domingo, 25 de abril de 2021

Hugo Stuven, perpetuo innovador

Hugo Stuven en la presentación del "Imprescindibles" dedicado a su amigo Chicho Ibáñez Serrador en 2017

Hugo Stuven, director y realizador de televisión. Esa podría ser su definición profesional si tuviéramos que resumirla en una escueta línea pero esa síntesis sería injusta porque no muestra su verdadera dimensión, la del hombre curioso, apasionado por el medio, pendiente siempre de las últimas tecnologías para aplicarlas a sus programas. Ayer falleció este chileno afincado en España desde mediados de los sesenta y que desde la tele supo traernos nuevos aires, renovar la anquilosada realización musical a finales de los setenta y que, además, nunca quiso asentarse en un mismo puesto (que hubiera sido mucho más cómodo y práctico) porque él necesitaba estar en continuo movimiento e investigando nuevas fórmulas. Para él no había proyecto pequeño, su capacidad de trabajo y su pasión trascendían cualquier género y plataforma, podía colaborar al mismo tiempo en una cadena nacional y una autonómica, en un musical o en un documental. Stuven es sinónimo de televisión pero era, sobre todo, un compañero divertido y un maestro humilde. 

Stuven y Jiménez del Oso en un descanso en la grabación de "Más allá" en 1976

Comenzó en TVE como regidor de programas de Enrique Martí Maqueda en 1965, no tardó mucho en acceder al control de realización como ayudante. En ese puesto asistió a Pilar Miró nada menos que tres años, ¡un master! En aquella época también escribía guiones, por ejemplo para el dramático "Pequeño Estudio". Eran, precisamente, los espacios teatrales los que ocuparon la primera etapa de su carrera como asistente de realizador. Después, a principios de los setenta, inició un nuevo período en los entonces llamados "ómnibus", los magazines dominicales en directo que se alargaban toda la tarde. Un reto en aquella época en la que organizar un programa de más de dos horas era una aventura técnica. De "Siempre en domingo" a "Todo es posible en domingo", alternando entrevistas, concursos y musicales. Fue en 1976 cuando firmó su primer título como realizador, "Más allá", el mítico programa sobre ciencias ocultas y fenómenos paranormales del doctor Jiménez del Oso pero también ayudaba al director en la elección de asuntos e invitados porque Hugo era un gran aficionado al tema. 

Stuven en 1978 en los exteriores de Prado del Rey

A continuación, su larga fase en los musicales con "Voces a 45" y no sólo controlando las cámaras sino también dirigiendo en la temporada en la que Pepe Domingo Castaño lo presentaba en directo. Ahí ya se empezó a vislumbrar su estilo, más directo, mucho más movido que el de sus compañeros con mayor experiencia. Se notaba que viajaba y que había visto, por ejemplo, lo que la BBC hacía con su popularísimo "The Top of The Pops" y lo adaptó a las necesidades españolas. Después le encargaron el piloto de "Musiqueando" con Eva Gloria y José Luis Moreno (sí, el de los muñecos), uno de sus primeros proyectos en color. No sé si para huir de lo que se avecinaba no se encargó de la serie (que no duró mucho) porque se piró a Las Vegas para realizar un especial, el primero de muchos, casi se convirtió un especialista en realizar conciertos o espectáculos musicales exclusivos para TVE y no sólo desde España. A su regresó le tocó ocuparse durante un breve período de "300 millones" y en el verano de 1978 apareció una gran oportunidad que, por entonces, no lo parecía. Un programa que iba a ser un simple sustituto durante el estío y que se convirtió en un clásico, el famoso "Aplauso" dirigido por José Luis Uribarri. 

El fenómeno fan en "Aplauso", los Pecos con Stuven y el famoso micrófono que se colocaba estratégicamente en las gradas para captar los gritos de la chavalada

Fue Stuven el que aportó modernidad a la imagen de un musical que marcaría época, por supuesto en perfecta connivencia con un director que no era nada tonto y que supo adaptarse a los tiempos, Uribarri. Aportó innovaciones que había visto en el extranjero y otras se las inventó él mismo aunque ya las había ido ensayando sutilmente en sus espacios anteriores. Aquí se encontró con la horma de su zapato y con mucha libertad para trabajar. El "ralentí" (el uso de la cámara lenta) fue uno de sus sellos en aquella época y decía por entonces a la revista "TeleRadio": "El problema es que a un realizador se le reconozca por algo. Una pequeña innovación contribuye a dar un sello personal a la realización y me parece justo que así sea. Aparte de esto creo que hay varias razones que pueden justificar el ralentí. La estética, por ejemplo, porque el ralentí puede ser un descanso para la vista. Hay movimientos del ballet, además, que no se pueden apreciar bien a velocidad normal". 


Hugo era un profesional muy sensible, sabía como tratar a los artistas porque, en realidad, él también lo era. Por eso todos querían trabajar con él, eran conscientes de que las grabaciones iban a ser duras, que se repetiría la actuación varias veces pero que el resultado iba a beneficiarles. Él pasaba casi tanto tiempo en el plató como en el control, hablaba con los cantantes y bandas, les preguntaba qué iban a hacer, qué querían expresar, los obsevaba con atención en un primer ensayo, luego se acercaba, les explicaba cómo colocaría las cámaras, cuál usaría para el plano general y cuál para planos más cerrados, luego se subía al control (o se iba a la unidad móvil) y allí... improvisaba sobre esa base inicial. Y surgía la magia. Además, siempre grababa los ensayos, por precaución y porque además eso le permitiría usar imágenes que complementaran la grabación "oficial". Abandonó "Aplauso" en medio del éxito y cedió los trastos a Mauricio Romero. Los primeros ochenta fueron años de mucho viaje, mucha investigación y muchos conciertos de grandes artistas como Serrat, Miguel Ríos o Camilo Sesto. En 1985 se sumó a su amigo Pedro Ruíz en un programa totalmente distinto a lo que se había visto entonces, "Como Pedro por su casa". Exitazo. Y, al mismo tiempo, prestaba sus servicios a las teles autonómicas, como TVG, donde dirigiría el concurso escolar "Saber e xogar". 

Hugo con Nuria Carreras y Lydia Bosch, azafatas del "Un, dos, tres", en 1986. Foto @Prointel

Cuando decía al principio que para Hugo no había proyecto pequeño hay que añadir que siempre estaba dispuesto a "socorrer" a un compañero cuando era necesario. Un ejemplo: en 1986 Chicho Ibáñez Serrador había decidido dedicar su "Un, dos, tres" a varios países incluyendo amplios reportajes grabados in situ con dos azafatas. Ante la falta de tiempo Chicho le pidió a su amigo (al que conocía bien desde la etapa de "Todo es posible en domingo") Hugo que grabara alguno y así fue. Especialmente recordado es el viaje a Hungría con Lydia Bosch y Nuria Carreras que debido al mal tiempo se tuvo que alargar. Esa dificultad permitió que se grabara más material con un resultado impecable. 

Stuven con Guillermo Montesinos y Jacqueline de la Vega en "Pero... ¿esto qué es?" en 1990

El final de la década de los ochenta fue una época apasionante, de muchísimo curro, de proyectos encadenados o simultaneados. En 1987 Pilar Miró, en su condición de directora general de RTVE, nombró a su viejo compañero Jefe de Diseño y Promociones de la tele. Él mismo contaba que quiso revolucionar la sección y con un equipo en el que se encontraba, entre otros, Dani Écija como montador, lo consiguió. Se podían pasar toda la noche grabando anuncios aprovechando los últimos inventos como el "lápiz mágico". De aquel departamento podían salir entre 40 y 50 promociones a la semana, lo nunca visto. Entre otras cosas, encargó una revisión de la familia Telerín para mandar a los niños a la cama, los Telín, Telán, Telón. 
Y, por si eso fuera poco, dirigió y realizó los programas de Nochevieja sucediendo a Fernando Navarrete en el embolado. "Súper 88" fue el primero y codo a codo con la Miró pergeñó un especial que marcó época y no sólo por la teta de Sabrina durante su canción "Hot Girl". Como esa anécdota se ha contado mil veces y él la explicó pormenorizadamente en su libro "Quién te ha visto y quién T.VE" además de en varios reportajes que se pueden consultar en la red, no me voy a a extender. Pero sí es importante reseñar que para aquel programa se empeñó en traer una cámara carísima y que había visto en EE.UU., la "cabeza caliente", una grúa ligera que permitía movimientos rapidísimos. 


Con todo lo aprendido en esos años de experimentación y la tecnología que TVE había ido adquiriendo para ese especial y el "Hola, Hola 89" (con Martes y 13), Hugo decidió que se podía embarcar, de nuevo, en un programa semanal, un espectáculo a lo grande, un programa de "Nochevieja" cada siete días. Uniría música, humor, dibujos animados, mini-series... el propio equipo directivo de la Casa le preguntaba en las reuniones qué iba a ser aquello y así se quedó con el título "Pero... ¿esto qué es?". Audiencias millonarias y mucho agotamiento fue el resumen de aquel proyecto que se alargó de 1989 a 1991 con no pocas dificultades, algunas internas. Contaba el propio Stuven en 2015 en "He venido aquí a hablar de lo mío" de RNE: "Paul McCartney vino el primerísimo día de grabación. Ese día había asamblea informativa de TVE y no sé si porque me tenían tirria o porque les dio la gana se fueron todos los cámaras comandados por uno solo a la asamblea, ¡que no era obligatorio ir!. Después del ensayo se fueron y no volvieron. Lo que se emitió fueron los ensayos. Grababa los ensayos porque así me hacía una idea de lo que quería hacer. Luego metí efectos para disimular los fallos. Él estuvo muy receptivo porque ya tenía experiencia con los sindicatos y se quedó hasta que se tuvo que ir (para no perder el avión)". 

Con el equipo de grabación del "Un, dos, tres" en Hungría en 1986. Foto @Prointel

"Pero... ¿esto qué es?" fue un espacio en continua renovación, de presentadores, de técnicas, de espacios... y de humoristas. Ahí se estrenaron a nivel nacional Ángel Garó, Cruz y Raya y Pepe Viyuela y potenció la carrera de otros como Los Morancos. En el verano de 1991 dirigió y realizó "Caliente" desde el Aquapark con Ana Obregón, Rody Aragón y Fofito y después aceptó las ofertas de las recién llegadas cadenas privadas. Se desligaba de TVE para desentumecerse y se especializó en galas y programas de gran formato, algunos tan famosos como "Uno para todas". Con la llegada del nuevo milenio comenzó una larga relación profesional con Jesús Quintero. Realizó sus programas de Canal Sur y TVE y recibió el premio a mejor realizador otorgado por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión en 2008 por "Ratones coloraos".  

Stuven en el control de realización de la productora gallega CTV en 2014. Foto Alejandro Macías ©

En 2013 tuve la suerte de trabajar con él en un programa de TVG, "Desexos cumpridos", una versión low cost de "Sorpresa, sorpresa" con gotitas de "Hay una cosa que te quiero decir". Llegaba a la productora horas antes de comenzar su jornada, "para leer los tebeos" en la cafetería, decía, es decir, para estudiarse los periódicos nacionales y locales. A cualquiera que en aquel momento pasara por allí le invitaba a sentarse a su mesa y comentar la actualidad. Después iba pasando por los distintos departamentos hablando, literalmente, con todo el mundo. Quizás no recordaba los nombres pero sí que sabía quién era cada uno y le encantaba tanto escuchar como compartir viejas anécdotas. Y lo hacía sin ánimo de presumir, él mismo se sorprendía del reconocimiento que había comenzado a recibir en internet. Cierto día que estábamos en redacción (él tenía su ordenador frente a mí, a unos tres metros) me dice: "Mira, alguien ha escrito sobre mí en un blog y estas fotos no las tengo". Me acerco y compruebo que aquello que miraba era, precisamente, esta web. "Hugo, esto es mío, te paso luego las fotos". Su cara de sorpresa fue impagable, en aquel momento le entró un cierto sentido del pudor que me resultó entrañable. 

Realizando el programa "Desexos cumpridos" para TVG en 2014. Foto Alejandro Macías ©

Verle realizar era un gustazo, lo suyo era una coreografía. No gritaba, sus órdenes eran claras, concisas, sus chasquidos de dedo llegaban en el momento preciso. A veces no entendía a alguno de los invitados, lógico por otra parte porque era un programa (obviamente) en gallego pero sabía percibir cuándo lo que estaban contando era importante, emotivo, divertido, trascendente y acompañaba sus palabras con el plano correspondiente. Su planificación era elegante, con las cámaras en continuo movimiento. Un lujo para ese espacio, en definitiva. Cuando venía una estrella que él conocía se producía un reencuentro cariñoso que merecía ser grabado. Karina, por ejemplo, se ilusionó casi más al ver allí a Hugo que con la sorpresa que los guionistas le habíamos preparado. 

Stuven estuvo trabajando hasta el final, en 2020 estrenó en TVE el documental "La voz de la cañada" grabado con un equipo voluntario formado por alumnos del IORTV. Nunca dejó de tener proyectos. En el citado programa de RNE respondió a esa afirmación que los jefazos han convertido en mantra de que la música en TV "no funciona": "Creo que la música no gusta a los directivos porque no saben cómo venderla pero la música sí que funciona, la gente lo está deseando." Y, por supuesto, no pensaba en el retiro: "Si te gusta esto y mientras tengas deseo de hacerlo, no debes jubilarte. ¿Para qué? Si aún tengo muchas ganas de contar cosas que no me han dejado". Hoy sus diez hijos pueden sentirse orgullosos del legado de su padre. Además, uno de ellos, con el que comparte nombre, ha demostrado ser un digno sucesor con la película "Solo" y el documental "El desafío: ETA" en su cartera. 

Si ayer los medios no se ponían de acuerdo en su edad es porque Hugo era coqueto. A nosotros nunca nos la confesó, sabía librarse de la pregunta con mucha gracia. Creo, sinceramente, que a ninguno le hubiera importado que tuviera 70, 75 u 80. Era el más vital de todo el equipo. Un aprendizaje profesional pero, sobre todo, personal. 

Rindamos homenaje al maestro con algunos de sus programas colgados en la web del Archivo RTVE: 


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