran las pruebas que debía superar el intrépido concursante. Superó todos los impedimentos (suponemos que ayudado por los guionistas) y consiguió 360.000 pesetas aunque por decisión de la dirección la cifra fue aumentando con diversas excusas hasta llegar a 1.260.000 pesetas para el citado hospital.
Y al final, siguiendo la tradición del programa, todo el equipo brindaba con cava. Allí estaban las "vecinitas" (entre las que destacaban Jair que más adelante presentaría "Directo en la noche" y Janine que sería la inmarcesible azafata de "El tiempo es oro"), los forzudos González y González, el actor Damià Barbany y el "insufrible vecino del piano". Aquel día se despedían con un "hasta siempre" que, como ya hemos contado, resultó ser un "hasta pronto". En todo caso, un excelente cierre (temporal) para un espacio que había alcanzado por entonces las 62 emisiones con gran éxito. A ver qué jefe permitiría hoy en día que un concurso de las tardes de los sábados tuviera grabaciones en cuatro países.
Me ha gustado tu artículo. Me encantaba el programa de pequeño. Pero la prueba del final era "Doble o mitad" y el concursante podía llevarse el doble de kilómetros o la mitad. No era "Doble o nada".
ResponderEliminar¡Tienes toda la razón! Gracias, ya lo he corregido.
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